
Dicen que quienes no conocen la historia están condenados a repetirla y que si la historia se repite, la primera vez es tragedia y la segunda, comedia. Pues algo así puede suceder si los Estados Unidos no se ponen a reflexionar sobre las consecuencias de sus amagos de represalias arancelarias contra todo el mundo, en todas partes, al mismo tiempo, en todos los sectores… y no es broma.
Y es que hoy las cosas ya no son como solían ser. Después de predicar el evangelio de la apertura comercial y la globalización por todo el mundo (incluida China) y usar todos los medios a su alcance para que los países crearan un mercado internacional, aceptaran quitar sus barreras arancelarias y no arancelarias y lograr un mercado global, el paladín de la apertura resulta que siempre no cree en eso y, peor aún, ahora usará los aranceles como el arma para impedir que todas esas naciones a las que convenció de abrirse, penetren sus fronteras.
La apuesta, si bien tiene una lógica, pues el déficit de los Estados Unidos ya es casi inmanejable, se encuentra con un hecho incontestable: el déficit es mayor por el gasto de consumo que por los insumos para transformar. A eso se acostumbró EU y a eso acostumbró a sus socios comerciales. Hoy se arrepiente pero, tal vez, demasiado tarde.
Dar marcha atrás está costando y entre las primeras reacciones está lo que bien apuntó el CEO de Airbus: los aranceles le harán más daño a Boeing que a la fabricante europea y es que ambas tienen su cadena de suministro desperdigada por el mundo, con la diferencia de que Airbus arma la mayoría de sus aviones en Europa. Esto implica que el precio de las aeronaves de ambas compañías, que de por sí es similar aunque las combinaciones de paquetes de refacciones, adiestramientos y demás las haga parecer distintas, ahora sí se diferencien merced a los aranceles de 25% en diversas piezas, que encarecerán el producto final fabricado en Estados Unidos.
Y estamos hablando de que Boeing no está en su mejor momento, incluso dicho por el propio Trump, quien ha estado presionando a la empresa para que logre entregar el avión presidencial (el nuevo B 747) lo antes posible, pues tiene un atraso considerable.
Ahora viene uno de los momentos de prueba más difíciles para la armadora con sede en Seattle, ya que se acerca el juicio contra la empresa por los accidentes de 2018 y 2019 en Indonesia y Etiopía con los B-737 MAX, como resultado de la falla del sistema MCAS, que cobró la vida de un total de 346 personas en ambos siniestros. Al parecer el juicio tomaría rumbos inesperados porque Boeing ya no está de acuerdo en declararse culpable bajo un acuerdo que resultaba muy benévolo para la armadora y que no pudo sostenerse debido a otros incidentes, como el de Alaska Airlines donde se desprendió una de las puertas en pleno vuelo.
Para rematar, muchos europeos, canadienses, orientales y latinoamericanos están cancelando sus reservas de vacaciones para la próxima temporada alta, ante el temor de que las nuevas políticas antiinmigrantes alcancen a los turistas y el clima hostil se traduzca en un viaje indeseable. A ver. E-mail: raviles0829@gmail.com
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