Nadie, absolutamente nadie puede negar el poder de convocatoria en el medio aeronáutico civil y militar mexicano y hay que decirlo, hasta a nivel internacional, que tiene el capitán Héctor Dávila Cornejo, luego del éxito que registró la edición 2024 de la Exposición y Convención Internacional de Aviación, AeroExpo, celebrada en el Aeropuerto Internacional “Adolfo López Mateos de Toluca”, Estado de México, los días 23 al 25 de abril pasados, un evento que, como tantos otros, renaciendo de los efectos de la pandemia de Covid-19, ha vuelto a posicionarse como lo que nunca dejó de ser desde esa su primera edición en el año 1997 en un entrañable Puerto de Acapulco, Guerrero: la feria aeronáutica más profesional e importante de México y una de las más prestigiadas en América Latina.
La vieja casta aeronáutica civil mexicana, representada por personalidades, empresarios y funcionarios públicos del más alto nivel se hizo presente en AeroExpo para arropar a Dávila, a sus socios y a su equipo de colaboradores en su esfuerzo de ofrecer al mercado un foro adecuado para hacer negocios aeronáuticos, formar nuevos cuadros e intercambiar experiencias y puntos de vista, algo que solamente se puede lograr en ambientes de la calidad que AeroExpo ofreció nuevamente en el 2024 a sus clientes, en este caso de manera notable actores de primer nivel internacional de la aviación general y ejecutiva, rama del aerotransporte en la que México históricamente se ha destacado en cualitativa y cuantitativamente.
Quien firma esta columna, testigo, analista y debo reconocerlo: crítico de la evolución la aeronáutica mexicana en las últimas cuatro décadas, no pudo dejar de sentir que de pronto, AeroExpo regresó a la agenda de la industria justo en el momento en el que el mensaje de solidez, profesionalismo, competitividad, modernidad e importancia de la aviación civil en el concierto aeronáutico mexicano es más necesario que nunca, en un contexto de inquietud ante los malos resultados de la gestión de las autoridades, en el que se tiende a olvidar, primero que a la aviación civil mexicana la construyeron los aeronáuticos civiles y segundo, y quienes me hayan leído con anterioridad no se sorprenderán de conocer mi posición en el sentido de que resulta vital que la gestión de la aeronáutica civil mexicana sea una propia de ese ámbito, independientemente del origen de quien la encabece.
Haber tenido el privilegio de constatar la presencia de grandes y hasta históricos hombres y mujeres civiles del vuelo mexicano en los eventos del ambicioso programa de AeroExpo 2024 no me queda la menor duda que el mensaje que emana de Toluca es claro: hay más aviación en México y más eventos especializados de la industria que aquello que tiene lugar por los rumbos de Santa Lucía y eso estimado lector, por lo menos a este columnista le da mucho, pero mucho gusto.
Sobra decir que felicito a mi amigo Héctor Dávila por un nuevo éxito profesional, saludo que debo acompañar de un agradecimiento por reunirnos a los aeronáuticos en torno a AeroExpo; y es que la aviación civil de nuestro país debe valorar acontecimientos como el que tuvo lugar en una terminal aérea (Toluca) en clara etapa de revitalización, pero a la que las mal entendidas prioridades del obradorato también le están pegando muy duro.
El mensaje emanado de AeroExpo 2024 es claro: la aviación civil mexicana está viva, pero requiere el respaldo de una mejor gestión gubernamental.
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