Vivir en el espacio profundo y crear una presencia sostenida del ser humano, más allá de la órbita terrestre, son nociones que han fascinado a la humanidad desde los inicios de la exploración espacial. La idea de colonizar otros planetas o establecer asentamientos humanos en el espacio ultraterrestre es una visión audaz y emocionante, que ha capturado la imaginación de científicos, ingenieros y soñadores durante décadas. La exploración del espacio ultraterrestre representa un paso natural en la búsqueda por comprender el universo, nuestra existencia y el potencial de la especie humana. En este somero análisis, examinaremos los desafíos técnicos, logísticos y financieros, así como las posibilidades reales de alcanzar este objetivo, partiendo de los actuales avances tecnológicos, las implicaciones éticas y las razones que impulsan la exploración espacial más allá de la mera expansión física del territorio terrestre.
Desde siempre, el ser humano –través de las diferentes etapas de desarrollo de la civilización humana- ha demostrado una capacidad innata de explorar y expandir sus horizontes. En la búsqueda de minerales y otros recursos, la expansión de los mercados y la conquista de otros territorios, los colonizadores y comerciantes, los viajes de los primeros marineros, la conquista del espacio aéreo con la aviación y del espacio exterior; la historia está repleta de múltiples ejemplos de cómo nuestra especie ha superado diversos obstáculos -aparentemente insuperables- para llegar a lugares nunca imaginados, y la exploración espacial no es la excepción. Desde el lanzamiento del primer satélite artificial (Sputnik, 1957), hasta el alunizaje del Apolo 11 en 1969, hemos demostrado que la raza humana puede llegar a destinos distantes en el espacio ultraterrestre; así lo han demostrado las sondas espaciales y otras misiones enviadas al espacio profundo con fines de investigación y exploración científica.
La idea de vivir en el espacio profundo evoca imágenes de naves espaciales y colonias en otros planetas -hasta ahora solo planteadas en películas de ciencia ficción- pero también incluye hábitats en órbitas alrededor de los cuerpos celestes, estaciones espaciales de próxima generación y la capacidad de viajar -a velocidades nunca antes vistas- más allá de nuestro sistema solar. Estos escenarios son parte de una narrativa más amplia de la exploración humana fuera del planeta y una intensiva innovación tecnológica.
Uno de los principales impulsores de la exploración espacial y la expansión hacia el espacio exterior es el conocimiento y la innovación. El espacio ultraterrestre ofrece un laboratorio único para estudiar el universo, desde la física fundamental hasta la formación de galaxias (astrofísica) y la búsqueda de vida extraterrestre (astrobiología). No olvidemos que nuestra existencia está restringida a un mundo frágil y limitado en recursos (la Tierra), conocer más sobre el universo y nuestro lugar en él es crucial para evolucionar como especie y ayudarnos a enfrentar desafíos globales, como el cambio climático y la conservación de nuestro planeta; garantizando la supervivencia a largo plazo de la raza humana. La posibilidad de establecer colonias en otros planetas o en hábitats espaciales independientes de la Tierra podría proporcionar una salvaguardia contra desastres producidos por fenómenos naturales o eventos catastróficos (de extinción masiva) que podrían amenazar la vida en nuestro planeta, razones decisivas para buscar una presencia sostenida en el espacio exterior.
Sin embargo, vivir en el espacio profundo va más allá de las visitas ocasionales y viajes de ida y vuelta de algunas misiones espaciales. Implica la creación de una presencia humana sostenida, lo que significa establecer asentamientos habitados permanentemente en lugares como la Luna, Marte o incluso más allá; alcanzar este nivel no es tarea fácil, ya que plantea múltiples desafíos científicos, tecnológicos, logísticos, económicos, legales y éticos verdaderamente colosales.
En preparación para ese escenario, este año SpaceX, Astrobotic e Intuitive Machines tienen previstos alunizajes con misiones robóticas, y en 2024 la NASA enviará el rover Viper con Astrobotic, como parte de sus pretensiones comerciales en la Luna, como lo ha hecho en la órbita terrestre a través de contratos con SpaceX. La NASA, Artemis II, tiene prevista una misión tripulada de 10 días a finales de 2024 mediante el SLS-Orion y SpaceX Falcon Heavy transportará los primeros módulos de la estación espacial Lunar Gateway. Por su parte, China, India y Rusia, también desarrollan sendos planes de presencia permanente en la Luna con miras hacia la explotación de los recursos del espacio profundo. En la siguiente entrega analizaré las implicaciones geopolíticas de esta nueva carrera espacial.
En la era del New Space, en la que las agencias espaciales y las empresas líderes del sector espacial global buscan establecerse inicialmente en la Luna, -con diversos propósitos que detonarán una economía lunar y espacial- el objetivo de una presencia humana permanente se ha convertido en el parteaguas de la exploración espacial. La minería de asteroides y la explotación de recursos in situ (ISRU) -en principio- podrían impulsar nuevas industrias y generar soluciones a la escasez de determinados minerales en la Tierra. Además, la tecnología desarrollada para habitar el espacio profundo podría tener aplicaciones prácticas en diversos campos, desde la medicina hasta la informática, por mencionar solo algunos.
