Esta semana, la capacidad de asientos global de las aerolíneas del mundo sigue siendo del 85% respecto a la misma semana en 2019; sin embargo, los resultados de ganancias del tercer trimestre demuestran que no es del todo malo, algunas empresas incluso anunciaron ganancias récord, afirmó Becca Rowland, analista de OAG.
De acuerdo con los resultados del último trimestre, algunas de las aerolíneas más grandes de Estados Unidos y Europa han superado su rendimiento respecto al mismo periodo de 2019. Singapore Airlines, en Asia, registró el beneficio operativo trimestral más alto de su historia.
“Cabe aclarar que el tercer trimestre suele ser el de mejor desempeño en el año; la demanda de viajes es más alta durante el período de julio a septiembre, ya que los grandes mercados de viajes en América del Norte y Europa toman los cielos para sus vacaciones anuales. Pero la demanda en sí misma no hace que una aerolínea sea rentable”, afirmó.
La razón principal de la mejora de la rentabilidad radica en que las tarifas han sido más altas. “Ha habido evidencia anecdótica durante todo el verano de que las tarifas fueron mucho más altas de lo que han sido, y con los resultados financieros podemos ver cuánto más altas”.
Los ingresos por pasajero en American Airlines son un 20% más que en 2019, y las cifras de Frontier, Spirit y United Airlines son aún más altas. Entonces, algunas registran pasajeros en los niveles previos a la pandemia, pero con tarifas sustancialmente más altas, “las aerolíneas finalmente pueden ganar algo de dinero”.
A esto hay que agregar que la mayoría de las aerolíneas tienen sofisticados sistemas de gestión de rendimiento e ingresos que tienen como objetivo lograr la tarifa más alta posible para cada asiento.
Con demasiada frecuencia se sabía que en el pasado la industria experimentó problemas de exceso de capacidad o exceso de oferta, donde las aerolíneas tenían prisa por vender asientos a través de tarifas más bajas y, en consecuencia, rendimientos subóptimos.
Lo que es diferente en la situación actual es que las aerolíneas han tenido recursos limitados durante gran parte del año. Los problemas que muchos del sector han visto, con razón, como desafíos, como la dificultad de contratar una cantidad suficiente de personal, significan que su capacidad para operar a la escala que esperaban se ha visto restringida.
“La ventaja de esta disciplina de capacidad impuesta, cuando se combina con la explosión de una demanda reprimida -aún evidente en el mercado-, es que las aerolíneas han podido aumentar las tarifas”, explicó la analista.
A medida que nos acercamos al final de 2022, se avecina la perspectiva de una recesión mundial. Es probable que esto en sí mismo reduzca la demanda de viajes aéreos y por lo mismo, hará que sea más difícil replicar los resultados del tercer trimestre.
“Pero como hemos visto, se trata de equilibrar la oferta y la demanda y lograr un precio que cubra con creces los costos. Una demanda más baja por sí sola no significa necesariamente que el retorno a la rentabilidad haya terminado. Lo que importa podría estar en lo que suceda con la capacidad”, refirió Rowland.
Por el momento, la oferta global de las aerolíneas para la temporada de invierno parece ser un 9% menor que en la misma temporada del 2019. Por lo tanto, no hay prisa por recuperarse en comparación con ese indicador.
No obstante, las aerolíneas tendrán la tentación de agregar capacidad de asientos en la medida que controlan sus problemas de recursos. “De alguna manera, el enfoque continuo en dónde estamos, en relación con 2019, es parte del problema”.
“Si, en cambio, estuviéramos más enfocados en que el próximo invierno tenga un 23% más de asientos disponibles que el invierno pasado, rápidamente quedaría muy claro lo que implica un exceso de capacidad”, concluyó.
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