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28/03/2024

¿Adiós 2020?

José Medina Go… / Domingo, 27 Diciembre 2020 - 15:12

No hay plazo que no se cumpla. Se acabó el 2020. En tiempos comunes y ordinarios, de aquellos de los cuales ya casi nos olvidamos y son parte de la distante memoria histórica, bromeábamos con que queríamos “que ya fuera viernes”. En este caso, tal parece que como civilización esperamos “llegue ese viernes”. ¿Por qué? Porque es 1 de enero del 2021, y eso implica queda atrás el 2020. ¡No se diga más!¡Año nuevo, vida nueva y a olvidarnos de un año desastroso!

Para prácticamente toda nuestra especie, el 2020 es un año digno para ser olvidado. La pandemia del COVID-19 ha sacudido los cimientos de nuestra civilización como nunca nada había tenido ese efecto. Démonos cuenta de lo históricamente profundo que representó esta enfermedad: paralizó al planeta entero por meses. Nada, ni las guerras ni tragedias, habían hecho eso; y referentes de algo similar los podemos encontrar después de empolvarnos hasta las pestañas en los estantes de la historia tratando de encontrar un paralelismo. Apasionante discusión para la historia, pero una tragedia para la humanidad.

Aun cuando haya vacunas y tratamientos para el COVID-19, nada nunca será como antes. Hay eventos que marcan épocas, y este es uno de ellos. En nuestro ámbito de competencia, lo aeronáutico y aeroespacial, tal vez estos cambios se vean de una manera aún mas marcada. No olvidemos la dispersión acelerada de esta infección se dio por la vía aeromóvil, por lo que el impacto en la aviación no puede ser menor.

En un momento donde a nivel global seguimos luchando por una forma de resarcir los daños a nuestra industria, se han avanzado a pasos agigantados los protocolos, medidas técnicas y tecnologías para si no impedir la propagación aérea de esta enfermedad, al menos si limitarla al máximo posible. Seamos objetivos: las crisis son esos catalizadores de los avances e innovaciones, y en este caso no es la excepción. En muy poco tiempo, con muy pocos recursos, se han desarrollado mecanismos trascendentes en tecnología auxiliar y de soporte al aerotransporte para hacer frente a los retos globales de la pandemia.

Excepto en México. Aquí tal parece vamos para atrás, no para adelante. Mientras que en el resto del mundo se ven luces de recuperación, y de esperanza ante un esfuerzo globa, en nuestro país estamos regresando a una situación crítica. Llamada por algunos “semáforo en rojo”, México regresa a esta condición, aunque a todas luces ya estábamos en este problema desde hace mucho. ¿La razón? Hay muchas explicaciones, pero pocas son las verdaderas causas, mismas que al cierre del 2020 vale la pena reflexionar.

Política y mediáticamente para algunos es conveniente manejar, enarbolar y repetir al punto del cansancio (¿tal vez esperando que como sociedad nos repitamos tanto esto que nos lo creamos?) que la causa de por qué estamos regresando al “semáforo rojo” y que se hayan disparado los contagios y trágicas defunciones por COVID-19 es por la “irresponsabilidad de la gente”. Claro, es muy conveniente y ventajoso culpar a la sociedad. Pero si reconocemos lo demostrado en medios nacionales e internacionales realidad que el gobierno federal mexicano deliberadamente controló y aminoró el número de contagios y muertes para fines político-discursivos caeremos en la conclusión que esta situación ha sido crítica por meses, y que en no reconocerlo impidió tomar medidas y políticas públicas eficientes y oportunas, causando innecesarias muertes y afectaciones públicas. Lo anterior no sólo es irresponsable, es negligentemente criminal.

Fácil es decir que “la culpa la tienen otros”, y que “la sociedad es responsable de su salud” como apuntan algunos altos funcionarios. Pero la realidad es otra: la salud pública es responsabilidad del Estado, sus instituciones y funcionarios; ese es su trabajo y para eso se les paga. Con gran indignación como sociedad debemos reconocer que actuamos en virtud de la información, las indicaciones y el ejemplo de nuestras autoridades; por lo que si estamos en esta situación no es culpa sino de aquellos que debieron dar ejemplo como orden silenciosa, no con indignantes acusaciones y reclamos públicos ante aquellos que les observan y critican por su desempeño.

En nuestro sector aeronáutico el tema es igual o más grave. Liderazgo de nuestras autoridades fue lo que no vimos. Las iniciativas y acciones más importantes fueron llevadas por la iniciativa privada; las entidades federales que debieran haber dado ejemplo solo se limitaron a de manera irresponsable guardar un cómodo silencio. El hostigamiento, el ataque, y el abuso a cuantiosas empresas de nuestro sector fue palpable, pues mientras que las operaciones se limitaron no fue así la exigencia de pagos, cuotas e impuestos. No hubo tregua fiscal ni hacendaria, sino todo lo contrario: de donde sea, pero había que sacar recursos. Todavía no sabemos para qué, pero tal pareciera que había una cruzada contra el sector aeronáutico y el sector empresarial nacional.

Críticas, reclamos, súplicas, todas ellas desatendidas por oídos sordos de las autoridades. Es así que mientras podemos perdernos con números, cifras y abstraernos en análisis complejos de datos financieros y estadísticos, también podemos tomar un paso atrás y ver las cosas con la frialdad meridiana de la retrospectiva: como sector aeronáutico mexicano hemos tenido un profundo impacto que nos hará retroceder años, y muchos de los participantes no sobrevivirán mucho. No es el “libre mercado”, es la “asfixia coyuntural” que impulsa la administración pública.

Por otro lado, vemos obras y avances en lo que podrían ser infraestructura estratégica para el país, misma que lamentablemente se verá perdida. De que se van a inaugurar con bomba y platillo no lo dude; y que por fuera quedarán inmaculadas puede usted apostar con confianza. Pero su impacto en el desarrollo estratégico nacional será negativo, perderemos más de lo que ganamos. Una auténtica aberración.

Es así como cerramos el 2020. Nada quisiéramos más que ser optimistas, y que pasemos estas fiestas decembrinas con esperanza, con cercanía, con calor de hogar. Pero no sólo esto no es posible, sino que tal pareciera todo lo contrario. No nos engañemos, para algunos este pareciera era el plan. Es por eso que como sector debemos tomar la iniciativa y cambiar las cosas, se ejemplo catalizador, no esperar a que una autoridad inexistente tome la iniciativa y emprender vuelo responsable nuevamente. Debemos tomar ánimos, valorar lo que tentemos, extremar precauciones, y visualizar un futuro donde debemos hacernos cargo del desarrollo, y de esta manera buscar salir adelante y superar esta terrible etapa que hemos vivido.

Finalmente, a todos los gentiles lectores de esta columna, pese a estar concluyendo un año terriblemente complicado, no me queda más que desearles un excelente 2021: que sea un año donde logremos lo que hubiéramos querido en el 2020, y que la altura que tomemos en vuelo sea proporcional al tiempo que estuvimos en tierra este año que concluye.

¡Adiós 2020! ¡Bienvenido 2021!

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