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25/12/2024

Replanteando la estrategia de desarrollo aeronáutico integral: el centro de gravedad (5)

José Medina Go… / Domingo, 1 Mayo 2022 - 17:45

Sintéticamente, el “Centro de Gravedad” de un fenómeno es el componente específico de un proceso en un tiempo, espacio y circunstancia específica donde se puede ejercer mayor influencia en el desarrollo y desempeño del mismo de manera contundente y eficiente. Determinar un Centro de Gravedad para incidir contundentemente en un sistema complejo caracterizado por un muy elevado número de variables dependientes, independientes e intervinientes -tal como es la aeronáutica nacional- requiere obligadamente de un análisis profundo, integral y multidimensional. Eso es exactamente lo que hemos procurado en las últimas columnas del suscribiente; y es tema que ocupa a la actual: el determinar exactamente cuál sería el factor de mayor incidencia para poder incentivar una nueva etapa de desarrollo aeronáutico integral en nuestro país.

Como hemos señalado con anterioridad, el actor natural para realizar tal gestión es la Iniciativa Privada; pero reconociendo las actuales condiciones nacionales es francamente poco probable que haya los elementos de confianza necesarios para incentivar la inversión privada en los rubros y cantidades necesarios para influir determinadamente en la gestión trascendente de la aeronáutica nacional. Deja esto entonces la única opción viable: la inversión pública.

Sin duda, habrán voces que argumentarán que la actual administración federal ha hecho una “inversión histórica” en la aviación nacional. Seamos serios: el Aeropuerto Felipe Ángeles no fue “inversión”, fue gasto ineficiente; y su trascendencia es tan minúscula que tiene poco o nulo impacto en dar confianza para la inversión y detonar procesos trascendentes en nuestro sector. Más bien son lo contrario, y las evidencias documentales (no discursivas) se acumulan en este sentido.

Entonces ¿dónde podría invertir el gobierno para detonar estos procesos estratégicos? Debemos también reconocer que el actual régimen se ha caracterizado por su poca transparencia, su poca eficiencia, y esencialmente por hacer procesos complejos en casi imposibilidades físicas. Plantear que lanzarán una “aerolínea del Estado” sería un absurdo (aunque ya se sugirió), y promover la inversión pública en actores privados (inyectando dinero público en empresas cuyo discurso es alineado al dogma de la 4T) tiene sus límites legales y sería un contrasentido a lo que se busca.

¿Entonces? La solución es relativamente sencilla, pero compleja en su accionar. El Estado Mexicano debe invertir trascendentemente en su componente aéreo permanente para modernizarlo y llevarlo a estándares internacionales, rebasando lo más posible las actuales condiciones conceptuales, operacionales, técnicas y tecnológicas para promover un desarrollo interno y externo que rompa la inercia de desaceleración que tiene el sector actualmente. El estímulo debe aplicarse de manera profunda en un componente inherentemente estratégico, que tenga constante interacción con los sectores públicos y privados, nacionales e internacionales; y que tenga la necesidad operativa de tener interacción internacional constante y en permanente estado de mejora continua.

Solo hay una entidad que reúne todas estas características: la Fuerza Aérea Mexicana. Es la única Fuerza Armada que es de carácter permanente y especializada en el entorno aéreo. Podríamos considerar a la Aeronaval, pero en razón que su misión es apoyar a las operaciones navales exclusivamente, no reúne las características necesarias para considerarla como el Centro de Gravedad que buscamos. Pero la FAM sí. Y es un área de la Defensa Nacional que requiere urgentemente un estímulo considerable.

Siendo totalmente realistas, y sin demeritar a la institución y al personal militar que la integra, nuestra Fuerza Aérea está francamente atrasada y limitada innecesariamente. Las aeronaves de intercepción, transporte y soporte aéreo, su tecnología e incluso la capacitación del personal que la opera no está ni remotamente al nivel de los estándares internacionales mínimos necesarios. Tenemos un rezago de décadas, y aunque mucho se ha hecho por fortalecer a la institución conflictos, pugnas y una cultura organizacional poco apropiada en la SEDENA la han relegado a un segundo término frente a su homólogo militar terrestre. Esto es algo que cualquier persona que conozca el medio lo sabe y es prácticamente incontrovertible en los hechos.

Sin embargo, dado que la titularidad del Ejecutivo Federal tiene la intención de apoyar tanto y como nunca a las Fuerzas Armadas, el primer lugar donde debería destinar importantes y grandes recursos es nuestra Fuerza Aérea. Renovar nuestra flota de ala fija y rotativa, adquirir aeronaves de última generación, sustituir aeronaves con motores de combustión interna (hélices, cilindros y pistones) por sus contrapartes a reacción (turbinas), e incluso incursionar en nuevas tecnologías es el camino a seguir. Cambiar nuestros sistemas de telemetría, de comunicaciones, de aviónica y de electrónica de aviación; una verdadera revolución en el pensamiento y aplicación militar aérea en México. No sólo orientado a la Defensa Aérea, este proceso de innovación debería ver a la FAM como un instrumento de proyección global, con todo lo que eso implica. 

¿Qué lograremos con eso? ¿No sería un gasto innecesario para México? Todo lo contrario. Adquirir estos recursos obligaría a desarrollar nuevas capacidades logísticas, de abastecimientos y de soporte. Obligaría a modernizar nuestra Doctrina Aérea, y por tanto a capacitar a todo nuestro personal muy rápido y a un nivel nunca antes visto. Forzaría a emplear proveedores civiles que a su vez requerirán nueva tecnología y nuevas técnicas de manufactura, servicio y atención. Promovería nuevos desarrollos educativos nacionales, y, por lo tanto, una derrama económica mucho mayor.

Promovería la inversión privada (siempre es buen negocio ser proveedor de las Fuerzas Armadas), y los aportes y avances derivados beneficiarían a toda la industria. Veríamos poco a poco como esas tecnologías y avances adquieren aplicaciones civiles, y en poco tiempo tendríamos un entorno propicio para la inversión directa, indirecta, coyuntural y tangencial. Veríamos una mayor cooperación (obligada) entre las autoridades y los actores particulares, y un mejor entorno para el intercambio de conocimientos y prácticas entre actores nacionales e internacionales. Sería un ganar-ganar.

Sin duda el argumento se puede expandir mucho más, pero con un poco de reflexión bien informada, el lector podrá ver la trascendencia de lo aquí expuesto. El Centro de Gravedad para el trascendente Replanteamiento de la Estrategia de Desarrollo Aeronáutico Integral de México es la Inversión Pública bien orientada en el corto, mediano y largo plazo para modernizar y proyectar a la Fuerza Aérea Mexicana. Sin duda, este planteamiento inicialmente tendrá sus objeciones, y será labor de la columna siguiente abordar algunas de carácter preliminar. Pero desde la argumentación que hemos ido construyendo desde hace más de un mes en este espacio la conclusión es clara, lógica y natural. Hasta el momento, las actuales autoridades nacionales no han presentado algún planteamiento serio, coherente o realizable. He aquí una propuesta clara. Debemos valorar sus méritos, o proponer algo mejor.

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