He recibido muchas inquietudes referentes ante la posibilidad de ser infectado con una enfermedad transmisible en un avión. Se ha escrito mucho al respecto, y aunque algunos investigadores difieren en la forma, las conclusiones a las que han llegado en general son similares.
Imagínese usted estar sentado junto a un extraño que estornuda durante un vuelo. Esta situación parece ser la receta ideal para la transmisión de una enfermedad infecciosa, pero nuevos informes muestran que la percepción de riesgo de infección durante los viajes en avión puede ser mayor a las circunstancias en tierra.
Una revisión de estudios sobre la transmisión, durante el vuelo, de enfermedades infecciosas muestra que medidas simples, tales como el aumento de ventilación en cabinas de aviones, pueden reducir drásticamente el riesgo de propagación de enfermedades entre las personas a bordo. Los investigadores refieren que, aunque las líneas aéreas comerciales parecieran ser ambientes adecuados para la difusión de las enfermedades, los sistemas de control ambiental de los aviones modernos pueden reducir hasta un 63 por ciento de los organismos patógenos aerotransportados, e incluso modelos de computadora indican que duplicar la tasa de ventilación (cosa que aviones de última generación logra sin problema) puede reducir el riesgo de infección hasta en la mitad.
La cada vez mayor accesibilidad y disponibilidad de transporte aéreo (se calcula más de mil quinientos millones de pasajeros al año en todo el mundo) y la movilidad de las personas en los últimos años ha permitido que las enfermedades infecciosas que alguna vez tardaron años en difundirse de continente a otro, ahora puedan moverse tan rápido como un vuelo transatlántico.
Esto fue evidenciado por la reciente y rápida propagación de la epidemia del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave, por sus siglas en inglés), o la muy temida gripe aviar humana (virus H7N9) que provocó gran alarma mundial en 2013. Además, las elevadas alarmas con respectivos temores de bioterrorismo han causado también que las autoridades de salud estudien el potencial de propagación de enfermedades infecciosas a través de viajes aéreos. Pero, las investigaciones dicen que realmente pocos estudios serios se han realizado analizando el papel de los viajes aéreos en la difusión de enfermedades infecciosas y que se debe prestar más atención a este problema de salud pública.
En un estudio que apareció hace ya varios años en la edición de la revista científica The Lancet, los autores revisaron estudios publicados sobre la transmisión de una enfermedad infecciosa (específicamente la transmisión de tuberculosis) en vuelos comerciales. Se pudo evidenciar que el riesgo de contagio a otros pasajeros sanos se asocia con estar sentado en las dos filas contiguas con un pasajero contagiado en vuelos de más de ocho horas de duración. Refieren que este hallazgo debería aplicarse a otras enfermedades infecciosas que se propagan por el aire, tales como resfriado común e influenza.
Por el otro lado, un brote de SARS a bordo de un vuelo de Hong Kong a Beijing demostró que algunos pasajeros sanos fueron contagiados por otros viajeros que estaban a siete filas de distancia. Todo depende en gran medida del tipo del organismo patógeno (virus, bacteria, hongo e incluso parásito) que se propague.
Por otra parte, una minuciosa revisión mostró que el uso de aviones fumigadores en zonas endémicas para matar insectos, tales como los mosquitos, parece ser eficaz en el control de la propagación de enfermedades que se transmitan a través de este insecto, como la malaria, zika, dengue o la chikungunya.
Los investigadores aluden a las regulaciones del Reglamento Sanitario Internacional (RSI-2005), las cuales recomiendan desinfectar las aeronaves que se encuentren viajando desde países con malaria y otras enfermedades.
En mis años de piloto comercial, era bastante común que las auxiliares de vuelo pasaran con un microbicida especial (compatible con los materiales de la aeronave y libre de substancias peligrosas para los humanos) a lo largo de la cabina, antes de aterrizar en ciertos países que requerían la aplicación de esta regulación.
El día de hoy, de acuerdo a mi información, estas prácticas se llevan a cabo de acuerdo a protocolos del Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en caso de brotes específicos.
El estudio publicado en Lancet también mostró que el riesgo de contagio de las enfermedades trasmitidas por vía aérea dentro del avión definitivamente parece ser afectada por la ventilación de la cabina, por lo que se recomienda el uso de filtros HEPA (filtros de aire de alta eficiencia por sus siglas en inglés) que claramente reduce el riesgo de transmitir este tipo de males. Una encuesta reciente mostró que la mayoría de las líneas aéreas equipan sus aviones de gran tamaño con filtros HEPA.
¿Entrada de la infección?
Las investigaciones afirman que los agentes patógenos portados por algún pasajero infectado se pueden transmitir de tres maneras en los aviones: por la inhalación de pequeñas gotitas procedentes de la tos o de estornudos de personas infectadas; la inhalación de gotas más grandes que caen en un radio de un metro alrededor de sus fuentes, y la transmisión de gotas desde superficies hasta los ojos o la nariz de individuos propensos. Este último caso (que alcanza a representar hasta un 80% del total de contagio) puede ocurrir cuando los pasajeros entran en contacto con superficies contaminadas, como las mesas para las bandejas de los alimentos en los asientos, los pomos de las puertas del lavabo o las manijas de los fregaderos.
"Muchos de nosotros creen que viajar en avión también es un billete de lotería para agarrar una infección respiratoria superior", escribieron los investigadores David Ozonoff y Lewis Pepper de la Universidad de Boston (escuela de salud pública) en un editorial que acompaña el estudio: "Una cabina de avión ofrece el pequeño volumen de aire disponible por persona de cualquier espacio público"; pero dicen que dicho estudio muestra que los investigadores sólo están comenzando a estudiar el transporte aéreo como un método de propagación de enfermedades infecciosas. Ozonoff y Peppr aconsejan que las regulaciones, que requieren el uso de filtros HEPA para cualquier avión que recircula aire, debe considerarse seriamente de manera obligatoria.
Pero hasta entonces, dicen, asesoramiento a viajeros por vía aérea sigue siendo genérico: "buena higiene personal para protegerse (lavarse las manos frecuentemente, especialmente antes de comer), cubrir nariz y boca al estornudar o toser y lavarse las manos después para proteger a otros".
Por último, no hay que confundirse, hemos estando hablando en general de enfermedades que se transmiten por vía aérea; créame que las aerolíneas y autoridades aeroportuarias de los diferentes países se preocupan por desinfectar a fondo sus aeronaves e instalaciones para elementos que pudieran resultar tan simples como los depósitos de agua de las aeronaves y aeropuertos, pero pueden seguir siendo causantes de enfermedades gastrointestinales serias.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que existen enfermedades que han preocupado mucho a las comunidades internacionales tales como el ébola o SIDA, pero el mecanismo de trasmisión de este tipo de enfermedades, afortunadamente, no se da por contacto vía aérea por lo que no representan un riesgo directo a bordo.
Referencias:
- Mangili A, Gendreau MA. Transmission of infectious diseases during commercial air travel; Lancet , 2005, vol. 365 (pg. 989-996).
- Ozonoff D, Pepper L. Ticket to ride: spreading germs a mile high, Lancet ; 2005, vol. 365 (pg. 917-919).
- Hollingsworth TD, Ferguson NM, Anderson RM. Will travel restrictions control the international spread of pandemic influenza?, Nat Med ; 2006, vol. 12 (pg. 497-499).
- Primera reunión del Comité de Emergencia del RSI sobre el virus de Zika; febrero 1 de 2016.
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