El cambio climático es uno de los problemas más apremiantes de nuestro tiempo. A medida que la población mundial continúa creciendo, los efectos del cambio climático en los seres humanos y el medio ambiente se vuelven más evidentes: el aumento de las temperaturas en algunas partes del mundo provocará deshielos, sequías, e inundaciones, pero también migraciones, cambios drásticos en la distribución de la riqueza, los riesgos de la salud, y la forma en que vivimos. El cambio climático llegó para quedarse, por lo que tendremos que adaptarnos a sus efectos y mitigar en lo posible los daños que nos pueda causar. Por lo tanto, una acción fundamental que tenemos que realizar para vivir dentro del cambio climático es monitorearlo continuamente.
Hay dos formas principales de monitorear el cambio climático: a través de estaciones meteorológicas y de satélites. Las estaciones meteorológicas proporcionan datos en tiempo real sobre el clima en un área muy pequeña y localizada. Podemos usar estos datos para hacer predicciones sobre eventos futuros que podrían ocurrir en esa área, como tormentas, heladas, u olas de calor. Y, aunque las estaciones meteorológicas son muy buenas para monitorear las condiciones locales, no nos brindan información sobre los patrones globales. En principio, podríamos desplegar millones de estaciones meteorológicas distribuidas por todo el mundo y recopilar sus datos para dar sentido a los patrones globales. Sin embargo, este método es costoso por decir lo menos, si no imposible. El cambio climático se trata de patrones globales, por lo que la mejor manera de monitorearlo, si no la única, es a través de la tecnología espacial.
Mediante el uso de satélites de observación de la tierra, la tecnología espacial puede proporcionar una visión global del planeta. Esto puede ayudarnos a ver dónde hay cambios de temperatura u otras variables ambientales y permitirnos hacer modelos predictivos para prepararnos para el cambio climático. El poder de los satélites proviene de su capacidad para monitorear vastas regiones de la Tierra y brindarnos información valiosa sobre lo que sucede en diferentes partes del mundo.
Por lo general, los satélites recopilan datos mediante sensores ópticos, como los que contiene una cámara fotográfica digital. Estos sensores registran la luz en sus diferentes colores, y con eso se pueden medir variables como la temperatura de la superficie terrestre, la humedad y la composición química de la atmósfera, entre otras. Además de los sensores ópticos, los satélites también pueden utilizar señales de radar. Estas señales de radar son ondas de radio que emite el satélite y que al rebotar sobre la superficie de la Tierra transportan información sobre sus propiedades. El satélite recoge onda de radio modificada, la cual, una vez procesada, nos puede dar información sobre la elevación del terreno, su textura y su humedad.
Con esta información, los satélites se pueden usar para muchos propósitos, como monitorear la capa de ozono, detectar cambios en la calidad del aire debido a la contaminación, monitorear la trayectoria de una tormenta, y analizar las emisiones de gases de efecto invernadero de sitios industriales o plantas de energía, entre muchos. Esto hace que los satélites sean una herramienta invaluable para el monitoreo del cambio climático.
La tecnología espacial no solo sirve para hacer viajes a la Luna. La tecnología espacial es esencial para nuestra supervivencia como especie al permitirnos predecir, mitigar y finalmente adaptarnos a los efectos del cambio climático. Es por esto que es importante seguir desarrollándola y perfeccionándola. Nuestro futuro depende de la tecnología espacial, por lo que no debemos escatimar en invertir en ella. Sus beneficios no tienen precio.
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