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Finalmente se hizo realidad la amenaza de imponer un arancel del 25% a las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos. La otra amenaza, la de imponer un 25% adicional y exclusivo a las mercancías de México y Canadá todavía está en veremos, porque depende de la percepción que tenga el gobierno estadounidense de la actuación de los gobiernos en temas de migración y tráfico de drogas.
Para una industria tan integrada a los Estados Unidos como es la aeroespacial establecida en México, el anuncio no puede ser más funesto. En primera instancia porque el aluminio es de los elementos más usados (aunque México no es productor de este material) y en segunda instancia porque la cadena de suministro de la industria establecida en México tiene muchos puntos que la hacen vulnerable en el tema arancelario. Veamos por qué.
Aun cuando la industria aeroespacial mexicana es la número 13 en el mundo y durante los últimos 25 años ha crecido a doble dígito (excepto en la etapa de la pandemia), tiene áreas de oportunidad que el sector -uno de los más integrados y participativos en el país- ha estado enfrentando con mucho vigor. Estas áreas tienen que ver con la profundidad de la cadena de suministro, ya que más o menos dos tercios de las partes que se exportan desde México, son importaciones de otros países y aquí se trabajan para después ser exportadas.
La Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA) que dirige Luis Lizcano, ha estado trabajando fuertemente con empresas de producción final (como Boeing, Airbus, Safrán, Honeywell, entre otras), clusters de los estados, gobiernos locales y academia para desarrollar proveedores, labor que calificaríamos de titánica porque la cantidad de certificaciones requeridas, los tiempos de maduración de las inversiones y los procesos para integrarse a la cadena son bastante complicados.
Debido a la falta de certificaciones locales (una verdadera tara nacional) hay partes que deben enviarse a Estados Unidos para ser certificadas y luego regresadas al país, a veces varias veces. Aunque existen programas de importaciones temporales hay empresas que no pueden acceder a ellos por tramitologías diversas.
Debido a la especialización tan rigurosa y a la dificultad para acceder al estatus de proveedor de la industria, se ve difícil que en una primera instancia los proveedores nacionales (que van de integradores de sistemas -Tier1- a suministradores de materiales -Tier 4-, pasando por proveedores de sub ensamblaje y proveedores de equipamiento, entre otros) se vean desplazados, pero puede frenar las inversiones y descarrilar los esfuerzos de la industria para alcanzar un lugar dentro del top 10 de los países fabricantes a nivel global.
Pero el país más afectado, a la larga, será el propio Estados Unidos. No es imposible que se establezcan fábricas en su territorio para hacer estas partes, pero no es ni tan simple, ni tan rápido, ni -tal vez- tan conveniente. La industria es muy dinámica y perderse proveedores que ya tienen experiencia, productores que traen tecnología muy avanzada como los franceses, e inhibir la atracción de talento puede llevar a la industria estadounidense a una especie de implosión.
Esperemos que la propia industria (que no sólo produce aviones sino equipo de defensa sofisticado) termine por llevar a la cordura a su gobierno. E-mail: raviles0829@gmail.com
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