En mi opinión, y seguramente no estoy sólo en esto, México no se caracteriza por la calidad de la información estadística que genera, reporta y publica.
Ya ea por falta de personal, equipo, presupuestos, sistemas o tecnologías, por falta de interés, o de plano por decisiones políticas, lo cierto es que no se puede confiar mucho en lo que México reporta en su estadística.
Es más, me atrevo a afirmar que nos falta adoptar una cultura de estadística a nivel nacional, indispensable eslabón, y se dice fácil, en la toma de algunas de las más importantes decisiones públicas y privadas en el país. Quien dude de lo anterior, más allá de filias y fobias, sólo debe tener presente la importancia que ha demostrado tener el tema de la información estadística en la batalla contra el COVID-19 y el debate que está generando la calidad, buena o mala, según se quiera ver, de los números que el gobierno federal está presentando en relación al tema.
Tomando en cuenta mi experiencia con el manejo que se le otorga a la información estadística en materia aeronáutica en México, incluyendo la recopilada y presentada por las entidades públicas, me temo que debo dar la razón a quienes consideran que los datos sobre la evolución de la pandemia que se le están proporcionando a la población mexicana, no reflejan, ni cercanamente, la realidad.
Pero me voy a concentrar en lo que creo que conozco, que es el aerotransporte, cuyo éxito o fracaso en una nación, pienso yo, tiene relación directa con la calidad de su sistema de recopilación, manejo y distribución de su información estadística.
Desde elementos para evitar que vuelvan a ocurrir ciertos incidentes o accidentes, hasta bases para calcular adecuadamente niveles tarifarios, las estadísticas forman parte cotidiana de la aviación civil y por ende el tema debe ser atendido con sumo cuidado, pero más que nada, con mucha precisión. Y es que una estadística imprecisa o incompleta es peor que no tener estadística alguna.
Por ejemplo, en tiempos en los que el nuevo gobierno federal mexicano intentaba resolver el problema aeroportuario del Valle de México me alarmó de sobremanera el haber constatado como una de las principales variables que se estuvieron considerando para adoptar soluciones de infraestructura, en este caso me refiero a la información estadística del comportamiento de la demanda de aerotransporte en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), nada menos, está plagada de errores. ¿Entonces cómo se pretendía que las soluciones que se adoptaron resultasen efectivas? ¿Cuántas posiciones de contacto y de qué dimensiones o características debe tener cierta nueva terminal? ¿Cuántos pasajeros y de qué tipo pasarán por ella? ¿Qué clase de operación registrará? Son algunas de las preguntas cuya respuesta radicaba en buena medida en tener datos confiables de lo que estaba ocurriendo en el AICM, algo que no sucedía, cuando lo pude observar, no hace mucho tiempo.
Insisto; esto no lo inventé yo; lo constaté, tal y como he constatado a lo largo de mi carrera aeronáutica las carencias de la gestión pública y privada de aviación civil en materia estadística.
Desde aquellos ahora lejanos tiempos en los que sufría penurias para obtener ciertos datos para mi tesis profesional de licenciatura, esfuerzo que por cierto me abrió la puerta de mi primer trabajo, conforme una licenciada de la Dirección General de Aeronáutica Civil comprendió y justificó mi frustración y no solamente me aportó información, sino que me invitó a colaborar con ella en dicha entidad, y hasta nuestros días, en los que como analista sigo enfrentándome a grandes obstáculos para obtener la información estadística que requiero, el tema de la mala calidad de este insumo me ha parecido preocupante, en especial al darme cuenta que en realidad se trata de un mal sistémico a nivel nacional, cuya solución es por ende multifactorial, incluyendo aspectos relacionados con la cultura organizacional, la burocracia, la opacidad y las carencias técnicas y presupuestales de las entidades, o las personales de los colaboradores, lo anterior sin olvidar los intereses políticos y sus consiguientes repercusiones.
Hago votos para que, ahora sí, y como una de las tantas consecuencias que la pandemia va a tener en la forma de hacer las cosas a nivel global, en naciones como México se comprenda la importancia de la calidad de su información estadística, es decir su representatividad, objetividad, claridad, distribución y publicación, a fin de que ésta aporte, lo que tenga que aportar, nos guste o no.
El dato existe, es cuestión de identificarlo, registrarlo, representarlo y en su caso, darlo a conocer con precisión; las cifras no mienten, quienes mienten o contribuyen a que parezcan mentiras son quienes las administran. Las verdades duelen o no convienen, pero no dejan de ser verdades.
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