No cabe duda que la gran mayoría de los aeronáuticos reconocemos los méritos de Charles A. Lindbergh (1902-1974), el gran aviador norteamericano que con su vuelo entre Nueva York y París en mayo de 1927 capturó la imaginación del mundo entero, dando un impulso sin paralelo al desarrollo de las actividades aeronáuticas globales. Algunos en nuestro medio además de reconocerlo lo admiramos, pero solamente unos cuantos nos hemos dado el lujo de tratar de poner a esta heroica personalidad en un su justo contexto.
Lindbergh da para mucho, no solamente en lo que se refiere a lo aeronáutico, sino en diversos campos de lo humano, incluyendo lo científico, lo literario, lo político y lo ambiental, separándolo del concepto del héroe aeronáutico como tradicional remitiéndolo al ámbito de las grandes personalidades de ese Siglo XX en el que en algún momento llegó a ser el hombre más famoso del mundo.
He estudiado su vida y obra desde el año 1982; me han publicado más de medio centenar de textos sobre el tema en medios de todo tipo, nacionales e internacionales en los que he intentado contribuir a evitar que este personaje pase a formar parte del panteón de los héroes en el olvido. He tratado directamente el tema con personalidades que van desde algunos de sus hijos, hasta Neil Armstrong, comandante de la nave Apollo XI, pasando por algunos grandes de sus estudiosos y biógrafos.
Mi relación con su legado, en especial mi percepción del mismo, se ha ido matizando conforme han pasado los años, he leído y releído los textos de otros y he adquirido conocimientos y experiencia que me permiten ubicarlo en un lugar muy diferente al que le solía dar al comienzo de mi proceso de documentación e investigación sobre la materia.
La vida de Lindbergh, tal y como me temo está sucediendo con mi relación con ella, está colmada de claroscuros. Tal y como tiene partes verdaderamente imitables, no cuesta trabajo encontrarle aspectos que le pueden revolver a uno el estómago.
Y no soy el único: fui testigo de cómo algunos de los más recalcitrantes y versados miembros de la Lindbergh Collectors Society en la que alguna vez participé, decidieron desligarse del personaje al darse a conocer públicamente ciertos aspectos poco presentables de su vida personal.
Durante la edición 2017 de la Feria Aeroespacial México que tendrá lugar del 26 al 29 de abril próximos en la Base Aérea Militar Número 1 de la Fuerza Aérea Mexicana, en Santa Lucía, Estado de México y concretamente el día viernes 28 de abril a eso de las tres de la tarde, voy a tener el privilegio de compartir con quien se digne acompañarme, algunos aspectos más bien desconocidos de esta figura aeronáutica de primer nivel internacional. Sin alabarlo, pero también sin denostarlo, simplemente presentándolo como lo que es: un gran héroe con todos los defectos y virtudes de cualquier ser humano.
Hago votos para que algunos de los lectores de A21 me acompañen a descubrir el verdadero rostro de Lindbergh. ¡Los espero!
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