Dicen que no hay nada más permanente que lo efímero; es decir, algo que se supone que es provisional, termina convirtiéndose en lo único certero. Eso es lo que sucede con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), infraestructura que ha soportado décadas de estudios y medias decisiones de mudanza, pero permanece avejentado y estrecho dando la batalla.
Sería casi imposible describir en este corto espacio las muchas ampliaciones, cambios, readecuaciones y demás que se le han hecho a este puerto aéreo en sus varias décadas de vida, pero ya en el 2007 se le incorporó la Terminal 2, con la idea desde entonces, de que fuera sustituido por el nuevo aeropuerto que en algún momento se construiría en Texcoco. Como ya sabemos, esta mudanza no ocurrió pero ya desde mucho antes el AICM dejó de ser objeto de mejoras con la idea de dejar todos los esfuerzos y recursos a la nueva infraestructura.
Ya cuando se decide cancelar Texcoco se hubiese esperado un fuerte operativo para darle vida al AICM porque -se nos dijo en muchas formas- el aeropuerto de la base de Santa Lucía, iba a convivir con éste, de manera que era lógico que se le hubiesen destinado recursos a mantenimiento, mejoras, ampliaciones y hasta la construcción de una nueva terminal (la T3) que ya hasta tenía propuestas de ingeniería.
Lo cierto es que el AICM dejó de ser prioridad, al grado de que hoy ya es imperativo hacer algo para devolverle al menos un poco de dignidad. Son proverbiales las goteras, los mosaicos rotos, las paredes de tablaroca desgastadas y con hoyos, etc. Eso en lo que los pasajeros alcanzan a ver. Y en lo que no, los desagües, los hundimientos estructurales, pistas deterioradas, cárcamos hundidos y demás.
Al parecer, el ingeniero Morán Moguel ha logrado que le asignen recursos para remodelar y en 2022 veremos el inicio de una cirugía que iniciará con la Terminal 2, la que ha sufrido mayores estragos por una serie de razones en su construcción en un suelo inadecuado, además de que en el terremoto del 2017 sufrió daños y de entonces para acá ha ido deteriorándose aún más.
Según se sabe, más adelante se seguirá con la Terminal 1 y otros espacios para intentar darle a los pasajeros en tierra un poco más de holgura. Y aunque en el Programa de Trabajo de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) para 2022 está contemplada la construcción de una Terminal 3, lo cierto es que por el momento se ve difícil que la construyan.
Es posible -y deseable- que usen espacios como el hangar presidencial que ya no tiene ese uso y otras instalaciones que están abandonadas, para poner mostradores y áreas de despacho provisionales, en lo que se atiende la emergencia de la T2 y después de la T1.
Y todo ello, desde luego, no se logrará en este año. El deterioro es mucho y el dinero es poco. Y aunque hay una intención de poblar el AIFA con los excedentes de demanda, es muy probable que la competencia se dé con aeropuertos ya establecidos, como Guadalajara y Monterrey o incluso, Panamá, Dallas y otros. Nada fácil para el reto que hay enfrente.
E-mail: raviles0829@gmail.com
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