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19/04/2024

Crisis del capital humano: pronóstico aeronáutico

José Medina Go… / Domingo, 7 Febrero 2021 - 21:24

Desde que comenzó la crisis global producto del COVID-19 toda nuestra realidad cotidiana se ha visto profundamente alterada, y el porvenir ofrece un cambio total del paradigma que las dos primeras décadas del tercer milenio venían mostrando. El futuro es incierto, complejo, pero una certidumbre inevitable es que nuestro mundo y entorno ya cambió, y las relaciones sociales, comerciales, de Poder y de interacción se han transformado profundamente y seguirán en esa dirección.

La distancia social, el cierre de actividades no esenciales, y el incremento en las medidas de seguridad y protección individuales y colectivas para fines de impedir la propagación de la enfermedad que aqueja a nuestra sociedad global nos han llevado a profundos cambios en nuestro estilo de vida, y en ocasiones esto ha llevado al colapso de actividades comerciales y de actores productivos que eran la fuente de ingreso de incontables personas. La economía global ha visto una contracción histórica en términos económicos en el 2020, y muchos especialistas consideran los efectos de esta crisis serán notorios al menos por el próximo lustro. 

Sin embargo, en nuestro país las cosas no tienen la misma tendencia. Debido a lo que ahora son innegablemente un conjunto de pésimas decisiones el año pasado, en el cual el gobierno federal optó por “dejar morir” al sector privado -sus intenciones finales no se vieron consolidadas, empero- y no asumir la crisis nacional de carácter integral de manera responsable, causaron estragos a la economía que hasta el día de hoy son sujeto y objeto de controversia. Mientras que el gobierno federal insiste en un discurso “triunfalista” totalmente vacío, la estadística descriptiva, la macro y microeconomía, y el análisis de finanzas nacionales integrales sugieren contundentemente que México tendrá un retroceso económico-comercial de entre cinco y ocho años. Claro, eso es si se enmienda el camino oportunamente; de lo contrario la situación puede tornarse todavía peor.

Todos los sectores de la economía nacional se han visto afectados. La aeronáutica no es la excepción, pero si es uno de los más notorios. Recordemos nuestro sector es un indicador esencial de la salud financiera y comercial de cualquier país, y una mirada a nuestro entorno aeronáutico nacional nos muestra claramente el tamaño de la crisis presente. Hasta aquí los efectos son claros. Veamos entonces aquellos que no son tan evidentes todavía, pero en futuros meses serán dolorosamente notorios.

Uno de los más importantes, y que ya comienza a causar estragos, es sin duda el capital humano aeronáutico nacional. Debido a la crisis nacional y de nuestro sector, muchos empleos se perdieron de manera irrecuperable. Desde labores administrativas y mantenimiento especializado, hasta funciones operativas y servicios auxiliares, incontables empleos del sector aeronáutico y aeroespacial se perdieron en México en el 2020. Debido a la precaria situación nacional con que nos recibe el 2021, muchos de estas vacantes no serán ocupadas en el futuro inmediato, relegando una mayor carga de trabajo a aquellos que conservaron su empleo y que ahora deberán “dobletear” o “tripletear” funciones. Esto es una receta para el desastre.

Por otro lado, no sólo estas vacantes están siendo difícilmente ocupadas por que los empleadores no cuentan con los recursos suficientes para contratar o recontratar a dicho personal, sino que también aquellos que llevaban a cabo estas funciones encontraron ya otros nichos laborales que pudieran cubrir sus necesidades de ingresos en el corto plazo. No hubo estímulos laborales ni salariales para resistir, y gracias a políticas públicas totalmente desconsideradas debieron migrar laboralmente a otras actividades productivas o de servicios. Un efecto colateral y profundamente nocivo de este proceso migratorio es que al abocarse a otras actividades donde no cuentan con amplia experiencia, desempeñan estas actividades menos eficientemente que lo que realizaban en el sector aeronáutico. En consecuencia, no sólo no se desempeñan en su sector de especialización, sino con resultados menos eficientes, lo que se traduce en una restricción no intencional de su pleno potencial labora, técnico y profesional. Este es un daño difícil de cuantificar en el corto plazo, pero en el mediano y largo plazo será grave y con un costo altísimo.

Otra arista del tema es la deserción del personal en formación. Debido a distanciamiento social y a la difícil situación que se vivió desde el año pasado, un porcentaje elevado (pero difícil de cuantificar con precisión) de personal dicente en vías de capacitación en materia de especialidad aeronáutica desertaron o migraron a otras ramas de formación a menor plazo y con mayores rendimientos en el futuro inmediato. Esto genera un rezago profundo en el personal que se esperaba ingresara al mercado profesional especializado en el 2020 y 2021, que a su vez incrementa la crisis laboral y de prestación de servicios profesionales en nuestro sector.

Esto quiere decir que, en el futuro, cuando mejore la situación económico-financiera del país y de nuestro sector, y se abran las plazas para la recontratación de personal administrativo, técnico, especialista y operativo en el sector aeronáutico mexicano, habrá proporcionalmente menos candidatos cualificados para ocupar éstas. Esto genera un problema aún mayor en la gestión de capital humano, pues la competencia para ocupar estas plazas será menor, y existe la posibilidad de contratar personal de menor calidad profesional que en el pasado. Lo anterior es un contrasentido de desarrollo profesional y de prestación de servicios profesionales, ya que lo lógico sería que con e paso del tiempo se contrate a personal más capacitado, más competente y más competitivo. 

En otras palabras, parte de la trascendencia de la crisis COVID-19 y de las desatinadas políticas y gestiones públicas en México desde el 2020 hasta el día de hoy será sin duda una potencial catarsis de la Gestión Estratégica del Capital Humano en el sector productivo y de servicios especializado en nuestro país, y uno de los principales afectados lamentablemente será nuestro sector aeronáutico y aeroespacial. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así, pues todavía puede enmendarse el camino.

Reconociendo esta potencial crisis -recordemos que no hay crisis menor ni despreciable, por improbable o distante que pudiera parecer inicialmente- el sector privado debe presionar a la actual administración para generar estímulos que reviertan esta situación. Ya no estamos en un momento donde podemos conformarnos con la situación, o esperar a que el futuro nos caiga encima sin estar plenamente preparados.   

Citando a un sabio y distinguido profesional mexicano “que no nos sorprenda la sorpresa”. Esta debe ser la consigna que debemos tener en mente para prevenir que la actual crisis que experimentamos se convierta en un detrimento duradero para nuestro sector, para la productividad nacional, para nuestro entorno profesional integral, y para nuestro país en su conjunto. 

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