En días pasados surgieron notas de prensa en las que se asegura que, a finales de este 2024, Grupo Aeroméxico, la más importante operadora de aerotransporte del país dejará de operar por incosteabilidad en el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA), versiones que habrían sido desmentidas por la propia Aeroméxico.
Bien dice el dicho que “cuando el río suena es que agua lleva” y en este caso sí que suena, tanto así que fuentes cercanas a la aerolínea que prefieren mantener el anonimato me han confirmado que efectivamente estaría buscando desde ahora darle un mejor empleo a las aeronaves que actualmente dedica a sus itinerarios desde y hacia el AIFA, proceso que puede tomar algunos meses. Sobra decir que de confirmarse la salida de la aerolínea bandera mexicana de esta terminal aérea sería un fuerte golpe no solamente a los resultados operativos y financieros de esta infraestructura, sino también, políticamente hablando al ego del presidente López Obrador, y claro está, al del Ejército Mexicano a los que no les haría la menor gracia y quienes no dudo que de ser ciertas las versiones de este abandono ya estén operando para “amablemente” torcerle el brazo a Andrés Conesa y los suyos dentro y fuera de México, llámese los Estados Unidos, concretamente la Atlanta de Delta, virtual controladora de Aeroméxico. Dejo a la imaginación de mis estimados lectores los métodos. No olvidemos que la Espada de Damocles pende aún desde Washington sobre la alianza estratégica entre estas dos aerolíneas, asunto que no es menor.
Lo cierto es que, por lo menos desde mi personal visión, la eventual salida de Aeroméxico del AIFA, si no devastadora, sin duda resultaría muy dañina al prestigio de este aeropuerto, de por sí emproblemado desde su concepción, al que no le quedaría otra que cuidar muy bien a las operadoras nacionales y extranjeras que se mantengan realizando vuelos regulares de pasajeros en su perímetro, especialmente a las primeras (Viva Aerobus y Volaris) a las que visualizo en condiciones de atender la demanda que Aeroméxico dejaría de abordar, no así a Mexicana, a la que no visualizo poseyendo aquello que el pasajero de una prestadora de servicios de aerotransporte como la del “Caballero Águila” requiere para ser elegida para hacer un vuelo.
¿Cuál sería mi pronóstico?
La verdad es que si bien está difícil anticipar qué va a suceder con Aeroméxico y Aeroméxico Connect en el AIFA, me inclino ligeramente a favor de pensar en que estás aerolíneas están listas si no para tirar por completo la toalla en el AIFA, sin duda a reducir su presencia en él, a menos que, en los más altos círculos de la política mexicana Conesa se termine siendo presionado, insisto, imagine usted como, o impresionando con una posible decisión de cerrar a comienzos del próximo sexenio el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y ampliar hasta su máxima expresión tanto al AIFA como al Aeropuerto “López Mateos” de Toluca para así atender la demanda de aerotransporte del Valle de México y sus alrededores, solución que quien me haya otorgado el privilegio de leer mis columnas sabe que considero es la única realmente viable a la problemática aeroportuaria de esa geografía una vez sido cancelado Texcoco y construido Santa Necia, perdón Santa Lucía, contexto en el que a Aeroméxico le conviene estar bien con “mamá gobierno” (ya no papá), es decir con la nueva presidenta, tenga los colores que tenga, con tal de hacerse de los mejores espacios, horarios y servicios en esos dos aeropuertos que para entonces le aseguro estimado lector van a estar muy, pero muy peleados. En fin; algo me dice que se nos viene un verano muy interesante en lo que toca a noticias emanadas de Aeroméxico, organización con tal peso en el aerotransporte mexicano que aquello que le perjudique o le beneficie repercute en toda la aviación de nuestro país, de ahí la importancia de estar pendiente de su evolución.
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