"No existen países subdesarrollados, sino países subadministrados"
–Peter Druker.
Hace algún tiempo, cuando se llevaron al cabo las pláticas para definir un convenio bilateral aéreo entre México y los Emiratos Árabes Unidos, muchos comentamos que el resultado tenía un fuerte olor a quinta libertad disfrazada, mientras otros levantaron su voz –desde oficinas gubernamentales– para decir, antes que nada, que se protegerían los intereses de nuestro país y de sus aerolíneas.
Así, nuestra aerolínea bandera Aeroméxico planeó hace unas semanas abrir la ruta Mexico-Barcelona-México a partir de Noviembre próximo y utilizando sus nuevos Boeing 787. Inmediatamente después, Emirates decide hacer lo mismo con su B777/200LR.
Entonces, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) de México y las autoridades españolas fueron y otorgaron la quinta libertad a la empresa con base en Dubái, argumentando, entre otras cosas, "importantes ventajas turísticas y el mejoramiento de las relaciones económicas y sociales con los Emiratos Arabes".
Ante esta inexplicable autorización por parte del gobierno de nuestro país –que debió velar por el interés nacional y de su principal aerolínea comercial–, Aeroméxico ha decidido cancelar sus planes de iniciar la ruta, dejando así el cielo abierto para que Emirates, una aerolínea subsidiada por su gobierno, inicie operaciones este mismo año.
Lógicamente, en estas condiciones a nuestra aerolínea bandera le resulta imposible llevar una competencia sana y justa, aun más cuando los precios del petróleo van para arriba.
Aerolíneas de otros países –empezando con Canadá y Estados Unidos– han intentado bloquear a Emirates, empresa aérea a la que han acusado de dumping, a modo de evitar que sus gobiernos autoricen vuelos a ésta y otras compañías aéreas del Golfo, que operan subsidiadas por sus respectivos gobiernos.
Aunque imagino la respuesta, yo compartiría con ustedes la siguiente pregunta: ¿cuáles son las verdaderas razones de peso para que la SCT haya otorgado este permiso de quinta libertad para operar la ruta, en tan corto tiempo y con plena conciencia de la inminente afectación a Aeroméxico?
Por otra parte, me da qué pensar el hecho de que Aeroméxico haya cancelado sus planes de iniciar la operación a Barcelona, porque parece lógico que en algún momento –y tomando en cuenta el conocido entreguismo de nuestras autoridades– la aerolínea se verá en la necesidad de cancelar otras rutas por las mismas razones. Después de todo, nada garantiza que, si ya lo hizo una vez, nuestro gobierno no decida otorgar con los mismos argumentos más quintas libertades a otras aerolíneas y a otros países.
¡Ojo! No se trata de pedir o desear el proteccionismo a ultranza hacia nuestras empresas aéreas: la competencia siempre es bienvenida, como ya hemos dicho. Simplemente se trata de que esa competencia sea leal y en igualdad de condiciones, lo que además obligaría a las aerolíneas mexicanas a mejorar todos sus procesos y políticas financieras, así como sus tarifas, servicio, eficiencia, puntualidad, atención a clientes, etcétera.
Ojalá que el asunto no quede ahí y se protejan los intereses de Aeroméxico, que con base en mucho esfuerzo ya se ha ganado un importante prestigio a nivel internacional.
También, ASPA y el Colegio de Pilotos Aviadores de México deberían involucrarse en la defensa de nuestras aerolíneas, recordando las palabras del capitán Augusto Marquet: "primero, alas aztecas sobre el cielo de Anáhuac". Al fin y al cabo, "sentir hondo, pensar alto y hablar claro" no debería ser solo un lema, sino una actitud.
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