Uno de los grandes retos que tiene el nuevo gobierno, además de perfilar un futuro sustentable y económicamente viable para el país, es centrar su atención en aquellos sectores que pueden potenciar mejor el desarrollo regional y nacional, los que pueden detonar más negocios, empleos y generación de divisas, los que pueden ser una verdadera palanca de crecimiento económico para el país.
Esto es lo que se le ha llamado una política industrial, que consiste en identificar aquellos rubros o sectores donde un país es muy competitivo, o - de otro modo-, dónde hay ventajas que lo sitúan a la cabeza en el concierto mundial.
¿Por qué el transporte aéreo podría ser un sector que sobresalga sobre otros en el país? Bueno, para quien no lo sabe, México es un país pionero en la industria aeroespacial. A inicios del siglo XX, cuando otros países apenas se enteraban de que existían los aviones, en México ya se construían motores, hélices, armazones y se hacían pruebas en los llanos de Pachuca, gracias al ingenio y la pericia de personajes como Juan Guillermo Villasana y como Ángel Lascurain y Osio.
Después, no se sabe muy bien por qué, México dejó de hacer aviones y durante muchos años esta industria estuvo en un impasse en lo que se refiere a la industria que hoy se denomina aeroespacial. Hace algunas décadas, algunos estados del norte empezaron a desarrollar proveeduría para esta industria y hoy somos candidatos al Top 10 de este sector que, a nivel global, tiene un valor aproximado de 700 mil millones de dólares.
El transporte aéreo, por su parte, también tuvo un desarrollo interesante. Hemos tenido aerolíneas de primer nivel (algunas ya desaparecidas, como la antigua Mexicana) y tenemos la tercera o cuarta red de aeropuertos más amplia del mundo. Lo que se necesita no es hacer más aeropuertos sino hacer de nuestros aeropuertos verdaderos polos de desarrollo, con una vocación que les permita crear riqueza y conectar al país, sobre todo a las regiones más alejadas que, a veces, no tienen otro medio de transporte para tener una conexión rápida. Recordemos que la composición de nuestra orografía hace muy complicado y caro el transporte terrestre a ciertas regiones y el avión se convierte en la mejor opción.
Hoy en día lo que requerimos es una red de aviación regional y alimentadora que permita conectar a sitios que, con la quiebra de algunas empresas, se quedaron aisladas. Ahí están aeropuertos como Salina Cruz, Ixtepec, Lázaro Cárdenas y Piedras Negras, por mencionar algunos, que no tienen vuelos regulares y necesitan conectarse.
Este tipo de aeropuerto requiere un avión pequeño porque sus pistas son estrechas y cortas, de modo que las aeronaves comerciales de 100 asientos o más, no entran y no apoyan los propósitos de dar el servicio que requieren las regiones más vulnerables.
Estos y otros temas deben ser analizados cuidadosamente por la nueva administración. La aviación necesita una autoridad muy competente y normas muy claras, apegadas a los estándares de seguridad internacionales que nuestro país ha aceptado.
Pero esto es apenas el inicio. Se requiere más que eso: una visión de Estado, una ruta muy clara que responda a la pregunta básica: ¿para qué queremos aviación? La respuesta es vital. E-mail: raviles0829@gmail.com
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