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26/04/2024

Fin de año, covid-19 y el 2021

José Medina Go… / Domingo, 22 Noviembre 2020 - 18:58

Nos encontramos próximos a terminar el 2020. Sin duda este ha sido un año extraordinariamente complejo, y difícil sería identificar si hemos tenido un periodo más complejo que este en términos de civilización universal en varias décadas. Por más que se diga e insista, la realidad es ineludible: nuestra dinámica como sociedad ha cambiado permanentemente, y aunque tal vez algún día lleguemos a “regresar a la normalidad”, ciertamente esa “normalidad” será todo menos la cotidianidad previa a enero-febrero del año en curso.

Es ley de vida: el cambio es una constante insuperable. Sin embargo, los estragos del COVID-19 se sentirán por años; y aunque haya una o varias vacunas disponibles, difícilmente eliminaremos esta enfermedad del repertorio de males que han afectado a nuestra especie. Ante el inicio de la temporada decembrina, y con miras a un 2021 más positivo que el año que vivimos (o “sobrevivimos”, depende de cómo esté nuestra situación) debemos ser conscientes del momento que estamos atravesando. Debemos identificar que en algunas partes del mundo -principalmente Europa y Asia- el COVID-19 se encuentra en su “segunda oleada”, principalmente causada por las bajas temperaturas que se encuentran asociadas a esta temporada.

Sin embargo, en otras partes del mundo, como en América Latina -y en México- ni siquiera hemos salido de la primera “oleada”. El COVID-19 sigue azotando a la humanidad, y aunque en muchos países del mundo todo parece indicar que se esta subsanando esta situación, en tantos más y en Norteamérica se encuentra todavía en pleno ascenso. Es así como nos enfrentamos a la temporada de mayor tráfico comercial en el mundo, y donde la mayor parte de este tránsito es por vía aérea.

Tanto por pasaje humano como carga, el transporte aéreo global recibe su mayor volumen promedio en la época decembrina, asociada a las fiestas navideñas y de fin de año, y por tanto se expone una nueva complejidad de nuestro entorno: cómo se va a controlar este posible rebrote del COVID-19. Recordemos que la aviación comercial fue identificada como uno de los medios por el cual se expandió la enfermedad a diversos entornos internacionales, y sin duda fue una de las principales causas por las que evolucionó tan rápido a ser una pandemia. Sin embargo, nos encontramos justo en la coyuntura en la cual esto puede volver a suceder si no se toman las medidas necesarias.

En las próximas semanas deberemos estar atentos de las medidas y disposiciones que las autoridades aeronáuticas internacionales dispongan para esta nueva temporada que se avecina, así como los férreos controles que deberán implementarse para prevenir una posible dispersión de un rebrote internacional. Lo mismo será aplicable a la aviación comercial de carga, ya que muchos productos que se transportan vía aérea son susceptibles a ser contaminados y ser portadores de este letal patógeno.

En los últimos meses se han desarrollado técnicas y medios apropiados para detectar y descontaminar bienes para su transporte seguro y libre de este mal. En algunos países de Europa y Medio Oriente ya se está implantando esta tecnología como recursos estandarizados, y esperemos que en breve su uso sea adoptado en América del Norte y América Latina. Sin duda son recursos valiosos que las aerolíneas requerirán para hacer frente a este virus.

Otro asunto totalmente distinto será el control del pasaje civil en aeropuertos y aeronaves comerciales. La gran mayoría de las aerolíneas a nivel comercial ya cuentan con protocolos de detección temprana y de pruebas rápidas para el COVID-19. Sin embargo, debido al potencial incremento en el volumen de dichas operaciones el proceso de prevención se complica, principalmente por que no es una aproximación infalible, inequívoca, ni totalmente demostrada. Todavía existe el riesgo del transporte aéreo de personal infectado con coronavirus, y aunque proporcionalmente el número pudiera reducirse significativamente, esto no es equivalente a que en esta temporada que se avecina el riesgo sea nulo.

Por otro lado, está presente el riesgo de transmisión y susceptibilidad de otras enfermedades infecciosas por vía aérea. Debemos recordar que justo con el arribo de bajas temperaturas inicia una potencial cadena exponencial de contagio de enfermedades como la influenza, que, si bien por sí mismas no son necesariamente letales, en conjunto con otros factores pueden ser altamente peligrosas. Como ha quedado claro, la influenza y otras infecciones pueden ser una condición prexistente de riesgo para el COVID y sus potenciales complicaciones.

En otras palabras, se aproxima una época compleja, en la cual se pondrán a prueba muchas de las medidas que se han desarrollado a nivel internacional para hacer frente a esta pandemia que ha caracterizado al 2020. Difícilmente podemos afirmar con plena certidumbre que “estamos preparados”, pero si podemos decir que a nivel internacional se han llevado a cabo esfuerzos muy considerables y valiosos.

En México es otra la historia. Nos encontramos todavía en una etapa de aparente “negación oficial”. Aparentemente ni siquiera se pueden aceptar oficialmente el número real de contagios y defunciones por COVID-19, y tal parece que cada semana la metodología de medición, números y medidas cambian a discreción. Esto nos pone en un grave problema en el marco del tema de la presente columna: mientras que el mundo lucha por prepararse para enfrentar una época decembrina compleja, en nuestro país seguimos negando lo obvio, lo que nos lleva a no tomar las medidas necesarias, procedentes y conducentes para fortalecer nuestra seguridad aeroportuaria y aérea frente a la posible transmisión de COVID en el marco de un rebrote internacional.

Para pruebas solo hay que ver un botón: las medidas de seguridad y protección en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez en la Ciudad de México se han relajado considerablemente, y en algunos horarios y para algunos funcionarios son ya inexistentes. El hartazgo es evidente, y realmente no se siguen los protocolos que debieran. Esto no sólo es peligroso, es negligente.

Es por ello que no debemos bajar la guardia, debemos asumir este tema con la seriedad que obliga, e instar a nuestras autoridades a que desarrollen, adopten y tomen las medidas necesarias para que la seguridad aeroportuaria y aérea nacional sea observada a detalle al cierre del 2020 e inicio del 2021. De esto depende no sólo nuestra reputación internacional, que bien dañada está ya; sino también la seguridad y vida de nuestros connacionales que requieren del transporte aéreo para sus actividades cotidianas, profesionales o bien para dar cierre a un año complejo, difícil y que pasará a la historia como un periodo donde la civilización humana quedó humildemente disminuida por un virus que sabíamos que en algún momento azotaría al planeta, pero que como sociedad internacional no hicimos nada para detener.

Que no se repita la historia en el 2021.

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