Ya desde noviembre del año pasado presentábamos y reflexionábamos sobre el potencial de desarrollo aeronáutico y aeroespacial que tiene nuestro país durante la Administración Federal 2018-2024. De igual forma, indicábamos que existen rubros que no quedan del todo claros y hay otros donde se aprecia un silencio sepulcral que advierte un lúgubre abandono y un ignominioso olvido. Uno de ellos –crítico para el futuro estratégico de nuestro país– es el desarrollo en el ámbito espacial, tanto a nivel científico-tecnológico como de inversión, preparación, capacitación y participación internacional.
Desde las primeras declaraciones del ahora titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Javier Jiménez Espriú, se percibía una total falta de atención a interés al entorno espacial, relegándolo a un segundo plano, y una casi total omisión de la Agencia Espacial Mexicana. Es lamentable que, a tres meses de iniciada esta administración, el pronóstico emitido se va concretando, y parece que progresivamente está recibiendo menos atención oficial esta importante veta de desarrollo y gestión nacional. Es innegable que los sectores privado y académico siguen avanzando en esta dirección, tal vez por la inercia del pasado o por la esperanza de que se enmendará el camino y habrá en el cercano porvenir una rectificación confirmatoria que aliente el desarrollo en este sector. De hecho, hasta el momento FAMEX (la Feria Aeroespacial Mexicana, propuesta para abril del presente año en la Base Aérea Militar No. 1, Santa Lucía, Estado de México) sigue en pie como el evento oficial más importante en este tema en México, siendo el anfitrión la Fuerza Aérea Mexicana.
Pero fuera de estos esfuerzos programados, la SCT todavía no plantea un escenario claro en torno a la visión, promoción y desarrollo del ámbito espacial en nuestro país. Esto es sin dudas preocupante y lamentable, ya que los efectos de este tipo de indefiniciones no son inmediatamente aparentes pero sus efectos son trascendentes.
La tendencia global contemporánea se orienta al desarrollo espacial, caracterizado por una alianza estratégica entre los Estados y sus gobiernos en turno, el sector académico-científico que gestiona la innovación en este rubro, y la inversión corporativa-privada que da forma y materializa estos avances. Es así como empresas particulares como ARCA Space, SpaceX, XCOR, y Virgin Galactic actualmente se han convertido en pioneros y puntas de lanza en desarrollos aeroespaciales, compitiendo, y en ocasiones superando, las capacidades científico-tecnológicas de los Estados.
De hecho, hay más de ciento catorce empresas privadas en el mundo cuyo giro es del desarrollo de tecnología espacial, al menos trece se encuentran desarrollando capacidades de despliegue supra-orbital, y tres ya tienen capacidad de llegar de manera autónoma al espacio y regresar a la superficie terrestre de manera segura y eficiente. Lo que parece ficción ya se está convirtiendo en realidad, ya que entidades destacadas como la NASA de Estados Unidos o la Agencia Espacial Europea han establecido vínculos y contratos con algunas de estas empresas para que éstas puedan llevar a cabo misiones espaciales en su nombre. Esto se debe a que para estas entidades gubernamentales e interestatales es más rentable, más eficiente y más ventajoso contratar empresas privadas para llevar a cabo sus operaciones supra-orbitales.
Es así como vemos una tendencia internacional a las alianzas estratégicas entre el sector público y privado en materia de gestión, desarrollo y proyección espacial. Poco a poco el espacio se está convirtiendo en un entorno comercial competitivo, donde los Estados no pueden ejercer su soberanía pero puede ser usufructuado por particulares con los medios y recursos necesarios. Recordemos que la tecnología para llegar a espacio existe desde hace más de setenta años, por lo que no es sorpresivo que estos medios estén cada vez más al alcance de particulares. Lo realmente sorpresivo es que estos temas casi no se discuten en México, y que en vez de avanzar en esta dirección parece que nos atrasamos cada vez más y nos quedamos fuera de la discusión global.
Se ha reiterado la urgente necesidad de que el Estado Mexicano a través de sus instituciones especializadas defina una postura en torno al desarrollo aeroespacial y espacial del país. Esta definición y planteamiento estratégico no se substituye por una feria, por un discurso mediático o por retórica social. Solo las acciones claras, contundentes, bien diseñadas y planificadas son suficientes para empezar a trazar el futuro del país en este ámbito. Recordemos que el desarrollo espacial sigue siendo uno de los entornos más rentables y con mayor crecimiento sostenido en los últimos años, y la tendencia señala que esto se incrementará considerablemente.
Es por ello que es urgente que México se “suba” a esta tendencia global, y reconozca con visión estratégica de Estado que debe aliarse al sector privado, no como competencia o como subordinado sino como iguales. He ahí el reto de la presente administración en materia espacial, y un urgente exhorto a voltear la mirada hacia arriba y tratar de ver más allá de los cielos azules a un espacio oscuro pero estrellado, un entorno donde los sueños de hoy serán las realidades cotidianas del mañana. Solo nos falta decidir si vamos a llegar nosotros por nuestros medios o seremos llevados por otros.
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