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18/04/2024

La aviación post Covid-19

José Medina Go… / Domingo, 29 Marzo 2020 - 20:01

Sin duda el tema del momento -y de las últimas semanas- es el COVID-19, mejor conocido en medios nacionales e internacionales como “coronavirus”. Al margen de que esta descripción caracterizadora es inapropiada (en razón que representa un amplio grupo de infecciones y no sólo la variedad que nos atañe) y que su mera mención es causante de un pánico generalizado, tal pareciera que este es el único tema a nivel global que tiene relevancia. Sin intención de minimizar el problema, de ignorarlo o de depreciar las profundas implicaciones que el mismo tiene, el suscribiente ha buscado (fuera de una colaboración en este espacio hace ya cuatro semanas) evitar el tema; no por negligencia reflexiva sino por una realidad ineludible: el tema de COVID-19 es relativamente temporal, mientras que hay tantos otros temas trascendentes que después de esta crisis continuarán.

Es entonces labor reflexiva del presente que consideremos este escenario: en algunas semanas o meses el tema del “Coronavirus” será rebasado, habremos asimilado importantes lecciones de control epidemiológico y pandémico, e incluiremos en nuestro saber como civilización una nueva experiencia de manejo de crisis. La experiencia nos servirá para modelar el futuro, y sin duda nuevas consideraciones deberán ser incorporadas en la cotidianidad global, y sin duda el porvenir será mucho más complejo y estará enriquecido por esta experiencia transnacional. El COVID-19 quedará en el ayer, pero si somos inteligentes (entendiendo por este término la habilidad para reconocer un problema y darle solución eficientemente) las lecciones perdurarán.

Por su parte, existen temas trascendentes que rebasarán al Coronavirus, y que siguen estando en la agenda global. Entonces pensemos ¿qué nos espera en el mundo de la aviación después de esta crisis global? En primer lugar, nos queda un aprendizaje conjunto y compartido a nivel global de los riesgos inherentes de la propagación epidemiológica por la vía aérea. Recordemos que mientas que el COVID-19 se expandió en China principalmente por vía terrestre, a nivel global se expandió por vía aérea. En muy poco tiempo, este instrumento civilizatorio que es la aviación y que acerca sociedades y eficientiza procesos, fue el medio de transmisión internacional y transcontinental de esta infección. Para cuando la comunidad internacional pudo reconocer el problema y responder ante este reto, era ya demasiado tarde.

Desde esta perspectiva podemos ver una gran ironía: la eficiencia de la aviación superó por mucho la eficiencia de los servicios de contención epidemiológica, y la velocidad del transporte aéreo rebasó la velocidad de respuesta de los Estados contemporáneos. Como hace ya un mes comentábamos en este mismo espacio, este es un riesgo inherente a la aviación, y es uno que debemos asumir como “costo de oportunidad”.

Por otro lado, debemos reconocer sin minimizar ni menospreciar el verdadero tamaño de esta afrenta a la seguridad sanitaria global. Si consideramos el número de casos registrados por COVID-19 y los comparamos frente a la población mundial, el porcentaje es relativamente bajo. De hecho, es sorpresivo que el número de infectados y de lamentables defunciones por este mal sea tan limitado, ya que desde una perspectiva catastrófica el número de contagios podría ser muchísimo peor. En otras palabras, y reiterando la postura del suscribiente de no minimizar ni demeritar el alcance de esta crisis, el COVI-19 es una importante llamada de atención a la Seguridad Aérea Global. Tal vez este suceso sea una oportunidad precursora de prevención ante una pandemia mucho peor, por lo que estamos a buen tiempo de desarrollar protocolos y procesos más eficientes para la atención y gestión de este tipo de incidentes.

La tecnología del siglo XXI nos ofrece herramientas y medios impensables hace apenas veinte años para la atención y contención de estas contingencias. Desde detectores de temperatura corporal hasta pruebas clínicas más eficientes y rápidas, de medios de contención de posibles infectados en aeropuertos hasta tecnología de cuarentena preventiva de bienes y personas, y de medios de identificación y medición de riesgos hasta instrumentos de transmisión de datos internacionales de alta velocidad y valor agregado. Actualmente, contamos con la tecnología y los medios para prevenir y contener este tipo de pandemias globales por la vía aérea.

Surge entonces la pregunta ¿estos medios son infalibles e impermeables ante nuevas infecciones? Por supuesto que no. Ningún sistema es 100% confiable, y no hay recursos infalibles. Sin embargo, estos medios pueden minimizar considerablemente los riesgos de transmisión infecciosa, dando oportunidad a las autoridades sanitarias para emprender acciones preventivas de alto impacto y correctivas de gran eficiencia.

Entonces nos preguntamos ¿por qué si tenemos estos recursos a la mano nos “sorprendió” el COVID-19? En primer lugar, la “sorpresa” es relativa. Desde enero del año en curso numerosas agencias de inteligencia internacionales reportaron al COVID-19 y generaron predicciones epidemiológicas y de las posibles implicaciones de que esta infección se convirtiera en epidemia y pandemia. Lamentable y trágico -pero relevante para nuestra discusión- es ver que dichos pronósticos se han cumplido casi en su totalidad. El problema realmente estribó en que muchas autoridades gubernamentales a nivel global hicieron caso omiso o francamente desestimaron estos reportes. De hecho, no nos sorprendería saber que muchos ni siquiera sabían que estos reportes existían. Esto nos habla de un grave problema de Administración Pública, de sensibilidad racional y de apreciación por los aportes de Inteligencia Preventiva.

Como resultado de esto, para cuando muchos gobernantes tomaron noción del tema era demasiado tarde. Es entonces donde se tomaron medidas, lamentablemente reactivas. En otras palabras, mientras que la tecnología y los medios preventivos existen ya estos no fueron empleados, y cuando se reaccionó a la contingencia su efecto fue mucho menos eficiente: demasiado poco, demasiado tarde.

Esta es la gran lección que nos debe dejar el COVID-19, al menos para nuestra industria: debemos hacer caso de los reportes de Inteligencia Preventiva de estos riesgos (internos) y amenazas (externas), y en base a ello tomar oportunas decisiones de carácter preventivo para implementar medios y recursos tecnológicos disponibles en protocolos te contención y atención oportuna para minimizar en la media de lo posible la transmisión de enfermedades infecciosas por la vía aerotransportadas. De igual forma, esta experiencia nos debe servir como el contexto de oportunidad para que estas medidas preventivas se implementen y mantengan de manera permanente, así como reforzar las capacidades públicas y privadas de Inteligencia Preventiva, que serán nuestra primera llamada de atención si son llevadas a cabo de manera profesional.

El COVID-19 pasará, pero las lecciones deben perdurar. Hacer caso y prepararnos es de sabios; ignorar las experiencias pasadas es negligente; pero tener antecedentes contundentes y deliberadamente menospreciarlos es aberrante.

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