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19/04/2024

Factores externos y crisis autogeneradas

José Medina Go… / Domingo, 3 Mayo 2020 - 20:46

Mucho se ha dicho en torno a esta crisis global del COVID-19 sobre las afectaciones integrales y mundiales al sector económico y productivo. Espacio nos faltaría para describir todas las afectaciones que este evento global traerá a nuestra dinámica internacional, y sin duda quedará en la historia como un gran periodo de separación del antes y después, como un referente del siglo XXI y tal vez como el precursor de un gran cambio de paradigma global. Indudable es que este fenómeno afectará nuestra dinámica como seres humanos de manera integral, y sin duda el sector aeronáutico y aeroespacial serán unos de los principales afectados.

A nivel global esta pandemia ha dado un golpe contundente a la aviación. Decenas de miles -por no decir cientos de miles- de empleos en nuestro sector a nivel internacional se han perdido. Aerolíneas completas ya se han ido a la quiebra, y muchas han tenido que suspender operaciones en un esfuerzo por contener lo incontenible. Lo mismo se puede decir de aquellos ramos comerciales vinculados y de empleos indirectos a la aviación. Desde servicios de mantenimiento hasta asesorías jurídicas, desde refacciones hasta transportistas, y de personal de seguridad hasta administradores externos, todos están recibiendo un muy duro golpe derivado de las medidas internacionales por contener esta pandemia.

Pero si esta grave la situación a nivel internacional, en México estamos rompiendo récord. Incuestionablemente esto es una crisis global, que es una verdadera catástrofe para la economía global, y México es tan sólo uno de tantos países con profunda afectación. Pero a diferencia de otros Estados, el nuestro pareciera que agrava la situación por sus acciones, o (tal vez) por la carencia de ellas. Es un tema que por su amplitud rebasaría los límites de este acotado espacio, pero dejo al lector reflexivo la búsqueda de más información y el arribo de sus propias conclusiones.

Ciertamente, es un tema más complejo que lo aquí planteado, pero uno de los primeros síntomas que esto va de mal en peor para la aviación comercial mexicana tal vez lo encontramos el 17 de abril cuando el Servicio de Administración Tributaria de la SHCP realizó un embargo precautorio a Miguel Alemán Velasco en razón de incumplimiento de pagos y crisis financiera de la empresa Interjet. Esta aerolínea ya se encontraba en problemas desde hace algún tiempo, pero podría decirse que eran “manejables”. Esto fuer hasta la crisis del COVID-19, cuando súbitamente bajaron sus operaciones, sus ingresos, y entraron a una fase de incumplimiento de pagos. El 24 de marzo anunciaron la suspensión de buena parte de sus operaciones aéreas, y el 25 (apenas un día después) diversas arrendadoras incautaron veintisiete aeronaves de la empresa por falta de solvencia para efectos de pago.

Es difícil argumentar que la totalidad del problema de Interjet se debe al COVID-19 (existen otros problemas subyacentes), pero el catalizador primario de una debacle tan acelerada se debió a la falta de apoyos del gobierno federal al sector aeronáutico nacional. Como se comentó en una columna anterior, prácticamente los “dejaron morir solos”. Esta es una posible primera baja, y aunque hay alternativas de que Interjet vuelva a elevar vuelos, lo hará con un gran lastre a bordo. Pero -y no para minimizar ni diluir la situación- esta empresa no es la única: hay otras aerolíneas en México que están al borde de exactamente la misma situación, si no es que peor.

El mismo día que el SAT decidió realizar el embargo precautorio ya señalado, el 17 de abril, presidentes de las Asociaciones de la Industria Aeroespacial de Estados Unidos, Canadá y México enviaron importantes misivas a los ministerios/secretarías de Defensa, Economía y Salud de los tres países ya mencionados para señalar la urgente necesidad de reactivar las operaciones, gestionar estímulos al sector aeroespacial, y armonizar las medidas para el coordinado re-inicio de labores del sector. El argumento principal -y profundamente incuestionable- es que las cadenas productivas del sector se encuentran interconectadas y tienen profunda interdependencia entre instalaciones y proveedores de los tres países, y que la suspensión de labores o el atraso de uno de ellos podría afectar las cadenas integrales en los otros dos, mermando la producción, incrementado costos y retrasando aún más las operaciones integrales.

Lockheed-Martin, Textro, Boeing, General Dynamics, Northrop Gruman, Honeywell, entre otras empresas del sector aeroespacial norteamericano tienen proveedores y sub-contratistas en los tres países, y el atraso de uno de ellos pone en riesgo todas sus operaciones. Por su parte- y tal vez más importante- muchas de sus labores entran en el rubro de Seguridad Nacional, ya que son proveedores del sector Defensa, Salud y Economía. Estamos hablando de tecnología militar vital e insustituible para la Seguridad Nacional, Internacional y Hemisférica; telemetría preventiva y reactiva de operaciones aéreas; transportación de insumos médicos vitales para la atención al COVID-19; hardware y software de telecomunicaciones estratégicas; geoposicionamientos y georreferenciación; y administración de recursos vitales para los Estados.

En consecuencia, no solamente estamos hablando de intereses económicos particulares y privados; la búsqueda de apoyos gubernamentales ante esta crisis es una medida integral para el mantenimiento de la Seguridad Nacional, Internacional y Hemisférica. La respuesta de las autoridades de EUA y de Canadá fue prácticamente inmediata y positiva al sector, sensible ante el contexto y con ánimos de cooperación para el beneficio de sus países y de la región. En el caso de México…no hubo respuesta.

De manera (casi) increíble, el Estado Mexicano a través de sus instituciones y secretarías no respondió a estas cartas ni a sus solicitudes. Lo profundamente preocupante es que, ante un llamado respetuoso, cordial, y para el propio beneficio nacional y de su población, las autoridades gubernamentales respondieron con un ensordecedor silencio, prácticamente ignorando el urgente llamado a la acción. Un sector vital para la Seguridad Nacional de México clamó ayuda para mantenerse, y fue ignominiosamente ignorado. Eso es síntoma inequívocamente alarmante de lo mal que están las cosas.

O las actuales autoridades federales no dimensionan adecuadamente el problema, o no saben cómo proceder, o no entienden que es la Seguridad Nacional, o deliberadamente voltean la mirada de manera negligente para obedecer a otros intereses. No es espacio ni entorno para discutir éstos, pero tal pareciera que es la cuarta alternativa (¿o una suma de las cuatro?). Lo que es un hecho es que se avecina una muy profunda crisis del sector aeronáutico aeroespacial en México, de proporciones difícilmente calculables y predecibles.

Será tema de otra columna plantear una posible solución a esta crisis, y de trazar algunas posibles aproximaciones para hacer frente a la misma. Pero todas pasan por un mismo punto, y por dos paradigmas que deben resolverse. En sabias palabras de personas distinguidas “no se sabe lo que no se sabe” y “quien no sabe a donde va, cualquier camino lo lleva”.

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