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23/11/2024

Fidel Castro y el Boeing 747 del Tenerifazo

Juan A. José / Miércoles, 2 Agosto 2023 - 01:00

Cuando el dictador Fidel Castro, que gobernó a la hermosa isla de Cuba por décadas, se enteró del secuestro del vuelo 229 de Pan Am que el 2 de agosto del año 1970 intentaba volar del Aeropuerto Internacional “John F. Kennedy” de Nueva York con destino Aeropuerto Internacional de Isla Verde “Luis Muñoz Marín”, de San Juan de Puerto Rico, operado con un Boeing 747-100, matrícula N736PA bautizado “Clipper Victor”, transportando 360 pasajeros y 19 tripulantes, decidió ir al Aeropuerto “José Martí” de la capital cubana a ver la clase de gigante que un joven, barbudo “a la Ché Guevara”, como buen castrista de entonces había ordenado se dirigiese a La Habana como parte de uno de los 85 secuestros aéreos que terminaron en esa nación caribeña entre 1961 y 1973.

Pan Am había comenzado operaciones en octubre de 1927, precisamente con un vuelo a La Habana, procedente de Key West, Florida por lo que sus vínculos con “la isla” se pueden definir como históricos.

El “Jumbo Jet” norteamericano, por cierto el que operó el 22 de enero de ese mismo año el primer vuelo de itinerario de un 747 y desgraciadamente el mismo que terminó destruido en el Aeropuerto “Los Rodeos” en la isla de Tenerife, España, un fatídico día 27 de marzo de 1977 cuando fue impactado por otro Boeing 747, pero operado por la holandesa KLM, causando la muerte a 583 personas, en lo que hasta la fecha es el accidente más grave de la aviación a nivel mundial, aterrizó en el aeródromo ubicado en Rancho Boyeros, en las cercanías de la ciudad a las 05:31 de la mañana, entre la comitiva de bienvenida se encontraba nada menos que el líder de la revolución cubana (Castro) para el que ver el aterrizaje del primer 747 en Cuba, aunque fuese con motivo de un acto de terrorismo, valió la pena la madrugada.

Las crónicas comentan que el líder cubano conversó con el capitán Augustus Watkins, comandante de la aeronave, haciéndole algunas preguntas sobre las características del modelo y expresando su preocupación sobre la capacidad del avión de poder despegar de la corta pista habanera. Watkins invitó a Castro a conocer el interior del aparato, pero el guerrillero se negó debido, se afirma, a que no quería asustar a los de por sí asustados pasajeros, limitándose a dar un recorrido alrededor del 747 a nivel de plataforma. La estadía del Pan Am en el “José Martí” fue muy breve para los estándares de un secuestro aéreo y duró apenas 52 minutos, dirigiéndose a Miami, Florida, antes de continuar a su destino original (San Juan).

¿Y a qué viene este original comentario editorial en tiempos de tanta convulsión en el medio aeronáutico mexicano?

Precisamente a eso y a la necesidad de a veces enfocarnos en otros temas que nos distraigan un poco de nuestras preocupaciones, caso de la anécdota que comparto en esta entrega, que en una de esas nos hace recordar los tiempos en los que los humanos, incluyendo los que no lo parecen tanto (Castro), se maravillaban por ejemplo con el supersónico anglo-francés “Concorde” y claro está con el Boeing 747, la eterna “Reina de los cielos” que todavía tenemos la fortuna de poder admirar en los aeropuertos mexicanos.

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