Esta misma tarde, el secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Jorge Nuño Lara, presentará “un nuevo modelo de la transformación aeroportuaria” en las instalaciones del Centro de Instrucción de Aeropuertos y Servicios Auxiliares “Roberto Kobeh González” (CIIASA). Curiosa forma de dejar un pendiente en manos de la nueva administración, aunque suponemos que ya hay un acuerdo para ello.
En todo caso, este “nuevo modelo” tendría que incluir ciertas características para que la mayoría de los aeropuertos que en este sexenio se reubicaron en la Sedena y en la Marina, se conviertan en reales generadores de divisas, polos de desarrollo y puntos de conectividad con el resto del país.
Es cierto que, al menos en lo que concierne al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), la incursión de la Semar permitió poner unos marcos de orden que antes no se respetaban. Para empezar, el mando único logró que todas las autoridades que convergen en el aeropuerto (tales como Agricultura, Salud, Aduanas, Migración, etc.) se sujetaran a los mismos lineamientos, pero no es menos importante que se haya puesto orden en el uso de los slots que anteriormente eran usados (y abusados) de una manera descarada.
Claro, la reducción de estas franjas horarias ha sido de las peores cosas que le han sucedido al AICM, porque -nos guste o no- es el punto nodal de la conectividad y la puerta de entrada al país. Los convenios bilaterales generalmente otorgan la ruta hacia este aeropuerto como la principal y es lógico que las aerolíneas de todos los países quieran tener este punto como el más importante, sin dejar de considerar opciones como Cancún, Tijuana, Monterrey, Guadalajara o los sitios vacacionales más importantes, pero la Ciudad de México siempre fue el hub donde se concentraban y distribuían pasajeros hacia diversos lugares y el punto de conectividad de las regiones del país. No es justo que lo estrangulen.
Es cierto que le urgían muchos arreglos (algunos están en curso) pero la idea de recortar capacidad con la esperanza de darle más viabilidad al AIFA no logró su cometido y ambos aeropuertos están sufriendo. Ojalá que el nuevo modelo incluya darle a las terminales su tiempo de maduración y estrategia comerciales y de viabilidad en el largo plazo, más acordes con una visión de país con una ruta certera.
Hay otros temas que, se supone, quedan para el siguiente gobierno, a pesar de que se dijo que no sería así. Ahí está el destino de Mexicana, por ejemplo, pero… ¿y el segundo pago a los trabajadores?
Además, al casi final hay la amenaza de una huelga que podría trastocar todo el futuro de la aviación mexicana, ya que Aeroméxico es, se quiera o no, nuestra aerolínea de bandera y se esperaría que el gobierno actuara como un mediador para evitar una huelga que no tiene razón de ser.
Por lo demás, los pendientes son muchos. Esta administración le dio un giro muy distinto a lo que venía funcionando en el transporte aéreo y sin duda que hay algunos buenos frutos de los grandes problemas que se vivieron (la recuperación de la Categoría 1 con un marco jurídico e institucional más fuerte) pero muchos pendientes que ya no pueden esperar porque retrasan el desarrollo del país. E-mail: raviles0829@gmail.com
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