Me entero que el último de los sobrevivientes del accidente del dirigible alemán, tipo Zeppelin LZ 129 “Hindenburg”, orgullo de la aviación nazi, ocurrido la mañana del 6 de mayo de 1937 en Lakehurst, Nueva Jersey, murió recientemente en los Estados Unidos a los 90 años de edad.
Se llamaba Werner Doehner y tenía apenas 8 años de vida cuando cruzó el Atlántico del Norte a bordo de esta mítica pero malograda aeronave, que por cierto, junto con su gemela, la LZ-130 “Graf Zeppelin II” y sus 245 metros de largo, han sido las aeronaves más grandes jamás construidas.
Un dato que llama mi atención son los lazos del recién fallecido con México, mismos que tienen que ver con el hecho de que, al momento del percance, su familia residía en nuestro país, donde Doehner estudió ingeniería eléctrica, nada menos que en la Universidad Nacional Autónoma de México.
¡No cabe duda que, aun cuando uno crea saber mucho, siempre hay algo nuevo que aprender!
Pero volviendo al “Hindenburg”, uno de los factores que contribuyó a que Charles Lindbergh se convirtiese en una celebridad mundial en ese mayo del año 1927 al volar sin escalas entre Nueva York y París, fue la capacidad de los medios de comunicación de reportar en cuestión de minutos la evolución del vuelo, tanto así que el mismo es considerado el primer raid aéreo mediático de la historia.
Algo similar sucedió con el accidente del “Hindenburg”, cuya llegada a su destino estaba siendo narrada en vivo al público por medio de la radio, en la voz del periodista norteamericano Herbert Morrison, quien al ver al Zeppelin ser envuelto por las llamas exclamó: ”¡Oh, the humanity!” (“¡Oh, la humanidad!”), convirtiéndose, junto con las imágenes que otros reporteros lograron obtener de lo que estaba sucediendo, en una de las páginas más memorables del registro periodístico de la historia. El impacto negativo del accidente en la imagen pública de la aviación del “Tercer Reich” alemán fue enorme.
Si bien debo reconocer que omití recordar en mis comentarios editoriales del año 2017 el 80 aniversario del desastre, en el que perdieron la vida 36 personas, incluyendo el padre y la hermana del sobreviviente, la muerte de Doehner me brinda la oportunidad corregir mi falta y así recuperar un poco la memoria de este importante evento de la historia aeronáutica.
Y es que, tal y como no me canso de repetir, en la medida en que nos olvidemos que la aeronáutica moderna, con todo y sus impresionantes avances en materia de seguridad, eficiencia, economía, comodidad y por ahí sustentabilidad, no es producto de la casualidad, sino el resultado de un añejo esfuerzo humano, en el que, más allá de grandes inversiones y esfuerzos técnicos, se han sacrificado numerosas vidas, de ninguna manera podremos entender lo aeronáutico o aspirar a formar parte de esta industria.
De ahí, la importancia de no olvidarse de los grandes hechos, fechas y nombres, como el de este pasajero del “Hindenburg” tan cercano a México y que acaba de pasar a mejor vida.
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