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23/11/2024

Turbulencias

Gonzalo Carrasco / Jueves, 28 Febrero 2019 - 20:56

Poco a poco, la experiencia nos ha enseñado que debemos tenerle respeto a la atmósfera, que no somos parte de ella y somos extraños invadiéndola todos los días, por lo que debemos conocerla y aprender a respetarla. Hace muchos años, cuando empecé a volar, nadie te decía que permanecieras con el cinturón de seguridad abrochado y sí te soltaban la letanía de seguridad, aunque era más por obligación que por convicción. Tampoco se conocía que los pasajeros permanecieran en su lugar cuando se volaba por debajo de los diez mil pies ni que había de reducir la velocidad a esa misma altitud, con algunas excepciones, claro está.

El tamaño de la aeronave es lo de menos, la atmósfera afecta igual a los aviones pequeños o a los que parecen barcos trasatlánticos. Y, en estos tiempos en que las noticias no corren sino vuelan, los hechos relacionados con las turbulencias y sus consecuencias están a la orden del día. Actualmente, casi cualquier ruta puede presentar esquemas de turbulencias moderadas a severas y son las corrientes en la atmósfera y los cambios de temperatura los principales factores que provocan estos fenómenos.

Cuando se conoce la posición de las turbulencias es porque algún equipo que pasó previamente por ahí reportó su presencia. Aunque éstas quizás ya no tengan la misma intensidad dos o tres horas después del reporte, las tripulaciones pueden prevenirse para que tomen cartas en el asunto, para que avisen tanto a los tripulantes de cabina como a los pasajeros que probablemente se encuentren en áreas de turbulencia y se mantengan sentados con el cinturón ajustado, de preferencia por encima de todo tipo de ropa o cobijas que puedan traer para que las sobrecargos puedan verificarlo.

Por otro lado, la cabina de mando deberá observar las velocidades de penetración en turbulencia que dictan los manuales de los equipos, los radares deben mantenerse operativos y en la posición adecuada para detectar, a tiempo, una posible área de turbulencia, solicitar cambios a los centros de control adecuados, reducir la velocidad de la aeronave hasta los límites aceptables para minimizar los efectos adversos de la turbulencia y ponderar desvíos para evadir las zonas afectadas o, en su defecto, regresar a su origen.

Recuerdo que el caso más severo de turbulencia ocurrió durante un vuelo de Air France entre Río de Janeiro y París. Los pilotos no se percataron que estaban entrando a una zona de turbulencia severa ocasionada por actividad atmosférica y que, al tratarse de una zona tan amplia, deberían haber regresado a la ciudad brasileña o buscar un aeropuerto alternativo en ruta. Esto no se hizo y el avión entró en tal nivel de inestabilidad que se precipitó a tierra, provocando la muerte de todos sus ocupantes. Éste es el caso más extremo, en la mayoría de los casos no ocurre ningún incidente serio pero suelen ocurrir algunas lesiones serias a bordo. Sin embargo, recalco: hay que hacer caso de las instrucciones de las tripulaciones.  

No conozco exactamente los motivos, pero la atmósfera está cada vez más inestable y las manifestaciones adversas están variando considerablemente. Por eso, los pilotos y sobrecargos reciben entrenamientos meticulosos para que sepan cómo reaccionar al entrar en zonas de turbulencia. Ahora más que nunca son importantes los grandes eventos para reconocer el cambio climático y empujar a que las grandes potencias muevan sus manos y acepten cambios a sus esquemas de industrialización masiva. Se requieren cambios y sobre todo, de actitud. Es menester potenciar las diplomacias mundiales para lograr acuerdos que lleven a tomar acciones concretas y prepararse para lo que cada vez es más evidente, la alteración de las características de las estaciones.

Por lo pronto, recomiendo, cuando se vuele, que se sigan estrictamente la indicaciones de la gente de aviación, ellos están preparados, saldremos mejor librados si hacemos caso de estos protocolos. Recuerdo que en un vuelo que hice en la compañía Ryanair me levanté a usar el lavatorio cuando estaba el letrero de cinturón abrochado, tontamente discutí con la sobrecargo acerca del hecho de querer usar el baño en el momento que yo quería, bueno, por poco me meto en un problema serio. Aprendí que en aviación es imperativo seguir las instrucciones, por seguridad. Ahora ya no te dejan pasar ni al lavatorio abajo de diez mil pies y punto, hazle como quieras, eso es bueno y evitará algún eventual percance, nada como hacer los vuelos más seguros, hagamos nuestra parte que las tripulaciones harán las suyas.

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