Alguna vez me dijo Igor Sikorsky Jr., que uno de los momentos más felices de la vida de su pionero aeronáutico y homónimo padre, tuvo lugar cuando se enteró que uno de sus helicópteros había logrado rescatar a los marineros de una embarcación a punto de hundirse.
Un sentimiento similar de orgullo y satisfacción lo deben sentir quienes están haciendo posible los vuelos chárter de rescate de pasajeros y los vuelos de abasto civiles y militares, colmados de todo aquello que se requiere para atender la emergencia.
Y es que en medio del “apagón” forzado de actividades al que hemos estado sujetos, son muchos de los profesionales del aerotransporte y la logística que no se dan respiro en sus labores, ya sea desde casa, oficina, almacén o el área de maniobras, para contribuir a procurar lo que debe y puede entregarse en el menor tiempo posible, comenzando por insumos y equipos médicos y de protección.
Como en toda guerra, porque eso es lo que es el mundo vive, solo que en este caso la batalla se libra contra un enemigo mudo que no ha hecho la correspondiente declaración, la logística está en el centro de la crisis, en particularmente el aerotransporte, el cual tiene ante sí la oportunidad de redimirse ante la opinión pública, luego de haber sido el principal vehículo de transmisión del virus, beneficiándola al hacerle llegar a toda velocidad mucho de lo que urgentemente demanda.
De esta manera, el transporte de pasajeros pasa, por lo menos temporalmente, a un segundo plano y son las aeronaves cargueras las nuevas protagonistas en los cielos. No hay que olvidar que la aviación comercial nació en buena medida transportando ese valioso tipo de carga llamada correo.
Es así que estamos siendo testigos de como aerolíneas que habían eliminado por completo sus flotas de cargueros están convirtiendo a sus aeronaves de pasajeros en plataformas logísticas en las que el asiento ahora lo ocupa una caja en lugar de una persona, mientras que el carguero dedicado, al que muchos habían condenado a una virtual extinción, por lo menos por un buen tiempo, está de regreso. La demanda de grandes cargueros es de tal magnitud que aeronaves tan especializadas como el Boeing 747-400LCF (Large Cargo Freighter) o “Dreamlifter”, originalmente concebido para transportar sub-ensambles de los aviones Boeing, está siendo ofrecido a los operadores logísticos que pudieran requerirlo, toda vez que bastante ocupados han estado otros gigantes, caso del Antonov 124, cuyo hermano mayor, el Antonov 225 “Mriya” felizmente está de regreso, luego de más de un año en mantenimiento, realizando ya valiosos traslados.
Las escenas de agradecimiento y felicidad en las terminales de carga de los aeropuertos en las que se estacionan las aeronaves que aterrizan con suministros, nos hacen recordar escenas que emanaron en otros tiempos cuando el avión era un verdadero sinónimo de esperanza, caso notable el del bloqueo soviético a la parte occidental de Berlín, Alemania a finales de los años cuarenta, esfuerzo que representó unos trescientos mil vuelos, manejado casi dos millones y medio de toneladas de carga en unos seiscientos aterrizajes cada 24 horas que llevaban de todo, incluyendo golosinas para los niños, como las que arrojaban los aviones al mando del coronel de la Fuerza Aérea Norteamericana Gail Halvorsen, con justa razón bautizado: “El Bombardero de Dulces”.
Como en el caso de Berlín, bienvenidos sean ahora por todo el mundo esos vuelos de rescate de pasajeros o de abasto de mercancías, y honrados sean quienes los operan. Quienes recibimos a los que o a lo que en ellos viaja, les estamos muy agradecidos.
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