Ayer, durante la mañanera, los marinos a cargo de la administración del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el almirante Carlos Velázquez Tiscareño, ex director y el Contralmirante José Manuel Rivera Parga, su actual director, dieron un informe amplio de lo que se realizó durante la administración de Tiscareño y una previsión de lo que espera hacer Rivera Parga.
Es cierto que lo realizado eso estos años ha permitido tener más orden en el AICM, que este aeropuerto tenía una gran cantidad de “áreas de oportunidad” como se le dice ahora a los graves problemas, y es cierto que la administración de Tiscareño logró lo que parecía imposible: que los morosos pagaran, que se desalojaran áreas enteras ocupadas irregular o incluso ilegalmente, que los slots se asignaran y usaran de la forma correcta y que las diversas autoridades, a querer o no, caminaran en un mismo sentido.
Por otra parte, el AICM ha quedado maniatado y eso es un golpe durísimo a la aviación comercial doméstica puesto que la reducción de un 30% de los slots disponibles está ahorcando paulatinamente la conectividad interna del país.
Esta decisión no se debe a la voluntad de sus directores, sino a la muy particular manera de entender a la aviación comercial por parte de los políticos. Impedir la operación de vuelos en el AICM no va a hacer automáticamente viable al AIFA, sino al revés: no benefician al AIFA y si perjudican al AICM y el gran perdedor es el país y los usuarios del transporte aéreo que tienen menos opciones y más caras.
El AIFA, por otro lado, no ha logrado crecer en la misma proporción en que se ha limitado al AICM porque la aviación no se mueve por decreto sino que obedece a leyes del mercado (dos palabras prohibidas en estos tiempos) pero que son frías e inexorables.
El AIFA, se ha dicho hasta la saciedad, necesita conectividad terrestre asequible y ágil, diversa, variada, expedita… y el usuario prefiere quedarse en casa o usar las carreteras -a pesar de lo mucho que dejan que desear- porque frente a tarifas domésticas más caras que las internacionales y la falta de opciones suficientes y accesibles en el AIFA no se puede hacer otra cosa.
La terca realidad se impone y el hecho de que se hable de “ganancias” (en rigor, son ingresos) en el AIFA, no lo hace mejor opción. Conste que tal vez en el tiempo esta terminal aérea podría ir haciendo su propio mercado (¿por qué no?) pero ni la fruta se madura a fuerzas ni los aeropuertos crecen solos.
Rivera Parga, el nuevo director del AICM habló de inversiones por 2,200 millones de pesos que estarían iniciando en estos días para mantener y rehabilitar esta infraestructura, pero nada mencionó de regresarle al país la capacidad de conectividad aérea doméstica que permita utilizar a la aviación como lo que es: una herramienta para generar empleo, inversiones, crecimiento y futuro.
No se sabe qué opinarán de esto las candidatas a la presidencia porque la aviación parece no existir como un sector importante por sí mismo en las propuestas de gobierno, pero de lo que se decida en el siguiente sexenio dependerá la suerte de nuestra maltratada aviación mexicana. E-mail: raviles0829@gmail.com
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