El aeropuerto de Texcoco, que iba a ser un Hub de los más importantes y eficientes del mundo, llevaba un 32% de avance en su construcción cuando el gobierno tomó la increíble decisión de cancelarlo, y de iniciar la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, para compartir operaciones con la base aérea militar de Santa Lucía.
Los costos de cancelación, pagos de multas por incumplimiento de contratos, bonos de construcción aunados a los costos de construcción del AIFA, etc., han resultado ser estratosféricos y las generaciones futuras de mexicanos van a pagar esos costos por muchos años en el futuro.
Por más de diez años, se llevaron a cabo todo tipo de estudios para definir al final el área de Texcoco como el mejor lugar para construir el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y así fue aceptado por especialistas de todo el mundo.
Lo anterior no sucedió con el AIFA, que todavía hoy, ya inaugurado sin haber sido terminado, no cuenta con la totalidad de los estudios requeridos por ley y, de acuerdo a lo establecido en anexo 14 de OACI, incluida su certificación oficial.
Un aeropuerto que no “despega” y que, además, no podrá ser mejor utilizado, mientras se continúen con las restricciones impuestas a nuestro país como consecuencia de la categoría 2 por parte de FAA.
El día de hoy, en la Ciudad de México, está operando un aeropuerto internacional Benito Juárez que han dejado caer en el abandono por falta de presupuesto, y que ha caído en la ineficiencia total, afectando a aerolíneas mexicanas y extranjeras, así como a miles de pasajeros que diariamente están sufriendo récords de demoras por incontables motivos, los que, en su mayoría, no se pueden atribuir a las aerolíneas, sino al desastre operativo en que se ha convertido el Benito Juárez.
Apenas, hace unos días, se anunció que este aeropuerto obtuvo presupuesto gubernamental y será sujeto a un programa de mantenimiento en pistas y áreas operativas. Por su parte, el presidente dijo también que la Terminal 2 tiene graves problemas estructurales, dejando ver la idea, sin decirlo, de su posible cierre parcial o total para efectuar remodelaciones de fondo.
Por lo anterior, vale la pena comentar que, como ejemplo, el pensar en cerrar esta Terminal 2 del Benito Juárez para remodelarla, sería para Aeroméxico un gravísimo problema de alcances insospechados, porque ahí realiza el 99% de sus operaciones.
Como sea, en todo caso, ha sido la falta del cumplimiento de los programas de mantenimiento preventivo lo que hoy causa un grave problema de operación en este aeropuerto, que está provocando pérdidas millonarias a las aerolíneas y graves molestias a los pasajeros nacionales e internacionales que lo utilizan.
Hablando del aeropuerto de Toluca, hay que decir que también ha estado en el abandono por parte de la aviación comercial durante años. Hoy empieza a realizar algunas operaciones, aunque su nivel de infraestructura general no es el más adecuado para poder aumentar considerablemente el número de operaciones en el futuro cercano, y también porque ha sido, de muchas maneras, descuidado.
En resumen, de tres, ¿ninguno?
Tenemos un aeropuerto, el de Texcoco, que ya estaba muy avanzado, pero que se abandonó y hoy está siendo saqueado y que, de acuerdo a instituciones internacionales expertas en aeropuertos, estaba planeado para ser uno de los más eficientes y de mayor conectividad aérea del mundo.
Por otra parte, tenemos al AIFA, un aeropuerto nuevo pero a medio terminar, no certificado oficialmente, que no es aceptado ni por aerolíneas ni por pasajeros por su falta de conectividad terrestre, y por los graves problemas logísticos que representa para las compañías aéreas la falta de infraestructura general, porque se ha demostrado que hoy no funciona, ni siquiera como aeropuerto alterno.
Tenemos un aeropuerto internacional Benito Juárez que, a pesar de sus problemas, en el 2019 manejaba con buen nivel de eficiencia a más de 50 millones de pasajeros al año y hoy, que está recibiendo a 36 millones y misteriosamente no puede con ellos porque existen graves problemas operativos en todas las áreas, ¿qué sucedió?
El aeropuerto de Toluca, que no deja de ser un aeropuerto aprovechado mayormente por la aviación corporativa y solo por unos cuantos vuelos comerciales, pero que por muchas razones no pinta como un aeropuerto comercial internacional y, desde luego, no como un hub importante.
Con la nueva operación de algunos vuelos comerciales, se prevé recibir apenas a 500 mil pasajeros en este año 2022.
Tristemente, debemos decir que la Ciudad de México no tiene hoy un aeropuerto completo, terminado al 100% y que funcione de manera eficiente.
Después de la pandemia, nuestra aviación comercial ha reiniciado su recuperación y hoy, la infraestructura aeroportuaria, debe poder cumplir con la demanda de millones de pasajeros anualmente, cantidad que, a pesar de todo, sigue aumentando cada día.
Por todo lo que implica, desde el punto de vista social, político y económico, la aviación comercial de México sí debería ser un asunto de seguridad nacional, y ser tratada en consecuencia, recordando que después de las remesas, que tanto se presumen, el turismo es la segunda entrada de divisas a nuestro país.
Por ahora, tal parece que habrá que estirar la liga con lo que hay y parchar hasta donde se pueda, esperando a que en el año 2024 se tomen las decisiones adecuadas para tener, y hacer funcionar de una vez por todas, un aeropuerto de nivel mundial y un hub internacional como estaba planeado, a la altura que requiere nuestra industria aérea.
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