La Reforma Laboral, que fue aprobada la semana pasada en el Congreso, contiene diversas disposiciones que hacen ley lo que debiera ser una práctica normal en la vida de las organizaciones sindicales. Se dice que las facilidades y la premura para elaborar el documento -al grado que no se incluyeron varias reservas que tanto empresarios como partidos de oposición pidieron discutir antes-, responden a la presión por parte de los Demócratas en los Estados Unidos para aprobar el T-MEC.
Lo cierto es que la reforma por sí misma no va a resolver muchos problemas que padece el sector laboral. No será por decreto que se acaben las prácticas corporativas, es más, es posible que se agudicen. Ni esta revolución proviene de la base trabajadora, de modo que es posible que algunos de los malos efectos sean las pugnas entre líderes, más que la democratización de la vida interna de las organizaciones o la creación de nuevos sindicatos. Sin embargo, por algo se empieza.
Si hay algún lugar donde las disposiciones de la libertad sindical se ejercen plenamente es al interior del sector aéreo y concretamente en el gremio de pilotos, en la Asociación Sindical que fundaran hace 61 años los tripulantes de Mexicana de Aviación y de Aeronaves de México, junto con pequeñas aerolíneas que terminarían siendo parte de esta última.
La vida interna de ASPA no ha sido fácil, desde luego. Pero en su “ADN” contiene los principios que le han permitido transitar en una vida democrática plena durante más de 6 décadas, que no es cosa menor pues hasta sus más acérrimos enemigos les reconocen esta cualidad. Ello les ha dado solvencia moral y fortaleza interna, frente a todo tipo de retos que han debido sortear, desde la quiebra de sus principales fuentes de trabajo, de su Caja de Jubilaciones y varias intentonas para desaparecerlos.
¿Por qué no lo han conseguido? Pues justo porque estos principios de voto libre, directo y secreto, respeto a la voluntad expresada; de transparencia y rendición de cuentas, todo lo que hoy se festina en la reforma, han sido pan de cada día (no sin tropiezos ni escisiones) en esta agrupación, cuyos estatutos fueron planeados para convertirse en el ancla de estos principios.
Siendo un sindicato que estudia, que participa en su ámbito laboral, -pues no se ha aislado nunca, ya que ejerce la solidaridad-, y que piensa a largo plazo, es que ha sobrevivido todos estos años de vaivenes y vendavales y lo ha hecho también de una manera propositiva.
De muchas maneras, ASPA ha sido un apoyo para mantener firme a la aviación mexicana. Su práctica cotidiana de expresar abiertamente su opinión en asuntos que pueden deteriorar a las aerolíneas o al sector en general, le ha ganado no pocas incomprensiones y enemistades en diversos ámbitos, pero gracias a ello es que hoy, por ejemplo, sobrevive Aeroméxico, la empresa que en 1988 fue llevada a la quiebra por el gobierno y que ellos, con el concurso de otros socios, lograron levantar nuevamente.
La situación de entonces, - como la de hoy, donde hay aerolíneas que solicitan créditos para seguir adelante-, llevó a Aeroméxico a solicitar dinero fresco y una parte importante de eso fue gestionado por ASPA con el Banco Obrero y el monto fue pagado puntualmente, una vez que la empresa encontró su viabilidad, lo cual habla de su confiabilidad como socio.
Pero la libertad sindical no llega por estar escrita en leyes, sólo se hace real cuando hay la voluntad de cada miembro por hacerla letra viva. ASPA se convierte en un ejemplo de cómo practicar esta reforma y también, de cómo apoyar a sus fuentes de trabajo. Tiene experiencia para que también se le considere como opción para recuperar Mexicana y sostener a sus otras empleadoras, como Aeromar.
Lo oí en 123.45: ¿Y Mexicana, apá?
E-mail: raviles0829@gmail.com.; twitter: @charoaviles
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