Ante las decenas de vuelos que han sido cancelados en el suroeste de los Estados Unidos en lo que va del verano, cada vez se acumulan más evidencias de que el ascenso de la temperatura ambiente atribuido al calentamiento global está afectando el desempeño de las compañías aéreas, con una perspectiva de millones de dólares en pérdidas en las décadas por venir debido a las restricciones de peso al despegue.
Y es que de acuerdo con el artículo científico "The impacts of rising temperatures on aircraft takeoff performance", publicado recientemente en la revista Climatic Change, es posible que entre un 10 y 30 por ciento de los despegues diarios durante las horas más calurosas del día tengan fuertes limitaciones de carga, pasajeros o combustible.
Para este estudio, un equipo de trabajo de la Universidad de Columbia tomó como muestra 5 tipos de aeronaves –Boeing 737-800, Airbus A320, Boeing 787-8, Boeing 777-300 y Airbus A380– que llevaron a cabo operaciones en 19 aeropuertos localizados en diferentes países.
Específicamente, se analizó la información relativa al desempeño de las aeronaves y su peso, comparándola con las proyecciones de temperatura a futuro.
Las conclusiones apuntaron a que los vuelos comerciales que despeguen en las horas más cálidas del día posiblemente tendrán que reducir su peso de 0.5 a 4 por ciento de su capacidad máxima, en caso de que las condiciones de temperatura sean relativamente altas.
Aunque estos porcentajes parecen bajos, su acumulación involucra un pérdida constante de ingresos, ya sea por la reducción en el número de pasajeros pagados o de carga facturada transportada.
Asimismo, las aeronaves en rutas de largo recorrido serían las más afectadas, ya que requieren gran cantidad de combustible y frecuentemente vuelan en su peso máximo de despegue.
Temperatura vs. elevación
El aumento en los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre ha provocado fluctuaciones de temperatura en varias partes del planeta, generando eventos climáticos extremos como sequías prolongadas y olas de calor intensas. Escenarios como estos ya han demostrado su poder de afectación sobre la industria aérea en algunas partes del mundo.
A finales de junio American Airlines canceló más de 40 vuelos desde Phoenix, Arizona, ya que la temperatura a nivel de pista alcanzó los 48.8 grados centígrados.
En gran parte, estas interrupciones fueron consecuencia de la falta de instrucciones para este tipo de temperaturas en los manuales de operación de aerolíneas comerciales.
Asimismo, con temperatura ambiente elevada, la densidad del aire disminuye, lo que provoca que la fuerza de sustentación (la cual hace que la aeronave se eleve) se reduzca.
En estos casos, los operadores pueden optar por dos soluciones: si la potencia del avión lo permite, aumentar el gasto de combustible para el despegue. O, si la longitud de la pista lo permite, aumentar la velocidad para llevar a cabo esta operación.
Perspectivas y posibles soluciones
En promedio, las temperaturas globales han subido casi un grado desde 1980, lo cual está induciendo repercusiones negativas en varios aspectos de la vida cotidiana. Y para el año 2100 se estima que la temperatura subirá otros tres grados centígrados, por lo cual muchas actividades humanas pudieran verse restringidas severamente.
No obstante, las altas temperaturas no son el único riesgo: existen algunos aeródromos ubicados en zonas costeras que, de acuerdo con modelos de predicción que prevén que el derretimiento de las capas glaciales, serán propensos a sufrir inundaciones.
Ante esto, los científicos de la Universidad de Columbia prevén que puedan mitigarse estos impactos al optar por efectuar los despegues en horas del día que no sean tan cálidas. Esto supone una opción complicada en términos de logística, dado el incremento del tráfico y la saturación de aeropuertos.
Menos factible es la ampliación de las pistas de despegue (para darle oportunidad a la aeronave de alcanzar mayor velocidad), pues algunas terminales se ubican dentro de zonas conurbadas.
Finalmente, sugieren que la industria adopte nuevos diseños de motores y aeronaves. Sin embargo, estas adecuaciones representarían muchos gastos, pues muchos aviones actuales tienen altos estándares de eficiencia de combustible.
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