Desde el punto de vista tecnológico, el viaje y la estancia en el espacio profundo representan dificultades significativas. Los seres humanos somos criaturas adaptadas a vivir en la Tierra, y nuestro entorno natural proporciona una serie de elementos esenciales para la supervivencia, como aire respirable, agua, alimentos, entre otros. En el espacio profundo, estas necesidades deben ser satisfechas artificialmente, lo que requiere de avanzados sistemas de soporte vital, reciclaje de recursos y una infraestructura de ingeniería espacial robusta. Además, la radiación cósmica, la microgravedad prolongada y la falta de suministros naturales plantean riesgos para la salud humana, que aún no están plenamente comprendidos y menos aún resueltos completamente. Estos desafíos humanos son muy importantes, la vida en el espacio profundo puede ser extremadamente estresante para los astronautas y colonizadores. La soledad, el aislamiento y la distancia de sus seres queridos en la Tierra podrían afectar su bienestar mental y emocional. Por ello, es fundamental desarrollar estrategias para garantizar el bienestar, la salud física y mental de la naciente generación interestelar.
La distancia extrema de la Tierra también es otro obstáculo importante, a pesar de que las investigaciones en sistemas de propulsión, motores y combustibles están buscando reducir los tiempos y costos. Actualmente, las misiones tripuladas a Marte, por ejemplo, duran meses (al menos siete), lo que implica amplios desafíos psicológicos y físicos para la tripulación. La comunicación con la Tierra también es más lenta debido a la gran distancia, lo que podría dificultar la resolución de problemas y la toma efectiva de decisiones en situaciones críticas de emergencia, obstáculos que la ingeniería y la innovación deben resolver, para encontrar soluciones efectivas a estos problemas.
Además de los desafíos técnicos, existen preocupaciones éticas y filosóficas asociadas con la exploración y colonización del espacio profundo. Un alto porcentaje de la población del planeta argumenta que, antes de aventurarnos más allá de la órbita terrestre, debemos asegurarnos de proteger y preservar nuestro propio planeta, así como resolver los grandes problemas que lo aquejan, la mayoría de ellos ocasionados por la actividad humana. En ese sentido, la exploración espacial no debe utilizarse como excusa para ignorar los problemas ambientales y sociales que enfrentamos en la Tierra. Además, la posibilidad de establecer asentamientos humanos en otros planetas o cuerpos celestes plantea serias interrogantes tales como, si la actividad del ser humano debe modificar el medio ambiente de otros mundos. Debemos garantizar que nuestras acciones no causen un daño irreparable a otros planetas y cuerpos celestes ni en las formas de vida que puedan existir en ellos. La exploración espacial responsable y sostenible es esencial para preservar el equilibrio y la diversidad del espacio.
La exploración espacial nos ha brindado una comprensión más amplia del universo y ha llevado a avances tecnológicos que han beneficiado a la humanidad en general. La investigación y el desarrollo necesario para establecer asentamientos en otros planetas o sus lunas (satélites naturales) -sin duda- conducirán a innovaciones en energía, medicina, telecomunicaciones, agricultura y más.
La regulación internacional es un asunto de la mayor importancia que debe permitir y garantizar la convivencia pacífica entre las naciones allende la frontera planetaria. Los Acuerdos Artemisa, actualmente suscritos por 26 naciones, y su contraparte con China, Rusia e India y sus aliados, son esquemas que deben evolucionar hacia un marco comprensivo multilateral que garantice una legislación actual y con visión de largo plazo, para hacer sostenible y pacífica la actividad humana en el espacio ultraterrestre.
En términos de financiamiento, la exploración espacial profunda requiere una inversión muy significativa. Las agencias espaciales y las empresas privadas deben colaborar para hacer realidad esta visión de largo plazo. Sin embargo, el costo no debe plantearse como un obstáculo inestimable, sino como una inversión en el futuro de la humanidad y en el avance del conocimiento científico.
La exploración y colonización del espacio profundo también inspira a las generaciones futuras y fomenta la colaboración internacional. A lo largo de la historia, los logros más significativos en la exploración espacial han sido el resultado de esfuerzos conjuntos de naciones y agencias espaciales, e.g. la Estación Espacial Internacional (EEI) y el telescopio espacial James Webb. La cooperación en la exploración espacial debe servir como un medio para unir a la humanidad en una empresa común y superar las diferencias políticas e ideológicas existentes entre las naciones.
Establecer una presencia sostenida más allá de la órbita terrestre es una meta ambiciosa que enfrenta numerosos desafíos, sin embargo, también representa una oportunidad para el progreso científico, el desarrollo tecnológico y la supervivencia a largo plazo de la humanidad. La búsqueda de nuevas fronteras del conocimiento y las oportunidades económicas son solo algunos de los beneficios potenciales. La exploración espacial nos ha demostrado que -como seres humanos- tenemos una capacidad innata de superar obstáculos y alcanzar lo imposible. Al mirar hacia las estrellas, como lo hicieron nuestros ancestros, podemos encontrar el camino hacia un futuro más prometedor y esperanzador para la humanidad.
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