Hoy se cumplen 18 años del ataque terrorista a las Torres Gemelas y el Pentágono, y en A21 recordamos el posterior cierre del espacio aéreo ejecutado por las autoridades estadounidenses y cómo distintos aeropuertos en Canadá tuvieron que recibir, de emergencia, a cientos de vuelos que, como potencial amenaza contra Estados Unidos, tuvieron que ser desviados.
Air traffic above the US on September 11th 2001. #WorldTradeCenter#911Anniversary pic.twitter.com/71em6ADb8C
— Daniel Holland (@DannyDutch) September 11, 2019
Una vez que Estados Unidos cerró su espacio aéreo, a excepción de los aviones militares, cerca de 224 vuelos fueron desviados a los aeropuertos canadienses en una operación conocida como Cinta Amarilla (Yellow Ribbon) y que dejó a 33 mil personas varadas en Canadá.
Los aeropuertos de Halifax, Gander y Vancouver fueron los que más vuelos recibieron con 47, 38 y 34, respectivamente. El pueblo de Gander, de apenas 10 mil habitantes, cuenta con la terminal más cercana a Europa, y albergó a cerca de seis mil 500 personas.
El objetivo de Estados Unidos al cerrar su espacio aéreo, era neutralizar una posible amenaza. Canadá respondió con una colaboración de sus organismos de control del espacio aéreo (Transport Canada y Nav Canada) que, como primer medida, solicitaron a todos los aviones provenientes de Europa que evitaran aterrizar en los aeropuertos de las ciudades más importantes, como Ottawa, Toronto y Montreal.
Las aeronaves provenientes de Asia no tuvieron opción más que aterrizar en Vancouver (a donde llegaron 34 vuelos con ocho mil 500 pasajeros), o en menor medida en Edmonton y Calgary.
El vuelo 85 de Korean Air, con destino a Nueva York, formó parte de una confusión que derivó en la evacuación de varios edificios en la ciudad de Whitehorse, Yukón.
Los pilotos y el equipo de control aéreo intercambiaron mensajes en los que se interpretó, erróneamente, que el vuelo estaba secuestrado, por lo que tuvo que aterrizar en el territorio canadiense, bajo la amenaza de que sería derribado si no cooperaba.
Ya una vez en tierra, la Policía Real Montada de Canadá interrogó a los pilotos y escoltó a los pasajeros fuera de la aeronave sin que hubiera mayor problema.
Gander, la ciudad del amor
La ciudad de Gander no tenía suficientes hoteles o restaurantes que pudieran ofrecer servicio a las casi siete mil personas, por lo que toda la comunidad tuvo que adaptarse a la logística de la situación, dando alojamiento a los visitantes en escuelas y hasta hogares privados.
Uno de los retos que enfrentó la ciudad fue el atender a los pasajeros y miembros de la tripulación que permanecían en tierras canadienses hasta que se reanudaron las operaciones, y es que los pobladores tuvieron que acomodar casi un 66% de demanda de viajeros.
Además, la gente de Gander encontró la forma de cuidar con 17 perros y gatos y dos simios que iban a bordo de los aviones.
De acuerdo con reportes, ninguna de las personas de Gander aceptó dinero. Sin embargo, cuando finalmente despegaron los vuelos a Estados Unidos, Brooks-Jones, un recaudador de fondos en la Universidad Estatal de Ohio, pidió a cada uno de los pasajeros que contribuyeran para crear una beca para los niños de Gander. Cuando aterrizaron, la beca Gander Flight 15 había alcanzado la suma de 15 mil dólares y actualmente tiene más de dos millones de dólares.
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