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23/11/2024

Esperando lo imposible

José Medina Go… / Domingo, 6 Febrero 2022 - 23:26

El ámbito de la aeronáutica nacional desde hace un par de años se ha visto rodeado de incontables dificultades y factores que alteran el entorno, así como influyen en la imagen y presencia internacional de México ante la comunidad internacional. Hasta el cansancio se ha hablado de la cancelación del NAIM en Texcoco, el “rediseño” de las aerovías en el Valle de México, los incuantificables escándalos de la AFAC, la cuestionable labor de SENEAM, las intransigentes opacidades de la SICT, la obscuridad casi absoluta en el manejo de la obra del Felpe Ángeles, entre muchos temas más.

Significativo es que, a cada crítica, comentario, observación o nota en torno a estos temas, más que verlas como una aportación fundamentada, las autoridades directas -y hasta las indirectas- lo toman como una afrenta, como un reto, como una invitación al conflicto; y en vez de responder de manera coherente, armonizada y con la dignidad que debe caracterizar su función, no bajan de desacreditación, de injuria, de mentiras sin sustento, de ataques cualitativos, y de desinformación disruptiva. 

Suficientemente malo es que esto lo hagan con la “crítica” nacional. Pero verdaderamente indignante es que recurran a ese mismo repertorio incoherente de insultos insustentables y descalificadores con autoridades internacionales, con especialistas de gran renombre, e incluso con la propia realidad. Recordemos el caso de un “tren” en el que “iba” el titular del ejecutivo federal de visita de supervisión en un “aeropuerto casi terminado” junto con otros notables funcionarios de primer nivel, sólo para que en plena exhibición mediática quedara demostrado que iban en un simulador, que las imágenes eran videograbadas, y que era un burdo intento de engañar con avances de algo inexistente. 

Lo peor de todo fue cuando, enfrentados a la realidad, todavía se mantuvieron empujando a como diera lugar la mentira manifiesta, y en vez de cuadrar una historia explicativa se aferraron a un engaño frustrado. Si a nivel nacional esto fue indignante, ¿cómo cree usted que nos vieron a nivel internacional? Y eso es lo público; de carácter reservado y con bastante sigilo se mantienen otros incidentes, casos y situaciones de la aeronáutica nacional con la mayor secrecía, ya que su divulgación augura una crítica y desprestigio internacional sin precedentes. 

Pero no hay tiempo que no se cumpla, ni telón que no se levante. Es la regla de la Administración Pública, que tarde que temprano debe de dar resultados, buenos o malos. Y la fecha terminal la escribió el mismo titular del ejecutivo, cuando marcó al 21 de marzo como la fecha de inauguración del “Aeropuerto Internacional Felpe Ángeles” en lo que es la Base Aérea Militar No. 1 en Santa Lucía, Estado de México. Un proyecto que ni de lejos le llegaría al NAIM, con problemas técnicos profundos que a la fecha no tienen solución, y con cuestionamientos nacionales e internacionales que, pese a que las autoridades han hecho hasta lo imposible por desacreditar a las entidades y personas que los han señalado y sustentado, no han podido dar cabal respuesta.

Entre las entidades que dirigen la construcción (completamente atípico que sean ellos los que construyen aeropuertos en México y/o en el mundo) hasta las autoridades aeronáuticas nacionales (AFAC, SENEAM) no podemos encontrar respuestas claras a preguntas manifiestas. Tan sólo se limitan a emplear lemas institucionales enmarcados como terminantes determinaciones personales (“Cumpliremos la misión”, por ejemplo) y a manifestar porcentajes de avances espectaculares. El problema es que, si no hay un marco de referencia contra que compararlo, el dato es irrelevante.

El punto es que no hay respuestas, y la fecha se acerca. “Llueve, truene o relampagueé” el Felipe Ángeles se va a inaugurar el 21 de marzo del 2022. O bueno, lo que ciertas autoridades quieren que la gente vea. Existen incontables factores por los cuales simplemente en esa fecha no se podría terminar el proyecto. Y la razón es sencilla y que cualquier ingeniero civil constructor profesional y con experiencia puede apuntar sin dilación: se puede proyectar el desarrollo y conclusión de una obra, y puede haber una fecha de entrega tentativa; pero no se puede acelerar ni apurar una fecha. Si se hace, se corre el enorme riesgo de que las cosas no queden bien, y eso en un aeropuerto es letal.

¿Cuál es la solución? Sencillo: se inaugura una parte, y lo demás se termina en fecha posterior. Lo importante es la foto, el evento, la imagen a los medios, demostrar “que si se pudo”, “que se cumplió”. Callar a los críticos, obtener buenas opiniones de algunos medios, celebrar públicamente un éxito aparente contra toda adversidad. Los detalles, aspectos por terminar, y aspectos que no se terminaron, pues así se quedarán hasta que se puedan atender o bien poco a poco irán saliendo. Pero fuera de cámaras, fuera de críticas, cuando la atención esté en otro lado y se note poco. 

Pareciera un script anunciado ya, y espero francamente estar equivocado en la prospectiva manifiesta. Pero a casi dos meses de distancia ya se aprecia que esto va a pasar. Y si desde una perspectiva limitada y admitidamente con información acotada como la de un servidor se pronostica esto, ¿se imagina usted qué prospectiva pueden generar especialistas nacionales y autoridades internacionales en torno a lo que se avecina? Le aseguro que no es favorable, y es explica en buena parte por qué mientras más nos acercamos a esa fecha más reservas, más cautela, más silencio y más introspección mantienen estos actores y entidades frente al Felipe Ángeles y en torno a la aeronáutica nacional mexicana en su conjunto.

No cerremos los ojos ante lo evidente: la inversión extranjera en materia aeronáutica en México se ha contraído sustancialmente, muchos actores y empresas internacionales han salido o están saliendo del país, las autoridades internacionales cada vez tienen menos confianza en sus contrapartes nacionales, cada vez hay mayor incertidumbre, y los cielos se nublan con grises y densas capas de dudas y falta de transparencia. Se puede ocultar la realidad una temporada, pero nada es eterno. 

Es así como el Felipe Ángeles se acerca a su “inauguración” y también a su debacle. Sea lo que sea, éxito o fracaso, a partir del 21 de marzo quedará claro. Y en un sentido u otro, para bien o para mal, para laudes o críticas, imposible será ocultarlo. No habrá mentira o desinformación que oculte la realidad, y aunque a la distancia parezca un desenlace, el tiempo y la evidencia innegablemente demostrarán el verdadero valor de este proyecto.

Aquí queda claro el pronóstico del suscribiente. Evidentemente, usted tendrá su opinión, tan respetable y válida como la de cualquier ciudadano informado. Veremos que ocurre, solo no nos neguemos a ver lo obvio, pues no hay nada más elusivo que lo autoevidente.

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