Cuando un país está inmerso en una serie de problemas de índole económico, político y social, es muy difícil tratar de vislumbrar el futuro y lo que le conviene a toda la sociedad en el largo plazo. México tiene hoy mismo unos retos tan fabulosos, que es difícil empezar a construir algo de cuyos resultados tendremos noticia dentro de muchos años.
Hoy se habla mucho de los millenials y sus aspiraciones y características, las cuales resultan tan disruptivas que muchos se preguntan si será posible construir un futuro sólido sobre compromisos que a primera vista parecen difusos, y con aspiraciones y necesidades que no tienen que ver con las que construyeron el mundo en el que hoy vivimos.
Al mismo tiempo, hay industrias que están emergiendo como una alternativa a los viejos modos de captar divisas (en particular la explotación del petróleo y las remesas) y que empiezan a rivalizar incluso con las industrias punta, como la automotriz. Una de ellas es la actividad aeroespacial, que el año pasado generó divisas por exportaciones por 8 mil millones de dólares y que va creciendo a ritmos de doble dígito cada año.
En este entorno, hay un puñado de empresas que le han apostado al país y que están demostrando en los hechos que estos tres elementos: planear a largo plazo, integrar a las nuevas generaciones y apostar por industrias vanguardistas, es la mejor manera de apuntalar el futuro.
Una de estas empresas es la estadounidense Honeywell, empresa cuya división aeroespacial recién inauguró un centro de investigación y desarrollo –de los cuales posee 200 en el mundo- basado en la Ciudad de México, con miras a impulsar soluciones tecnológicas por primera vez en toda América Latina y en el cual se invirtieron 5 millones de dólares.
Este centro podrá acoger hasta 200 jóvenes mexicanos procedentes de universidades como la UNAM, la Iberoamericana y el Politécnico y existen ahora ya al menos 15 proyectos de vanguardia que atraerán el talento de los millenials y utilizará big data para desarrollar soluciones prácticas a problemas cotidianos mediante controles digitales.
Un ejemplo de ello, enfocado al sector aéreo, es la conectividad que se logrará entre el avión y el aeropuerto con miras a mejorar la eficiencia, la seguridad y la comodidad del usuario en conexiones, salida expedita de las terminales, vigilancia, etc.
Honeywell no acaba de llegar a nuestro país. Su primera inversión en Baja California data de hace 40 años y en el centro que existe ahí, actualmente se hacen diseños tan sofisticados como el del avión Airbus 350, de última generación. Estos diseños –realizados por ingenieros mexicanos- se hicieron en tierra, creando algoritmos y haciendo pruebas para los sistemas de navegación, calor y climatización de cabina, entre otros.
Honeywell también tiene otros centros de producción en nuestro país, ya que cuenta con 15 plantas manufactureras, cuatro laboratorios de ingeniería y cinco edificios corporativos en Baja California, Chihuahua, Nuevo León, San Luis Potosí y Ciudad de México, en los cuales emplea a más de 18,500 personas.
Entre todas estas instalaciones destacan un complejo de manufactura especializado en tratamiento de fusión de aceros en Chihuahua y el centro de manufactura y diseño de ingeniería de Mexicali, donde todos los ingenieros que laboran ahí son de nacionalidad mexicana y una de las prioridades en retener y promocionar este talento.
En resumen, podemos decir que la industria aeroespacial está llamada a tener un papel protagónico en el desarrollo del país y en la conformación de la nueva industrialización tecnológica que le permita a México abrir nuevas puertas al progreso. De estas buenas noticias, necesitamos más.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcir a los trabajadores su patrimonio. E-mail: raviles0829@gmail.com; twitter: @charoaviles
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