Recientemente comentábamos del Jet-lag donde prometí hablarles un poco más acerca de los llamados Ritmos Circadianos que son tan importantes para el funcionamiento adecuado de nuestro cuerpo, y que se estudian con detenimiento en muchas importantes universidades del mundo desde hace algunas décadas.
Haciendo un poco de historia, hasta antes del 18 de noviembre de 1883 existían las llamadas zonas de tiempo standard; para darse una idea, más de 100 diferentes zonas de tiempo existían en los Estados Unidos, basándose en el tiempo de “sol” de los diferentes pueblos y determinado el mejor tiempo estimado de “medio día”, de tal manera que, por ejemplo, solamente el estado de Michigan tenía 27 diferentes tiempos locales.
Los problemas para coordinar los itinerarios del ferrocarril (primer medio de transporte masivo) obligó al sistema de trenes de los Estados Unidos a acordar la estandarización de sus tiempos locales en el año de 1883. Al año siguiente, en 1884, se realizó una conferencia mundial para tratar de normar el uso internacional de un horario organizado, y si bien no se llegó a ningún acuerdo al respecto, sí se consiguió la muy importante determinación de nombrar como meridiano “cero” al que pasa por Greenwich (Inglaterra), siendo hasta el año de 1912 en París que los países acordaron buscar una regulación respecto al empleo de los husos horarios.
Fue el gobierno de los Estados Unidos el que emitió un acuerdo legal a fin de regular las zonas de tiempo el 19 de marzo de 1918, asumiendo el sistema de cuatro zonas horarias (misma que permanece en los Estados Unidos continentales), situación que rápidamente fue adoptada en todo el mundo, creándose como consecuencia el sistema de los 24 husos horarios que hoy en día conocemos.
Aunque desde el siglo XVI ya existían varios estudios acerca de los trastornos del cuerpo con los cambios de luz, el término “Circadiano” (derivado del latín CIRCA DIES, que quiere decir “acerca de un día”) fue introducido por el científico de origen rumano Franz Halberg en 1959 en la Universidad de Minnesota, y se refiere a un periodo de tiempo que se aproxima a 24 horas de duración, variando entre 20 y 28 horas (son varios los científicos que afirman que el ciclo es de 25 horas en los humanos), y es comúnmente aplicado a funciones biológicas rítmicas que son reguladas por un “reloj biológico” interno que está en relación con el ciclo natural dormir-levantarse y/o las influencias del medio ambiente (el ciclo solar día-noche, temperatura, desenvolvimiento social, etc).
Ejemplos de Ritmos Circadianos son la variación diurna de la temperatura del cuerpo, ritmo cardiaco, pérdida de líquidos corporales por evaporación y secreciones de diferentes productos del cuerpo como hormonas adrenocorticales (como son el cortisol y aldosterona), secreciones digestivas o producción de alguno de los tipos de glóbulos blancos (eosinófilos) en la médula ósea.
El "reloj biológico" interno está controlado por una especie de marcapaso circadiano que es la sección del cerebro conocida como el núcleo supraquiasmático que se encuentra dentro del Sistema Nervioso Central (SNC). Este núcleo supraquiasmático consiste en un par de estructuras que contienen unas 20,000 neuronas y se encuentra en el hipotálamo anterior, donde se cruzan los nervios ópticos (Quiasma Óptico), y es al parecer esta proximidad al nervio óptico la que explica su reacción a la luz, que parece desempeñar el papel más importante en el origen de nuestro reloj circadiano, pues la luz del sol se utiliza para mantener el reloj del día a día.
Recordemos que las señales de luz son recibidas por el SNC a través de la retina (que se encuentra en el fondo del ojo y hace las veces de “película fotográfica”), y es por eso que se ha concluido en estudios que los ciegos pueden tener problemas con su sueño, ya que es difícil para ellos obtener las señales de tiempo necesarias para ajustar sus relojes circadianos. Otros factores pueden afectar el SNC y el ajuste del reloj circadiano, entre los que se incluyen varios tipos de medicamentos, los ciclos hormonales y el ejercicio.
Hay muchos problemas de salud asociados con una alteración en el ritmo circadiano de sueño. Estos pueden ser temporales, donde se incluyen el jet-lag y los trastornos causados a las personas que trabajan turnos nocturnos, o por deterioro en el ritmo circadiano del cuerpo, como el llamado “trastorno afectivo estacional” (que es un tipo de depresión) donde el ritmo se altera debido al cambio de longitud del día (especialmente en los países nórdicos, donde en los meses de invierno los períodos de obscuridad son muy largos), o bien el “síndrome de fase del sueño retrasado”, que afecta el tipo de sueño, el ritmo de la temperatura del cuerpo, el nivel de atención del individuo y el ritmo hormonal, y que es causado por una anormalidad del ritmo circadiano de tal manera que quienes lo padecen duermen muy livianamente las primeras horas del sueño y muy profundo las últimas horas, haciendo que los despertadores no logren cumplir su cometido.
Por otra parte, hay una gran cantidad de hormonas que tienen que ver con el ritmo circadiano normal, pero la hormona conocida como melatonina es una variable biológica importante que afecta el reloj circadiano a través de la temperatura corporal. La melatonina es producida por la glándula pineal y tiene una función día/noche, de tal manera que se producen picos de secreción durante la oscuridad y disminuye durante el día. La experimentación ha demostrado que la melatonina puede cambiar el reloj biológico, modificando el ritmo circadiano de tal manera que la melatonina puede utilizarse como medida terapéutica para regular el sueño, aunque siempre recomendaré que se haga bajo tratamiento de su médico de confianza.
Si usted, o algún conocido acostumbran dormir con el televisor o la luz encendidos, tenga en consideración que su resplandor puede ser el factor de que su sueño no esté resultando efectivo.
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