Hace un par de días leí la carta que hace pública el Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM), institución creada hace más de 75 años.
En ella, el Capitan Ángel Catzin, su Presidente, pide y respetuosamente exige que las autoridades de Aeronáutica civil sean profesionales civiles en lugar de personal militar.
Cuando llegaron los militares a dirigir varios departamentos de la AFAC (Agencia de Aviación Civil) muchos hicimos público nuestro desacuerdo y hoy la razón está con nosotros porque después de años, la AFAC sigue sin poder funcionar como muchos esperaban.
Debo decir que las Fuerzas Armadas tienen todo mi respeto y mi admiración pero los militares que hoy tienen puestos importantes para manejar nuestra Agencia aeronáutica de Aviación CIVIL tienen, por razones obvias, una formación muy diferente a la necesaria para hacerse cargo de procesos que son 100% civiles.
He dicho que un civil no podría hacerse cargo, por ejemplo, de un departamento militar de operaciones aéreas, o estar a cargo de una Base militar, o tomar decisiones por cómo se puede combatir al narco en campo, o tomar decisiones sobre los procesos que afectan a los soldados bajo su mando en un navío de nuestra Armada.
De la misma manera un soldado, aunque tenga rango de General o Almirante, no tiene la preparación técnica y administrativa para dirigir una Agencia que para ser sinceros no ha podido arrancar desde que desapareció la antigua DGAC.
El desorden y la ineficiencia rampantes en AFAC, además de conocidos actos de corrupción que son el pan de cada día empezando con “coyotes” y “arreglistas” que se encargan de todo tipo de trámites, siguen fluyendo ante la mirada de militares de muy alto rango.
La AFAC se ha convertido en un verdadero cáncer que sufre todos los días nuestra industria aérea, pero la buena noticia es que no es una enfermedad terminal.
Esta agencia de aviación CIVIL que debería ser uno de nuestros mayores orgullos todavía tiene remedio y la cirugía mayor debe quedar en manos de civiles profesionales expertos, honestos y responsables.
De esos profesionales tenemos muchos en nuestro país pero han sido relegados por los militares que son muy buenos en eso, en lo militar pero no así en lo civil y las pruebas están a la vista.
Tengo un gran amigo militar que trabaja en AFAC, “nosotros no pedimos hacer esta chamba, ni nos interesa, ni nos gusta y además nos está dejando, junto con otras comisiones, muy mal parados como militares”, me dijo mientras tomábamos un café, y me lo dijo mirándome a los ojos sereno y convencido.
Lo hemos dicho hasta el cansancio, no hay voluntad política, lo que resulta increíble de cara a las presiones internacionales por parte de IASTA, FAA y de OACI y tampoco hay presupuesto necesario de al menos 2 mil millones de pesos asignado para que la Agencia pueda funcionar.
AFAC tiene poco personal preparado, bien entrenado, con experiencia y con espíritu de servicio y no hay tecnología que hoy más que nunca es necesaria y que hoy está al alcance de cualquiera.
Cualquier trámite, sea el que sea, se ha convertido en un verdadero calvario burocrático y está afectando no solo a los profesionales de la industria y las aerolíneas nacionales sino al país entero.
Por todo lo anterior y más, la carta hecha pública del Capitán Ángel Catzín tiene toda la razón de ser y es otro llamado para revertir la situación caótica de la Agencia Mexicana que debería estar “comprometida en estimular y fomentar un transporte seguro, eficaz, eficiente y competitivo que satisfaga las necesidades de la sociedad Mexicana proporcionando servicios de calidad siendo un pilar para el desarrollo económico y social del país”.
El Capitan Catzin hace honor al pensamiento y espíritu del Cap. Augusto Márquet Garcia, Ex Vicepresidente del Colegio de Pilotos Aviadores de México: “Sentir hondo, pensar alto y hablar claro”.
Más que un lema, es el alma de la actuación de esta Institución de profesionales de la cual estoy muy orgulloso y estoy seguro que en el futuro seguirá siendo el pilar de la lucha por una industria aérea competitiva, eficiente y sobre todo segura.
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