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23/12/2024

¿Cómo cambió la seguridad aérea después del 9-11?

Rodrigo Anaya / Lunes, 11 Septiembre 2017 - 01:26

A raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre 2001, que dejaron más de tres mil muertos y seis mil personas heridas, el sector aéreo estadounidense ha invertido más de 100 mil millones de dólares hasta la fecha para adoptar progresivamente nuevas medidas de seguridad en sus operaciones, y así evitar que los aviones comerciales sean utilizados como armas letales.

En un principio, el gobierno estadounidense planteó la reestructuración de la seguridad aérea a través de la creación de varias instituciones, incluyendo del Departamento de Seguridad Interior y la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés).

Esta última dependencia es la principal responsable de efectuar los protocolos de seguridad integral en tierra, siendo los más notorios las inspecciones individuales en los puntos de control migratorio, que desde entonces se han vuelto la norma.

Sin embargo, incidentes como el del 22 de diciembre del 2011 en el vuelo 63 de American Airlines, cuando un fundamentalista islámico de origen británico trató de estallar un avión con un artefacto escondido en la suela de sus tenis, han provocado cambios en los procedimientos mencionados, como el hecho de que ahora los agentes de la TSA piden a los viajeros que remuevan sus zapatos.

Otras medidas incluyen: la integración de agentes federales encubiertos en los vuelos (los llamados "air marshals"); la creación de la "lista de exclusión aérea", un expediente de aquellos ciudadanos impedidos por el gobierno para viajar por vía aérea, y la instalación de mecanismos a prueba de balas, que imposibilitan a los pasajeros abrir las puertas de la cabina de pilotos.

Por su parte, los aeropuertos han inducido cambios sustanciales en su operatividad. Previo al atentado, había aproximadamente 16 mil empleados aeroportuarios a cargo de la revisión de los pasajeros. Hoy en día esta cifra asciende a más de 42 mil personas, las cuales en su mayoría están empleadas por el gobierno federal y cuentan con mejor entrenamiento.

En tanto, las aerolíneas han implementado programas de capacitación a su personal de cabina de pasajeros, para que puedan contrarrestar cualquier amenaza que se suscite durante el vuelo.

Y la tecnología de revisión de equipaje también ha cambiado: un ejemplo son los escáneres de tomografía 3D que American Airlines ha instalado (en colaboración con la TSA) en la terminal 3 del Aeropuerto Internacional de Phoenix, equipos que están en funcionamiento desde el 19 de junio pasado.

Amenaza en evolución

Uno de los últimos desarrollos en términos de seguridad de la aviación comercial son los nuevos procesos de revisión del equipaje de mano, anunciados por la TSA en julio pasado y que son de aplicación general a todos los pasajeros domésticos e internacionales por parte del personal aeroportuario.

Estas inspecciones se enfocan en la revisión de aparatos electrónicos más grandes que un teléfono celular como tabletas y laptops, artículos que los usuarios comúnmente portan consigo a bordo.

Dicha medida se adoptó con base en reportes de inteligencia que sugerían que grupos terroristas pretendían esconder aparatos explosivos dentro de este tipo de dispositivos.

Asimismo, el presidente Donald Trump impuso un veto de entrada a los EU por vía aérea a ciudadanos de seis países predominantemente musulmanes, naciones a las que se ha señalado como promotoras de grupos extremistas.

No obstante, voces críticas a esta medida señalan que su único sustento es la xenofobia del mandatario estadounidense, y apuntan a que el argumento de la amenaza exterior pasa por alto las señales de alerta al interior del país pues, según una investigación de la organización New America, los últimos ataques de corte yihadista en la Unión Americana (seis en total contados a partir de 2014, con un saldo de 74 personas asesinadas) fueron llevados a cabo por ciudadanos estadounidenses y residentes legales, radicalizados a través de internet.

Con todo esto, se prevé que las medidas de seguridad en la nación norteamericana seguirán cambiando, y que los terroristas sigan ideando nuevas formas para eludir los filtros de seguridad y llevar a cabo sus actos.

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