No es nada fácil para una empresa como Boeing decidir si va a juicio por la muerte de 346 pasajeros en los accidentes del B-737 MAX8 en los vuelos 610 de Lion Air de octubre de 2018 y 302 de Ethiopian Airlines en marzo de 2019, lo que implicaría demandas por alrededor de 24 mil millones de dólares o la opción que, a la postre, tomó: declararse culpable por “conspiración para defraudar a los Estados Unidos”, lo que muy posiblemente termine con una multa de 487 millones de dólares, pero sin tener que someterse a interrogatorios y careos que, tal vez, dejen a la empresa peor parada de lo que ya está.
Entre otras cosas, el acuerdo “preferencial” no reconoce explícitamente que fue debido a esa “conspiración” que los pasajeros de ambos vuelos resultaron muertos, lo que levantó protestas por parte de los deudos y ha aumentado la animadversión, el temor del público usuario, el descrédito de la Compañía y, sin duda, repercutirá en muchos sentidos, no sólo en la reputación de la Boeing, sino en su capacidad de continuar produciendo aeronaves al mismo ritmo que antes y desde luego, en el largo camino que deberá seguir para ganarse otra vez la confianza de los usuarios.
El Departamento de Justicia de EU nombrará un auditor externo para que, durante los próximos 3 años, vigile cuidadosamente la fabricación de aviones, las prácticas de seguridad y el cumplimiento, así como una inversión significativa para asegurar la calidad de los procesos, algo que debió ocurrir si no hace décadas, cuando menos desde el 2019, cuando quedó claro que algo muy delicado se escondía detrás de dos accidentes casi idénticos.
Pero en lugar de ello, Boeing llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia para evitar consecuencias judiciales, siempre y cuando no hubiese más problemas de seguridad que pusieran en tela de juicio la calidad de sus procesos. Mala suerte o justicia divina, según se vea, poco antes de cumplirse el plazo ocurrió el desprendimiento de una puerta no operativa en un vuelo de Alaska Air, en enero de este año.
Por lo pronto, es evidente que el modelo que eligió la empresa no ha dado los mejores frutos. Muchos se preguntan hoy si valió la pena privilegiar los resultados financieros por encima de asegurar la calidad. Algo que ha repercutido en este resultado, es la práctica aplicada en momentos de crisis económica y descenso de las ventas, de recortar personal muy capacitado para, después de períodos prolongados, recontratar o captar a nuevos trabajadores, lo cual tuvo efectos en la calidad.
El factor que, según las investigaciones del Senado norteamericano, contribuyó con mayor fuerza, fue la práctica de esconder información y evitar los cuestionamientos internos por decisiones que estaban socavando la cultura de seguridad que había caracterizado a la Boeing durante muchos años.
Este caso, que dará mucho qué hablar en el futuro, evidencia que cuando se trata de la seguridad, la opacidad y la falta de cumplimiento de los estándares son prácticas fatales.
Y no es sólo en sentido figurado: la vida de los pasajeros es lo más importante. No descartemos que haya algo más que una supervisión, tal vez llegó el momento de replantear este modelo de negocios. E-mail: raviles0829@gmail.com
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
Facebook comments