Finalmente, los militares ya controlan la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), el Aeropuerto Internacional de la CDMX, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), y buscan controlar más instancias. Ahora se inicia la lucha entre el general Luis Cresencio Sandoval y el almirante Rafael Ojeda, de Sedena y Semar, que se enfrentan por el control de un activo estratégico, nada menos que del espacio aéreo nacional.
Actualmente, la rectoría del espacio aéreo la lleva la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, al mando del subsecretario Jorge Nuño y lo administra Servicios Aéreos a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM), que está dirigida por Ricardo Torres Muela.
Pero, ¿qué implica el control del espacio aéreo nacional a través de su militarización?, pues significaría que el control total de las operaciones civiles estarían supeditadas a su mando absoluto, la Sedena o Semar podrían detener cualquiera o todas las operaciones aéreas si así lo consideraran prudente, lo que pondría en riesgo las operaciones aéreas de cualquier tipo o género al estar a su libre albedrío.
Realmente, lo que el país necesita es que la aviación sea considerada estratégica y prioritaria, ya que es parte de la columna vertebral del sistema económico de la nación y no puede ni debe ponerse bajo ningún riesgo, y menos bajo el control de dependencias militares que pudieran tomar decisiones basadas en sus propias observaciones, caprichos o conveniencia. La aviación en México debe permanecer siempre bajo el control civil.
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