El precio into-wing es el costo total que una aerolínea paga por la entrega de combustible hasta el interior de sus aviones, sin embargo este costo varía significativamente entre regiones, por ello hay ciertas zonas que se ven en desventaja en términos de rentabilidad y competitividad, afirmó la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).
Refirió que el combustible para aviones generalmente constituye el mayor gasto operativo de las aerolíneas, representando actualmente alrededor del 30% del total de los costos de la industria.
El organismo internacional explicó que esta variación de precios por región se debe a las dinámicas de oferta y demanda en los puntos de intercambio. También existen variaciones considerables en el precio adicional, que incluye costos de transporte, almacenamiento y abastecimiento de combustible a los aviones. Esta variabilidad se debe a la falta de competencia entre proveedores y a las complejidades de la logística.
Por ello, los aeropuertos con cadenas de suministro confiables y desarrolladas, y con acceso abierto a su infraestructura de combustible, tienden a tener costos adicionales más bajos y estables.
De esta manera, África tiene el precio into-wing promedio más alto de combustible a nivel mundial, principalmente debido a la competencia limitada entre proveedores, ya que los gobiernos o proveedores monopólicos controlan los precios en los aeropuertos de la región.
Los desafíos logísticos y el acceso limitado a los sistemas de combustible también son responsables de los altos precios. Los aeropuertos que muestran precios into-wing elevados en otras regiones generalmente enfrentan problemas y desafíos similares.
Con un acceso desigual a cadenas de suministro de combustible maduras, algunas aerolíneas ya están en clara desventaja con el combustible convencional.
A partir de ahora, será imperativo que los proveedores de combustibles sostenibles de aviación (SAF) tengan acceso a los sistemas de combustible de los aeropuertos, ya que, al ser un combustible de sustitución directa, utiliza la misma infraestructura que el combustible convencional de aviación.
Independientemente de su base de origen, todas las aerolíneas deberían poder participar en igualdad de condiciones en el mercado global de SAF, al igual que en el mercado global de combustible para aviones.
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