De antemano, debo dejar claro que en esta entrega no voy a hablar del involucramiento de México en la Segunda Guerra Mundial, más concretamente de la participación en ese conflicto del muy célebre Escuadrón 201, debido a que estas acciones no pueden ser consideradas como intromisión en el asunto interno de alguna nación, toda vez que el mundo y no solamente una nación, estaban en pugna.
La que sí sufrió una devastador y sangriento conflicto interno, en el que México intervino, fue España.
Pocos países en nuestro continente tienen tanto que ver con aquello que se conoce como Guerra Civil Española (1936-1939) como el nuestro; uno de los puntos de encuentro se relaciona con la generosa acogida que el pueblo mexicano y el gobierno de Lázaro Cárdenas dieron a miles de refugiados del bando republicano que huyeron del terror, de lo que se les venía encima de la mano de Franco y su dictadura. Este mes de junio de 2019, su desembarco en el Puerto de Veracruz, hace ya 80 años, será recordado con testigos de primera importancia, caso de algunos de esos refugiados que aún están con nosotros, todos ellos, por cierto, en edades muy avanzadas.
Hijo de una de las refugiadas, no me cuesta trabajo sumarme a las celebraciones, las cuales pretendo aprovechar para compartir con mis estimados lectores un poco conocido, pero no menos importante episodio de la historia aeronáutica mexicana, relacionado con su empleo por parte del gobierno de Cárdenas para intervenir, me parece que este caso de manera justificada, en el conflicto interno de otro país, violentando así de alguna manera aquello que se conoce como Doctrina Estrada.
Tal y como documenta un reportaje publicado el 29 de mayo del año 2005 en el medio español El País, firmado por Mario Ojeda Revah, sin duda, el gesto más arriesgado y comprometido del gobierno cardenista en ayuda a la República Española fue suministrarle armas en un momento en que todos los demás países se negaban a hacerlo. Entre el material militar que se afirma que México envió al legítimo gobierno español se encontraban motores aeronáuticos. También se le apoyó intentando hacerle llegar un lote de monoplanos Bellanca que España había pedido al fabricante norteamericano, que no pudo suministrárselos por restricciones de las leyes de neutralidad, entonces vigentes en los Estados Unidos. Estos aviones terminaron en la flota de la Fuerza Aérea Mexicana.
Al relacionar a la aviación mexicana con la Guerra Civil Española resulta imposible no hablar de los aviadores republicanos que terminaron exiliados en México (de los cuales, el historiador hispano*mexicano José Ramón Buergo, hace una semblanza muy digna en su artículo “Pilotos Republicanos en México” publicada en Mexican Aviation History). Sin pretender demeritar biografía alguna, en esta oportunidad voy a recordar algunos de los que ya en México, enriquecieron su aeronáutica:
Juan José Armario Álvarez, quien fue instructor en la Escuela de Aviación México.
José Bastida Porrás, quien trabajo en Servicio Aéreo Panini y fue fundador y primer director de lo que hoy día es la Escuela de Aviación México.
Manuel Gayosso Suárez, quien fue piloto chiclero en el Estado de Tabasco.
José Antonio Gómez Castresana, articulista e instructor aeronáutico y muy estimado piloto de Aeronaves de México desde el año 1941 y de Aeroméxico, en la que se jubiló como comandante de McDonnell Douglas DC-10.
Manuel Montilla y Montilla, que voló Ford Trimotores transportando a la Ciudad de México mariscos procedentes del Estado de Guerrero.
Ananías Sanjuan Alonso, quien, como Gómez Castresana, voló para Aeronaves de México.
Curiosamente, quizás el más famoso de los pilotos republicanos que llegaron a México fue un mexicano por nacimiento: Francisco Tarazona Torán, considerado todo un as, gracias a sus seis derribos confirmados y quien además fue socio fundador de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA), escritor y formador de generaciones de pilotos aviadores en nuestro país, en especial, por medio de su propia escuela de vuelo.
De la misma manera en la que el exilio republicano español está agradecido con México, los mexicanos debemos reconocer las aportaciones que estos hombres y mujeres hicieron entre otras actividades, en la cultura, la abogacía, la medicina, la filosofía, la ciencia, la política, la educación y la aeronáutica nacional.
Es así que creo que no solamente se vale, sino a veces es muy necesario, olvidarse de la Doctrina Estrada y ayudar a pueblos que sufren, caso hoy día, por ejemplo, de Siria y Venezuela.
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