Por Cap. Antonio Vargas Echegoyen
Para que la aviación fuese considerada actividad prioritaria en el país, con lo que se promovería el desarrollo de la propia industria, allá por el año 2006 el Cap. Jesús Ramírez Stabros, Diputado Federal y miembro de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) impulsó la modificación al artículo 28 constitucional. No lo logró.
El párrafo cuarto de dicho artículo señala: “[…] La comunicación vía satélite y los ferrocarriles son áreas prioritarias para el desarrollo nacional en los términos del artículo 25 de esta Constitución; el Estado al ejercer en ellas su rectoría, protegerá la seguridad y la soberanía de la Nación, y al otorgar concesiones o permisos mantendrá o establecerá el dominio de las respectivas vías de comunicación de acuerdo con las leyes de la materia”.
Pero no lo logró porque algunas aerolíneas opusieron resistencia. ¿Cuáles? Interjet, de Miguel Alemán Magnani, y Volaris, en aquel entonces liderada por Pedro Aspe. ¿Por qué se resistieron a la modificación del 28 constitucional? Porque, si la aviación fuera actividad prioritaria, el Estado estaría obligado a observar mayor vigilancia y responsabilidad sobre las concesiones aeronáuticas y eso no les convenía a dichas aerolíneas. De esta forma, con su poder político sacaron del mercado a Mexicana de Aviación, que en aquel momento representaba su mayor obstáculo para crecer. Ya lo habían logrado antes con Aviacsa y Aerocalifornia.
TRABAJADORES UNIDOS A VECES SON VENCIDOS
Ahora nos enteramos de que Andrés Manuel (así le decimos quienes en su momento confiamos en él) le da el espaldarazo a Interjet, propiedad de Miguel Alemán Magnani, miembro del Consejo Asesor Empresarial liderado por el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo. Y la ayuda no es de dientes para afuera: Bancomext les acaba de otorgar una línea de crédito por 150 millones de dólares, garantizado con bienes de la familia Alemán. Lo que no logramos en nueve años de lucha los sindicatos de Mexicana y Click, en especial las gestiones de ASPA de México, Alemán Magnani lo consigue en un tronar de dedos.
No debería extrañarnos. Las propiedades de los Alemán son más tangibles que los 200 millones de dólares que en 2010 aportaron los pilotos en ahorros y los 20 millones de los trabajadores de tierra por el mismo concepto.
El 12 de enero de 2012, como resultado de las gestiones en el Congreso de los representantes deASPA, ASSA y SNTTTASS con legisladores del PRD y PT (MORENA no existía aún como partido político), se solicitó una carta de crédito de la Banca de Desarrollo federal como capital de trabajo para la reestructura de Mexicana de Aviación. Nuevamente no lo logramos: los priístas abandonaron el recinto para no votar y el PAN abiertamente rechazó la solicitud.
EL IMPERIO CONTRAATACA
Con el paso del tiempo lo vemos clarísimo: la consigna era sacar a Mexicana del mercado para que las nacientes Interjet, Volaris y Vivaaerobus despegaran con cielo despejado.
Si bien esto ya es historia no se queda ahí, pues nuestro viejito querido “perdona pero no olvida” y, emulando a Juárez (“A mis amigos justicia y gracia, a mis enemigos justicia a secas”), se lanza contra Aeroméxico a través de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) deAlejandra Palacios, con una multa de 86 millones de pesos por presuntas prácticas monopólicas entre 2008 y 2010. El expediente incluía a Mexicana e Interjet pero, como una ya no existe y la otra es la consentida de este sexenio, todo el castigo va contra Aeroméxico.
Cualquiera pensaría que los sabuesos de Alejandra Palacios, buscando el beneficio del consumidor, encontraron prácticas indebidas, pero no es así; la pobre Cofece no da una y en su sesuda investigación no consideró que entre 2008 y 2010 la industria aeronáutica se contrajo a nivel mundial, uno de los factores fue precisamente la pandemia de influenza H1N1.
Detrás del ataque contra Aeroméxico subyace que Eduardo Tricio, quien fuera presidente del Consejo de Administración de la aerolínea, supuestamente formó parte de la campaña “Peligro para México”; así que al parecer llegó el momento de ajustar cuentas entre Andrés Manuel y esa parte de “la mafia del poder”.
La cancelación del NAIM no es suficiente: hay que prescindir de todo lo que huela a fifí, a buenos salarios, a avión (no sólo el presidencial), a glamur (aunque de eso ya poco queda), a progreso tangible. La austeridad franciscana impuesta a rajatabla, aunque salga caro.
El poder presidencial operando para cobrar facturas añejas.
Cuando voté por Andrés Manuel pensé: después de la pareja presidencial, un alcohólico y un ignorante, México no podría estar peor.
Me equivoqué.
Lo que nos faltaba: un megalómano sin mundo.
Antonio V. Echegoyen. Piloto de Aeroméxico.
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