La decisión del presidente de dejar en manos de las fuerzas armadas (no de la Fuerza Aérea) la administración de varios aeropuertos, como son los de Tulum, Chetumal y Palenque, así como el próximo Felipe Angeles, construido sobre la BAM #1 en Santa Lucía, implica una serie de modificaciones al estatuto jurídico pero también a la estructura de la aviación civil, que no son menores y que sí pueden tener un efecto potencialmente nocivo sobre el resto del sistema.
En primera instancia es importante recurrir a la historia y a ejemplos que muestran que los ámbitos civil y militar en aviación se separaron en su momento, precisamente porque operan de forma diferente y sus objetivos son distintos.
Los esfuerzos pioneros en la aviación mexicana se los debemos a hombres como Juan Guillermo Villasana, un ingeniero cuya creatividad lo llevó a construir hélices, motores y aviones, antes de que se fabricaran en los países que hoy son potencias aeronáuticas. Y a él le debemos que el transporte aéreo civil no se haya quedado en las oficinas de la Secretaría de Guerra y Marina -a donde fue llevada por el General Joaquín Amaro para controlar a la naciente industria-, sino que regresara (como fue en sus inicios) a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) en 1926.
La razón es simple: los objetivos de la aviación militar son de salvaguarda del espacio aéreo, y de seguridad nacional, la disciplina militar implica que las órdenes no se discuten, se acatan.
La aviación civil aprendió muy pronto que las operaciones aéreas tienen otro régimen y para ello se han desarrollado innumerables mecanismos y un régimen internacional basado en las convenciones de Varsovia, La Haya y Montreal por un lado y el Convenio de Chicago que dio lugar a la OACI, por el otro, en donde queda claro que la función de la aviación civil, y en particular la comercial, es fortalecer el negocio del intercambio aéreo entre los diversos países, y sus normas y estructura están bien enfocadas a que éste florezca en las mejores condiciones.
Un fruto muy importante de la visión civil, es el manejo de recursos de cabina (CRM), donde las tripulaciones comparten su experiencia y sus capacidades para lograr los mejores estándares operacionales, hay intercambio de opiniones y se buscan mejores prácticas, en una lógica de maximizar beneficios compartidos.
Allá por los 70´s y 80’s del siglo pasado, Argentina vivió momentos muy amargos precisamente porque la dictadura militar puso bajo la égida del ejército el manejo de las aerolíneas. Aún pueden consultarse ejemplos de esa mala decisión en películas como “Fuerza Aérea, S.A.” y “Whisky, Romeo, Zulu”, que muestran las divergencias en la operación militar de aerolíneas comerciales y sus fatales consecuencias.
Las fuerzas armadas mexicanas deben ponderar estos factores y, la menos, minimizar los riesgos altísimos que conlleva la responsabilidad que se les está dando. Además, los ingresos de la TUA ya están comprometidos para pagar la deuda del aeropuerto de Texcoco, que no se construyó, ¿lo pagarán las Fuerzas Armadas?
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables, resarcirle a los trabajadores su patrimonio y dejar de culparlos por el quebranto.
E-mail: raviles0829@gmail.com
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