Se avecinan tiempos difíciles para las relaciones entre Aeroméxico y los sindicatos con los que tiene contratación colectiva: el de pilotos, el de sobrecargos y el de empleados de tierra, a saber ASPA, ASSA e Independencia. Y es que hace unos días la empresa anunció ajustes al interior de la organización, con el objetivo de continuar siendo la compañía líder en aviación del país y conservar su viabilidad.
No se ha dicho que la empresa esté en riesgo ni mucho menos, pero sí que las condiciones actuales (entre las cuales se aduce un importante incremento en el precio de la turbosina y la incertidumbre que ocasiona el inicio de un nuevo Gobierno, que tomará posesión el 1 de diciembre) y las pérdidas que reportaron en el tercer trimestre del año les obligaron a tomar medidas fuertes.
De entrada se habló de la decisión de terminar el contrato de arrendamiento o vender cinco equipos –tres Embraer 170 y dos Boeing 737-700–, que operacionalmente significa sacar de circulación estos aeroplanos.
Luego, se habló de recortes en la plantilla laboral de al menos doscientos empleados entre personal de confianza y sindicalizados, además de sesenta sobrecargos. De pilotos no se ha propuesto ninguna cantidad aún, sin embargo, se habla de reducción, suspensión o de plano desaparición de convenios operacionales y de capacitación que benefician –o más bien, beneficiaban– a ambas partes.
No es la primera ocasión que las relaciones se tensan de esta manera: todas, subrayo, TODAS las veces que esto ha sucedido, las partes han salido airosas en beneficio de la fuente de empleo. Para todo este tipo de situaciones es necesario un acuerdo entre ambas partes, y nada se puede hacer de manera unilateral ni sería ético hacerlo.
El número de personal administrativo depende de la manera en que quieres llevar el negocio y cuánto espacio te dan los números. Como puede inferirse, los crecimientos en aviones obligan a tener plantas sobradas, es decir, un poco excedidas para que no se afecte la operación cuando haya movimientos. Es así que creo que las necesidades de ajuste se generan dependiendo de la prisa con que quieras implementar las medidas que decidiste.
Ahora bien, el cálculo del número de pilotos que requiere una empresa no tiene gran ciencia: tienes tantos aviones y tales vuelos, necesitas tantos pilotos para que tu aviones estén volando. Claro que hay factores que inciden en los cálculos que se tendrían que considerar. El número de sobrecargos se calcula de manera similar así como el de técnicos.
El punto es que la empresa debe hacer un alto, revisar y tomar medidas en consecuencia. Algo que no se menciona mucho, o quizá con la contundencia que debiera, es el exceso de personal que se tiene en las áreas administrativas. Sobre esto, la compañía está tomando decisiones, lo cual es loable.
Aclaro que la información que aquí vierto es del dominio público y se puede consultar en medios de comunicación escritos y redes sociales.
Un ingrediente que tampoco debemos olvidar –y que apareció hace apenas unos meses– tiene que ver con el nuevo arreglo accionario del grupo. Y es que actualmente Delta detenta el cuarenta y nueve por ciento de las acciones del negocio, y su voz y voto tienen un gran peso específico en las decisiones importantes.
La aviación es tan propensa a los ciclos que la detección de éstos y la toma de medidas consecuentes en tiempo y forma se vuelven imprescindibles para la sana vida de las empresas. Cuando las relaciones empresa-sindicato son buenas, nada de esto se dificulta; cuando no lo son o no se encuentran en el nivel que se requiere, todo se empaña y el juego de creer o no creer en cada uno puede poner en riesgo la vida misma de la empresa.
La importancia de los trabajadores para que la empresa funcione es innegable, como entendible es que de los directivos tomen las decisiones acordes a las circunstancias, considerando las ganancias previstas por ellos mismos. En una expresión, “todos necesitan de todos”. Ignorar lo anterior encendería los focos amarillos, que pueden tornarse rojos si no se toman las medidas correctas.
Los que formamos parte del ramo aéreo hemos sido testigos de esta dinámica que tarde o temprano se refleja de manera evidente. Desgraciadamente, en algunos casos no se han querido ver las cosas con la frialdad necesaria para tomar decisiones adecuadas, y los resultados han sido más que evidentes.
En conclusión, me parece que empresa y sindicatos deben sentarse a dialogar y buscar opciones –que casi siempre las hay– para no debilitar la fuente de empleo y terminar con la “gallina de los huevos de oro”. Hago votos porque la suma de esfuerzos, de ideas y de voluntades permita encontrar los caminos para seguir poniendo a México en lo más alto y ofrecerle la línea aérea que merece.
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