(Una perspectiva de un piloto estudiante, encargado de la limpieza del pizarrón, gises, borrador y proyector de diapositivas).
México, D.F. Octubre 1973, Escuela Mexicana del Aire.
Antecedentes:
Desde primero de Secundaria hasta tercero de Preparatoria, (seis años) fui encargado de limpieza del pizarrón, gises y borrador. Cargo que me forzaba a no faltar a clases y llegar unos minutos antes que todos.
Nuestra primera clase de Medicina de Aviación.
De esa generación, no llegábamos a ser más de nueve alumnos. Diez minutos antes de las 14:00, hora a la que llegaría el Doctor Luis Amezcua a impartirnos nuestra primera clase de Medicina de Aviación, ya estaban sentados hasta adelante todos mis compañeros, menos un servidor; me encontraba unas filas atrás de ellos en una silla más alta y una como pequeña torre donde se ponía el proyector de transparencias o de cine.
Llegó puntual y el Cap. Francisco de Iturbide Magallón (Director de la Escuela) nos lo presentó (ellos eran amigos y Militares de Carrera).
Su clase comenzó así:
Les voy a dar de una vez los dos principales conceptos que deben grabarse con cincel y martillo en sus mentes, para el resto de su vida profesional, estas serán las únicas dos preguntas del examen final, por lo que pueden apuntarlas:
1.- Nunca vuelen con catarro o un cuadro gripal; la integridad de sus membranas timpánicas valen mil millones de veces más que el puesto de capitán ya sea de un Concorde, un Tupolev 144 o de un Jumbo Boeing 747.
2.- Recuerden siempre antes de encender los motores, precisamente durante la Inspección Inicial la palabra CRIISTO (con doble “i”)
C= Cantidad
R= Reguladores
I= Indicadores
I= Intercomunicación
S= Sujeción de la Máscara
T= Tanques
O= Oxígeno
No solamente aprendí estos conceptos, sino que los apliqué siempre.
Posteriormente sacó de una caja de cartón color amarilla un carrusel cargado desde el principio a fin de diapositivas numeradas y marcadas para colocarlas correctamente.
Cuando me las pasaba uno de mis compañeros se nos cayó de las manos y al rebotar el multicitado carrusel en el piso se salió el disco que las aseguraba y se regaron todas las diapositivas.
Con una voz tranquilizadora el Doctor me dijo: no te preocupes, solo coloca la número tal, tal y tal. Después de la clase las volvemos a poner. En ese momento volví mi cabeza para atrás para subirme a la silla de “cácaro” y para mi sorpresa el salón se encontraba lleno de gente, más de 70 personas muchas de ellas paradas.
Eran pilotos estudiantes de otras escuelas, y luego me enteré que también había pilotos de otras empresas, médicos, pilotos militares, controladores de tránsito aéreo, sobrecargos, mecánicos, ingenieros aeronáuticos, etc. Se habían enterado de que el Doctor Luis Amezcua daría una clase inicial de Medicina de Aviación.
Me di cuenta de que no eran clases, eran conferencias magistrales y duraban más de dos horas. Todas sus clases (conferencias) tuvieron una asistencia similar. Al final se le brindaba un fuerte, largo y caluroso aplauso.
Hoy, en este día, de lo único que puedo presumir, es que fui el “Encargado Oficial de Logística” de las Conferencias de nuestro querido Dr. Luis Amezcua.
Gracias, mi estimado Octavio, por permitirme compartir una de tantas semblanzas personales que tengo de tu Papá.
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