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30/03/2025

Una mirada íntima y personal al AICM del 2025

Juan A. José / Miércoles, 26 Marzo 2025 - 01:00

Recientemente tuve la oportunidad de volver a penetrar por unas semanas en las entrañas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, por sus siglas AICM, suficientes para darme una idea bastante clara de su realidad en varios sentidos en este fuera de lo común año 2025.

Y es que no basta recorrer las áreas de acceso público o hasta aquellas a las cuales pueden acceder los pasajeros de un gran aeropuerto para conocerlo realmente; la palabra mágica en una terminal de transporte es operación, la cual en el caso de una infraestructura del medio aéreo tiene lugar básicamente en su plataforma. Acceder a ella por unas semanas me permitió tener un panorama se podría decir completo de mi entrañable “Benito Juárez” al que como si fuese mi musa, simple y sencillamente no puedo abandonar por completo.

Mi relación con este aeropuerto data de 1964 cuando hice desde ahí mi primer vuelo como pasajero a los tres años de edad; la misma maduró hacia 1978 cuando obtuve en él mi licencia de piloto privado y se consolidó a partir de que comencé a prestar mis servicios en sus instalaciones. ¿Qué decir de la experiencia de esos 360 vuelos que he realizado desde sus pistas, punto de llegada y partida de grandes aventuras y de dolorosas despedidas? Nido de profundas y longevas amistades y centro de atención del que han emanado las bases de decenas de notas que mis editores me han hecho el favor de publicar, en las que quizás a veces con cierta dureza, pero siempre con amor, trato lo que logro distinguir en su funcionamiento, el lugar sin duda es parte importante de mi vida.

Un AICM que estaba y debió mantenerse condenado a cerrar sus puertas conforme el aun necesario aeropuerto en Texcoco, Estado de México iniciase su operación, solo para terminar integrando junto con ese enorme aeropuerto en la también mexiquense Santa Lucía, que en realidad no sirve de mucho, construido por capricho presidencial por el Ejército Mexicano un dúo de terminales aéreas subutilizadas y deficitarias que no resuelven, como lo haría Texcoco, las necesidades aeroportuarias del Valle de México y sus alrededores.

Un AICM del 2025 en el que me encontré con una Terminal 1 con exceso de capacidad en todos sentidos, con crecientes operaciones procedentes de China y con esa malograda Terminal 2 saturada por un Aeroméxico que se siente y se comporta como su dueño. Una obsoleta infraestructura a la que me queda claro la Secretaría de Marina hace esfuerzos por rehabilitar y poner orden, eso sí cada día pareciéndose más a un cuartel militar que a espacios dedicados a la atención de oferta y demanda de aerotransporte civil, olvidándose sin embargo de esenciales para calidad del servicio como es la aplicación del contenido del Anexo 9 “Facilitación” al Convenio de Chicago sobre Aviación Civil Internacional, despreciado ya sea por ignorancia de los altos mandos o quizás por decisiones con intención de entorpecer aún más de lo que estaba el libre movimiento de pasajeros, carga, personal de vuelo, aeronaves, equipaje, etc., algo que queda claro en los puntos de acceso y revisión en los que simple y sencillamente, además de que no se logra prevenir nada, lo único que ocurre es dar mal servicio a quien tiene la obligación de cruzarlos.

¿Con qué me quedé entonces con mi íntima experiencia en el AICM en este 2025?

Con tristeza solo de verlo transformado en casi una instalación militar en la que por más que su administrador intente hacer las cosas bien, siguen existiendo temas importantes de mala calidad en el servicio, en especial en lo que toca a lo relacionado con el tránsito sin complicaciones innecesarias de personas y cosas. Y esa no es una buena noticia.

 

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