De la misma manera que un Tren Maya, un AIFA o una nueva aerolínea militarizada sin pasajeros, mis columnas sin lectores no tendrían razón de ser, de ahí que sabedor de que en mayor o menor medida soy afortunado en este sentido, de lo contrario mis editores cancelarían mis espacios en sus medios --“toco madera”--, he decidido agradecerles este fin de año enviándole de manera digital y por medio de esta entrega, debido a que hacerlo a la manera “antigua”, es decir, físicamente y por correo postal resulta ya virtualmente imposible, una tarjeta de navideña dedicada a quienes invierten tiempo para tratar de descifrar lo que publico.
¿Hace cuánto tiempo que no recibe usted una tarjeta de Navidad en el buzón de su casa u oficina? Me refiero al que da a la calle y en el que el cartero le deja lo que le envían personas o empresas. Es más; sabedor que en una de esas usted es muy joven me atrevo a preguntarle: ¿alguna vez ha recibido o ha enviado una tarjeta de navideña por medios postales? Si no tuvo el privilegio le aseguro que era emocionante toda vez que además del detalle por parte del remitente que estaba pensando en usted, la tarjeta impresa tenía algo que me parece valioso y más en tiempos en los que todo dura demasiado poco: cierta permanencia.
Déjeme que le cuente que en los viejos tiempos, allá por los años sesenta o setenta del siglo pasado, a quien firma esta columna, ávido filatelista, le encantaba no solamente recibir, sino también, enviar correo postal, incluyendo, claro está, este tipo de tarjetas. La práctica cesó como tantas otras cosas, no sé aún si para bien o para mal, cuando la realidad electrónica de la modernidad se impuso en el mundo entero, incluyendo el mío.
¿Y cómo es la tarjeta virtual de Fin de Año que en esta oportunidad le hago llegar?
Antes que nada, no lleva gráfico alguno, sino solamente texto que es mi principal vehículo de comunicación. Además, el diseño y su gran herramienta que es la computadora no son lo mío. Eso sí, sin duda se engloba en lo aeronáutico y de llevar imágenes corresponderían a las de una aeronave. En ella, más allá de expresarle mi agradecimiento por el favor de su lectura de mis columnas, felicitaciones y mi sincero deseo de que la pase a todo dar en las fiestas decembrinas, me atrevería a anhelar que no solamente para usted, sino para los mexicanos y para el mundo entero, el nuevo año 2025 sea uno mejor de lo que fue el 2024, que creo que he dejado claro con mis textos vi con muchas áreas obscuras, en especialmente relacionadas con temas de geopolítica, desastres naturales y falta de humanidad.
No podría concluir mi tarjeta sin incluir en ella mi pretensión de seguir contribuyendo en la medida de lo posible por medio de mis columnas de opinión a que los “vuelitos” que usted haga en el 2025 sean muchos y se realicen en condiciones de seguridad, eficiencia, sustentabilidad, sostenibilidad y calidad, algo que cada vez veo más difícil ocurra, por lo menos en México en el actual ambiente de la gestión gubernamental militarizada de la aviación civil.
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
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