Cuando se analiza a la aviación en el mundo, de inmediato salta a la vista qué naciones son las que deciden el futuro del transporte aéreo (y, por ende, del desarrollo del comercio, el turismo y los negocios) y cuáles son aquellas dependientes de las decisiones y el poderío de otras.
Por decisión propia, la aviación árabe y la del sudeste asiático, en particular la aviación de china, están impulsando el crecimiento de este sector (más del 6% como promedio anual, independientemente de las diversas crisis) y esto es porque esas naciones han visto que el transporte aéreo es una herramienta que les dará competitividad y solidez en el largo plazo.
La forma como están estructurados los convenios de aviación que rigen las relaciones entre los diversos países y sus aerolíneas, si bien es de los años 50 del siglo pasado, es así para todo el mundo.
Mientras las naciones que integran la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) no decidan cambiar las reglas bilaterales y restrictivas que rigen las libertades del aire, los países que deseen utilizar a su aviación como herramienta de competitividad tienen que jugar con estas reglas y usarlas en su favor.
Llama la atención que en las naciones más desarrolladas y en aquellas que han decidido servirse de la aviación como ariete de crecimiento, las políticas de competencia están subordinadas a las decisiones de política de Estado. Y estamos hablando de países como Estados Unidos, las naciones europeas y estas nuevas economías que mencionamos al inicio.
Es decir, el diseño de la política de aviación toma en cuenta el entorno global y las particularidades internas del país. La aviación no es una actividad común, como sería fabricar tornillos o plásticos y, por lo tanto, las decisiones que tienen que ver con el transporte aéreo y su papel en la política económica no está sujeta a reglas que se aplican a otros sectores donde el acceso es simple y no hay restricciones ni técnicas, ni multilaterales, ni de seguridad e incluso a estructuras de costos tan complejas, como las que hoy tiene el sector aéreo.
En México la Comisión de Competencia (antes Cofeco, hoy Cofece) no ha tenido mucho éxito en casi nada de lo que ha hecho. Hay sectores que le fueron arrebatados por falta de logros (telecomunicaciones) y en otros apenas se ha sentido su presencia. Por eso para ellos la aviación representa un clavo ardiente en el cual se pretende cifrar algún resultado y el problema es que ya se le ha hecho demasiado daño.
Si no se estudia con verdadero rigor el régimen al que está sujeta la aviación y lo que le ocurre a nuestro sector interno cuando se usan consignas de libros de Economía en vez de análisis sereno y con visión de Estado, pasa lo que ocurrió con Mexicana de Aviación que está cumpliendo cinco años de no volar con consecuencias pésimas para la economía mexicana y su posicionamiento en el mundo, hoy mucho más débil que hace 10 años.
Abrir los cielos o dejar en manos de un grupito de economistas el destino de nuestro sector aéreo lo único que logrará es matar a lo poquito que nos queda de aviación mexicana.
Vivir en la coyuntura y no en el largo plazo es propio de políticos, pero no de estadistas y este país ya necesita que pensemos en el futuro.
Lo ideal es hacer lo que hacen los países con los que negociamos: dejar fuera de las decisiones de Estado a aquellos actores que viven en la coyuntura y pensar en nuestro país para dentro de 50 años.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx
Twitter: @charoaviles
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