Mi abuelo y tocayo Pacheco, molesto por mi insistencia de ir al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) esa tarde de noviembre 1970, para presenciar el primer Boeing 747 en nuestro país, reclamó con un contundente: “que ya tendrá oportunidad de ver muchos”.
¿Cuántos 747 habré tenido la oportunidad de ver despegar o aterrizar en esa terminal aérea, en los 53 años que lleva operando en ella? ¡Muchos! Es más, quizás ¡muchísimos! En especial, si tomamos en cuenta que más allá de haber laborado varios años en el AICM, desde hace varios años, suelo acudir, por lo menos una vez al mes a pasar una tarde de domingo en las instalaciones del Skyline Coffee, poseedoras de una privilegiada vista a las pistas del aeropuerto desde el que, el pasado 16 de abril de 2023, tuve el privilegio de ser testigo de cómo un Boeing 747-400F de Cargolux, en librea “retro”, levantó el vuelo con destino a Guadalajara, Jalisco, empleando la pista 23R, un espectáculo que no me había tocado ver desde la perspectiva del Skyline Coffee, es decir, viéndolo venir hacia mí, virtualmente de frente, operación que tuvo a bien registrar con su lente el fotógrafo aeronáutico mexicano Javier Soberanis, quien ha tenido a bien autorizarme a agregar su material en esta entrega.
Conforme el enorme avión hacía lo suyo, pensé en un texto que escribí en el año 2004, en el que se lee: “El día en que se extingan las águilas sin alas; Ícaros en tierra constantemente escudriñando el cielo, los hombres serán sólo masas de carne y hueso, las aves no más animales emplumados y las aeronaves simple y sencillamente unas máquinas. El día en que nadie reaccione volteando la mirada al horizonte ante el sonoro llamado de un aspa en movimiento o se maraville ante el espectáculo de un ala venciendo a la gravedad, la ilusión habrá perdido la batalla ante la realidad y, con ello, la aviación, por lo menos, la aviación que yo amo, habrá dejado de existir”.
Afortunadamente hay quienes nos mantenemos pendientes de aquello que nos sobrevuela y seguimos reaccionando, volteando la mirada, ante una aeronave en operación, caso de las decenas de personas que estábamos reunidos en Skyline pendientes de este despegue en particular, no muy frecuente por cierto en dicha pista, el cual, además de la emoción que nos generó, nos hizo recordar que en una de esas, muy pronto, quizás no más allá del verano de 2023, los 747 cargueros dedicados como los de Cargolux, serán historia en el AICM, habiéndose mudado, tal y como la instrucción presidencial lo decretó, al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles de Santa Lucía (AIFA), dejándonos al 747-8 de pasajeros de Lufthansa como el último de los ejemplares del modelo que podremos disfrutar en el AICM.
Dicho en otras palabras: el dominguero espectáculo de un 747 de Cargolux, despegando a plena luz del día, será reservado para quienes tengan acceso a un AIFA en el que, si bien la llamada “Plaza Mexicana” y la terraza restaurante del Hotel Holiday Inn se pueden constituir como espacios para observar las operaciones de despegue, aterrizaje o movimiento en plataformas y calles de rodaje del aeropuerto, no logran ofrecer, ni por cercanía, ni ubicación lo que Skyline o su competencia en las cabeceras de las pistas 23 del AICM, conocida como “La Casa de la Aviación”, nos regalan.
Recordemos que el 747 de la aerolínea alemana no logra despegar con luz de día, sino ya entrada la noche. Hasta sus aterrizajes en cierta época del año también son en esas condiciones, por lo que es válido considerar que el gran show del gigante de Everett virtualmente concluirá en el momento de que la de Luxemburgo se mude al AIFA, en el que hay que decirlo, se ofrece una interesante opción de disfrute conforme el gigante opere en su pista 04L/22R y uno se logre ubicar para verlo desde la vialidad que bordea el aeropuerto hacia el poniente, ya sea en las cercanías de la cabecera 22R o en paralelo a la pista, siempre y cuando, claro está, no sea amablemente encomiado a no hacerlo por parte de un agente de la Guardia Nacional.
Entonces, amigo lector o lectora, a disfrutar al 747 de Cargolux en el AICM mientras nos dure, les aseguro que vale la pena la experiencia.
Imagen, cortesía de Javier Soberanis.
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