Estoy por volar desde el Valle de México con destino a Monterrey, Nuevo León.
Como en los viejos tiempos, me voy a dar el lujo de asistir a una feria comercial en la siempre pujante y atractiva “Sultana del Norte”, y como en los viejos tiempos, voy a hacer un viaje de ida y vuelta el mismo día.
¿Y si le doy la oportunidad a la nueva Aerolínea del Estado Mexicano, es decir, la que ostenta el nombre de mi adoraba Mexicana de Aviación, por cierto, aquella en la que hice en el pasado decenas de recorridos similares, es decir, tomando un vuelo en el Valle de México muy temprano en la mañana con regreso a casa en la nochecita? Digo, al final de cuentas no es extraño que los hombres de negocios (hasta me siento nuevamente importante) hagamos digamos un México-Monterrey-México o un México-Guadalajara-México sin pernoctar en nuestro destino.
No voy a negar que tengo una curiosidad de naturaleza académica, aeronáutica y periodística de experimentar en primera persona la realidad del servicio de una operadora en cuya constitución de alguna manera participé y este viaje creí que era una buena oportunidad para lograrlo. Y es que pensé, ahora comprendo ingenuamente, que por lo menos me habían hecho caso quienes alguna vez les entregué una propuesta de rutas para la nueva aerolínea operada por la Secretaría de la Defensa Nacional en la que pares de ciudades como los anteriores requerían no solamente un vuelo diario, sino de por lo menos dos para resultar atractivos a una parte de una demanda cuya confianza hay que ir ganándose, en este caso, la del pasajero que se desplaza de su lugar habitual de residencia solamente por unas cuantas horas y que me encontraría con un Santa Lucía-Monterrey diario por la mañana y un Monterrey-Santa Lucía diario por la tarde noche, horarios que me servirían perfectamente para mi viaje. No hay que olvidar que exitosos modelos de negocio de aerolíneas “a la Southwest” han demostrado la importancia de las frecuencias y horarios a la hora de que el pasajero elija su operadora.
¡Pero sorpresa! Efectivamente la nueva aerolínea paramilitar tiene programado volar de Santa Lucía a Monterrey el día que debo hacerlo, pero su itinerario implica una salida a las 17:20 horas con llegada al Mariano Escobedo a las 18:45 es decir, cuando la feria industrial a la que asistiré ya cerró sus puertas por el día, y eso si el vuelo opera a tiempo. ¿Y si vuelo el día anterior?
¡Sorpresa! Mexicana no vuela ese día la ruta.
¿Y si vuelo en mi fecha propuesta y me regreso al día siguiente? Al fin de cuentas una cenita y hospedaje en Monterrey es un lujo digno de volverse a disfrutar.
Nuevamente ¡Sorpresa! No hay vuelos programados sino hasta cinco días después…
Sobra decir que, luego de comprobar que Aeroméxico, en mi opinión hoy día la más decente de las aerolíneas mexicanas no tuviese por ahí una tarifa atractiva que ofrecerme, algo que suelo no descartar y no encontrar en los itinerarios de Volaris una buena opción, elegí a Viva Aerobus por más que no me haya ido muy bien que digamos recientemente en ella por la misma razón que la mayoría de pasajeros seleccionan un vuelo: tarifa y horario, variable ésta última en la que Viva tiene una ventaja competitiva en el mercado de Monterrey, que es su sede.
Dicho en pocas palabras: Si aun teniendo un genuino y sano interés en volar con Mexicana y habiendo intentado comprarles un boleto no logré encontrar en su oferta algo que no sea una oportunidad excepcional de hacer un vuelo con serias limitaciones de horarios y frecuencia y por cierto en base a tarifas que no distan mucho de las que ofrece su siempre agresiva competencia, ¿cómo es que pretende esta línea aérea hacerse de los clientes que necesita, por lo menos en este importante mercado, para justificar su existencia?
¡Así, ni cómo ayudarla!
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