¿Quién es dueño del espacio? Esta es una pregunta muy importante que responder si queremos convertirnos en una especie interplanetaria. Y es que, a medida que avanzamos en la Era Espacial, las empresas privadas buscarán dedicarse cada vez más a la exploración espacial, pero si no hay claridad sobre los derechos de propiedad en el espacio, esto puede inhibirlas. Por eso, es muy importante aclarar el tema. En la Tierra, esto está muy bien entendido y los derechos de propiedad son el marco legal que permite a las personas y empresas poseer y utilizar terrenos, edificios y otros activos físicos. En el contexto del espacio, los derechos de propiedad se refieren a la propiedad de los cuerpos celestes y los recursos que contienen. Sin embargo, la propiedad en el espacio sigue siendo un tabú.
Actualmente, no existe un tratado internacional que rija los derechos de propiedad en el espacio ultraterrestre. El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre que se formuló en 1967, no aborda explícitamente los derechos de propiedad, aunque sí establece que “el espacio ultraterrestre no debe ser objeto de apropiación nacional, por reivindicación de soberanía, por uso u ocupación, ni por ningún otro medio”. Este vacío legal hace que cada país sea libre de establecer sus propias leyes y reglamentos en la materia, lo que puede crear dificultades, ya que diferentes países pueden emitir legislaciones contradictorias. A la fecha, algunos países han desarrollado legislaciones para promover la explotación del espacio, al otorgar derechos de propiedad en el espacio a sus ciudadanos.
Por ejemplo, en Estados Unidos, el presidente Obama firmó la Ley de Competitividad de Lanzamientos Espaciales Comerciales de 2015, que declara que los Estados Unidos reconocen y protegen el derecho de los ciudadanos estadounidenses a explotar los recursos en el espacio exterior, incluidos los de la Luna, los asteroides y otros lugares. En términos de minería espacial, esta legislación otorga a las empresas espaciales estadounidenses la autoridad para poseer y comercializar los recursos naturales que extraen de los cuerpos celestes, como los asteroides.
Esta Ley fue reafirmada por la Política Espacial Nacional de la administración Trump, que se publicó en diciembre de 2020 y enfatizó que si bien los cuerpos celestes no están sujetos a la “apropiación nacional”, “Estados Unidos promoverá la extracción y utilización de los recursos espaciales de conformidad con las leyes aplicables”. Esto ha ayudado a los inversionistas a sentirse más cómodos al invertir en la extracción de recursos espaciales.
Estas legislaciones han generado un debate sobre si se debe permitir que las empresas privadas posean y exploten recursos del espacio, como minerales o agua. Algunos argumentan que estos recursos pertenecen a toda la humanidad y deben administrarse para el bien común. Otros creen que las empresas privadas deberían explotar los recursos espaciales, ya que esto crearía incentivos para la inversión y la innovación. Este es el debate eterno entre los que tienen y los que no tienen, y, tal vez, lo más conveniente sea llegar a un punto intermedio.
Así, es importante que establezcamos algunas reglas básicas con respecto a los derechos de propiedad en el espacio. Este es un tema complicado, ya que hay muchas maneras diferentes de abordarlo. Sin embargo, hay algunos puntos clave que debemos tener en cuenta.
Primero, necesitamos decidir quién tiene el derecho de propiedad en el espacio. Esto incluye no solo los recursos físicos, sino también los derechos de propiedad intelectual, como los de los desarrollos tecnológicos que se realicen fuera de la Tierra. Aquí hay muchas opciones diferentes, desde privatizar todo, hasta dar libertad absoluta para que cada quien haga lo que quiera. Sin embargo, debemos lograr un equilibrio que permita tanto la innovación como el desarrollo, al mismo tiempo que se protegen los derechos de las personas y las empresas.
En segundo lugar, debemos considerar cómo se harán cumplir estos derechos de propiedad. Esto es especialmente importante para los recursos físicos, ya que pueden estar ubicados en áreas remotas o peligrosas. Necesitamos asegurarnos de que tenemos los medios para proteger estos derechos, sin imponer una carga indebida a quienes los poseen.
Finalmente, debemos pensar en las implicaciones de nuestras decisiones en las generaciones futuras. Necesitamos asegurarnos que la normatividad sobre la propiedad sea flexible, para que pueda actualizarse según cambien las circunstancias. En última instancia, cualquier decisión sobre los derechos de propiedad en el espacio ultraterrestre deberá lograr un equilibrio entre intereses en conflicto, pero sobre todo, deberá tener en cuenta las necesidades de las generaciones presentes y futuras.
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