Escuchaba recientemente un programa de radio enfocado a temas históricos, emitido por una de las frecuencias más sintonizadas en México, en el que el sujeto era nada menos que el gran pionero aeronáutico de origen brasileño Alberto Santos-Dumont (1873-1932), quien con sus vuelos sobre territorio galo, primero en globo, luego en dirigible y finalmente en aeroplano, en tiempos de tránsito del siglo XIX al XX, conquistó a los franceses que lo hicieron virtualmente suyo y contribuyeron a crear todo un mito en torno a su figura y legado, al que no debe sorprender se suman con facilidad y entusiasmo sus connacionales en el Brasil.
El argumento es que el ingeniero e inventor de cepa cafetalera fue el primer aviador en el mundo en realizar un vuelo controlado en una aeronave más pesada que el aire, error que desgraciadamente los guionistas de la emisión contribuyeron a que se siga perpetuando, desacreditando, tal y como parece ser del agrado de muchos, a los hermanos Wright, alegando que en los vuelos que precedieron al del 14Bis de Santos-Dumont en Bagatelle en las cercanías de París un 23 de octubre de 1906 y concretamente en el histórico vuelo del 17 de diciembre de 1903 en Kitty Hawk, Carolina del Norte, los de Dayton, Ohio emplearon una catapulta para despegar, algo que la evidencia demuestra no es cierto, toda vez que el Wright Flyier I despegó por sus propios medios.
En origen de esta controversia tiene que ver en buena medida con el hecho de que los Wright efectivamente emplearon catapultas para emprender vuelos posteriores al de 1903, como los de exhibición que realizaron en Europa en 1908, acción que simplificaba el proceso de despegue y les ayudaba a desarrollar mejores diseños en materia de control. Contribuye también sin duda, la secrecía con la que inicialmente se manejaron para proteger sus desarrollos, intentando, nada menos, que patentar el concepto integral de avión, lo cual nunca consiguieron.
El que suscribe ha tenido diversas oportunidades de tratar personalmente el tema con historiadores aeronáuticos franceses, brasileños y norteamericanos, incluyendo miembros de la familia de Santos-Dumont, quienes coinciden que Alberto fue el primero en volar un avión en Europa, no así en el mundo, honor que tienden a otorgar a los Wright, si bien no descartan que eventualmente se demuestre que alguien más lo consiguió antes que ellos, todo esto en el marco de uno de los más apasionantes debates de la historia de las construcciones aéreas.
Lo cierto es que, si bien Santos-Dumont no les ganó a los Wright, la realidad es que el hiper-sensible brasileño que terminó quitándose la vida en medio de una terrible depresión, agravada por el hecho de ver como las aeronaves eran empleadas para fines bélicos y no para beneficio del hombre, como él lo pretendía, es un grande entre los grandes de la génesis y desarrollo del vuelo del hombre, quizás aún más importante que los propios hermanos estadounidenses.
Honor a quien honor merece…
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